Cuatro invitros y un matrimonio

Hace dos semanas cumplí los 44 años. Un número capicúa, a mí me parece bonito, pero claro, da vértigo echar cuentas y pensar que he superado con creces la mitad de mi esperanza de vida. Pero bueno, viendo las tragedias que ocurren habitualmente (no voy a hablar de ello, no tienen remedio y no me gustar regodearme en ello), una piensa que mejor "Carpe Diem" porque lo importante no es lo ya vivido, que es mucho, sino lo que me queda por vivir, y sobre todo, cómo quiero que sea mi vida.
Hace apenas once años acababa de pagar la entrada de mi piso, salía con Y pero no daba un duro por esa relación y compartía un piso de alquiler. Ahora tengo un piso propio y me quedan cinco años de hipoteca por pagar. Pero lo mejor es haber conocido a O. En menos de un año y medio estábamos casados, después de tirarme veinte años metida en relaciones sin futuro.
Igualmente hace tres años empecé con los tratamientos de fertilidad. Entonces esto me parecía un mundo, algo similar a viajar a la Luna. Y ahora que ya estoy en mi cuarta invitro, le he perdido un poco el respeto. Ya me manejo con las inyecciones y con las visitas al quirófano como otras personas van al dentista a empastarse una muela. Obviamente sé lo que estoy haciendo y que pronto estaré embarazada, tengo ese pálpito. Ya me toca, y estoy totalmente preparada, no sólo físicamente con los mil remiendos y medicaciones diversas sino, lo más fundamental, mentalmente.

No voy a hacer propaganda de libros de autoayuda de charlatanes, pero es bien cierto que hay veces que nos autoboicoteamos, y es posible que los miedos sean en parte esa parte del inconsciente que nos dice que no debemos hacer algo porque no estamos preparados. Pero ahora ya no tengo temores.Sé que seré madre, por invitro, por donación de embriones o por adopción, aunque tenga que tirarme años lidiando con mil problemas. Pero lo mejor es que tengo el respaldo de O. Así que mi niño no sólo me tendrá a mí, sino a un padre que también lo quiere. Así me siento más tranquila. Además, sé que seré una buena madre, igual que soy una buena paciente de invitro y no me quejo aunque tenga la barriga y los brazos cosidos a moratones y haya días que piense que la cabeza me va a estallar. Pero lo fundamental es que no hay hormonas en el mundo que puedan arruinar mi estado de ánimo. Esta vez no, no me vendré abajo, pase lo que pase, porque sé que lo conseguiré. Además, tengo que quedarme embarazada, lo necesito, por motivos de trabajo, porque están las cosas revueltas y no quiero que me envíen a un proyecto desplazada al extranjero, no ahora que estoy recién casada. Y estando embarazada sería mi escudo frente a esta amenaza. Esto me daría un año para planificar otras opciones.Sí, además de desear ese niño es que me viene bien ahora. Además, ya sería todo "como tiene que ser". Parece una tontería pero esas cosas se quedan gravadas en la cabeza. En algún lugar idiota del cerebro es posible que haya una neurona, la de quedarse embarazada, que sólo se ponga en ON cuando se den ciertas circunstancias, como la de estar casada, y con un hombre que me quier, que cuida de mí y que trabaja. Debe ser "el síndrome del nido" o algo así, pero creo que la neurona esa debe haberse activado ya, de modo que un embarazo ya no sea una amenaza. Incluso si me quedara sin trabajo, seguiría protegida, y mi niño también. Todo eso cuenta. Vaya si cuenta.

Si echo la vista atrás, y divido mi vida en cuatro porciones de 11 años, diría que mi vida puede resumirse así:
De los 0 a los 10 años, mi principal preocupación era la de socializarme, y poder salir a jugar a la calle con los niños, dejar de ser un bicho rarito por culpa de mis padres y sus manías. También anhelaba curarme de mis continuas amigdalitis. Bueno, eso y cómo evitar ponerme roja cuando ese compañero de clase se me acercaba...
De los 11 a los 21 años, me preocupaba sobre todos los estudios, y conseguir dinero para pagármelos. Fue la época en que más he dedicado a estudiar, y más orgullosa he estado de mis logros en ese terreno. Pero al final de esta época aprendí que la vida es injusta y que además de estudiar, hay que tener el ambiente adecuado. Lo pasé fatal buscando curros para pagarme la universidad. Y anhelaba ligar, pero dedicando tanto tiempo a los estudios y los múltiples currillos, además de vivir en casa de mis padres, iba un poco retrasada con el tema chicos. Recuperé en los siguientes once años. Por supuesto, otra máxima en esa época era cómo independizarme, pero no pude entonces.
De los 22 a los 32 mi preocupación mayor fue independizarme y conseguir mejorar en el trabajo. El tema hombres fue mejorando, pero no acababa de llegar a mi vida el anhelado príncipe azul. Me llevé unos disgustos horrorosos, pero como trabajaba como una mala bestia y tenía que espabilarme viviendo sola, pues apenas me daba tiempo a regodearme en los berrinches. Fue en esta época en la que viví las fiestas más tremendas, pero tambíén trabajé hasta reventar y me pasó factura en la salud, tuve épocas muy malas, pero me recuperé afortunadamente.
De los 33 al momento presente, mi objetivo principal fue el de "hacer nido". Me compré mi actual casa, buscaba cada vez más trabajos estables, aunque también surgían cosas dispares, a veces mi vida parecía que iba en un camino adecuado y en cosa de un año cambiaba totalmente de dirección. Desde los 38 tuve claro que tenia que centrarme, ser madre, y encontrar al hombre adecuado. Y ya parece que, salvo el niño y el trabajo de mi vida, tengo el resto conseguido. Me quedan otros once años para conseguirlo, aunque para ser madre, no me veo con 55 años. Eso digo ahora, claro, pero quién sabe qué opinaré dentro de ese tiempo, igual acabo saliendo en el record Guinness por un embarazo natural a esa edad. Total, yo siempre he sido muy rarita...

Bueno, mañana voy a recoger a mis pequeñines y luego a betaesperar. Me he cogido esta semana libre en el trabajo para reposar físicamente (mentalmente no, porque tengo varias tareas pendientes) y  para que mis embriones se sienten en su casa y quieran quedarse con nosotros. Ya os contaré. Como decía Van Gaal: Siempre Positivo, Nunca negativo. Así que dentro de dos semanas celebraremos mi beta positiva y dentro de tres meses, mi embarazo en todo su apogeo.

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