Vuelta al mercado sentimental

 

Antes de lanzarme a disertar sobre el tema de cómo veo el panorama de las relaciones erótico afectivas en el mundo actual, voy a hacer un pequeño update de la loquera, como diría Boris Izaguirre, que ha sido mi vida en los últimos meses. Intentaré resumirlo lo más que pueda para no ser pesada, y lo haré como si fuera un conflicto bélico, que se asemeja mucho:

·         En paralelo con la guerra de Ucrania, he de decir que las hostilidades en mi antigua vida marital empezaron hace cuatro años y medio. Realmente mi divorcio comenzó el 6 de enero del 2018, día nefasto en el que O tuvo que atender un apagón en el edificio y estar todo el día a disposición completa de sus señores y amos, mientras su hija de un año y servidora permanecíamos a oscuras, sin comida, la niña con fiebre  y ambas medio secuestradas en casa ya que llovía a mares y el coche estaba en una zona del parking inaccesible. O no nos hizo ni caso, sólo se dedicaba a atender al resto de señores del edificio en vez de poner a salvo a su familia en primer lugar o ver de una solución posible, con la niña llorando a oscuras y yo intentando ver qué hacía para que comiese algo o dónde dejar su vacuna para que no se estropeara empecé a albergar más que resentimiento en mi interior, digamos que “cayó la venda”. El resto ha sido como la “crónica de una muerte anunciada”. El día 9 de enero de ese año ya le dije a O que, o cambiaba de trabajo y nos íbamos a otro sitio donde fuéramos sólo vecinos y no los esclavos serviles de “la realeza”, o nuestro matrimonio estaba sentenciado. No me hizo caso,  y ahora lo ha lamentado amargamente, porque sus amos lo echaron a patadas en cuanto dejó de servirles bien. Por su parte él me lanzó una amenaza similar en el 2019 cuando la agonía de mi padre enfermo de cáncer y mi máster me devoraban el poco tiempo que tenía libre y tenía que tirar de canguros para criar a la niña. Obviamente entonces con un tumor en un ovario y sangrando a diario, mi padre ingresado y exámenes cada mes nuestra vida sexual se quedó a cero. Pensé luego que los hombres eso no lo soportan, da igual que te estés muriendo (voy a llamarle Síndrome Casillas, ya me entendéis). La pandemia y el confinamiento agravaron todo. La filomena y las cuarentenas de Amanda pusieron la guinda.  Básicamente yo me volcaba en mi vida profesional y Oscar quería volcarse en la vagancia y la despreocupación, que requería el pago de su disponibilidad 24x7x365 a expensas de someternos a la niña y a mí a la cárcel perpetua, y todo pasaba porque yo me ocupara al 100% de la niña y la casa, y eso sin dejar de aportar el 70% de los ingresos familiares ni de dedicarle una sesión erótica un par de veces por semana. Una injusticia total.

·         Domingo 31 de enero del 2021: Aquel que un 29 de diciembre del 2011 me declaró su amor con anillo por medio e hincada de rodillas cual escena final de comedia romántica, me declaró el divorcio con la misma parafernalia (bronca, portazo y desaparición incómoda cuando peor podría ser).

·         Durante un par de meses intentamos llegar a un acuerdo y yo estaba de los nervios porque básicamente, las pretensiones de O iban dirigidas a mi ruina completa económica y profesional amén de imposibles directamente como era alquilar un piso en zona pija lujosa para estar cerca de su guarida, perdón garita de portero. En ese impass elijo una abogada peso pesado porque barrunto que la pelea será dura ya que O usará la petición de custodia compartida para hacerme el mayor daño posible.

·         En mayo del 2021 O me planta una demanda en el juzgado (no lo hizo antes porque es más torpe gestionando cosas administrativas que yo conduciendo…)

·         Entre tanto y viendo el cariz de las cosas, me cambio de trabajo en julio a un puesto con mejor sueldo y opción de parking, que a día de hoy está siendo vital.

·         En septiembre me llega la demanda y en octubre la respondo de manera satisfactoria, esto me lleva una cantidad de tiempo tremendo, así que a tomar por saco definitivamente el tema del doctorado, el muy asqueroso de O logra ese objetivo que se planteó inicialmente, frenar mi carrera profesional, pero sólo será unos años espero.

·         En abril se celebra el juicio, y le da por traerse a la madre y su abogada que es amiga de la susodicha. Estaba cantado que el juez acabó viéndolo como lo que era: Un niño mimado incapaz de hacerse cargo de su hija. Me dieron la custodia pero también por desgracia dos semanas para hacer las maletas y mudarme con mi hija. Muy desagradable y una auténtica locura, ya que O no sólo quería que me llevara cosas sino también enseres más pesados… En mitad de la mudanza vuelvo a pillar COVID, por suerte de forma leve, pero hubo un día que pensé… Oh Dios mío, qué más me puede pasar ya…

·         Desde la mudanza, estoy pasando por la penalidad de soportar trayectos mañaneros de hora y media en coche o más (y soy negada conduciendo, he tenido ya golpes, percances), y mi horario laboral está muy jorobado.

·         El epílogo fue que tras la sentencia a O lo despidieron y también se tiene que ir en unos días de la casa. Estaba cantado pero no lo vio, el riesgo que tenía el divorciarse y largar a su mujer e hija de casa, trabajando en un sitio donde todos son ultracatólicos, hizo que temieran que metiera allí a alguna “lagartona” de mala nota.

·         Lo bueno de lo anterior es que a O ya no le importa a qué colegio va a ir mi hija y, por tanto, me dejó que solicitase el cambio y ya para el próximo curso, tendré colegio cerca de casa.

·         Si bien mi día a día es más penoso y cansado, y mi vida profesocial ha mermado notablemente por estar muy sola con la niña, mi paz espiritual y mi salud ha ganado bastante, ya que no tengo que discutir a diario por las cosas más nimias y puedo cocinar comida sana. Poco a poco volveré a ser la treintañera cool espero. Además, he ganado dos fines de semana al mes para mí, que antes tenía que estar siempre pendiente de la niña. Así que ahora puedo ir rehaciendo mi vida.

 

 

Vuelvo ahora el tema prometido: Las relaciones.

 

Las viejunas como yo que venimos del mundo de la época victoriana inglesa esperamos que los hombres nos cortejen con paseo por largas praderas y compromiso con baile en salón de espejos y lámparas de arañas… Pero como muy bien deconstruyó la película Frozen, hay mucho trepa disfrazado de príncipe azul.  Esto hace que ya empieces a recelar de “los pretendientes al uso”, sobre todo a maduritas con vivienda propia e ingresos fijos como yo.

 

Para protegerte del “gold digger” el truco está en analizar de qué pelo está hecho el que se acerca, sobre todo si es mucho más joven que tú. Aunque no es fácil, ya que me ha pasado que algún jovencito no busca casarse para hacerse con mi patrimonio, sino tan sólo se me acerca afectuosa o sexualmente para que le beneficie profesionalmente de algún modo.

En el caso de los hombres más mayores, el problema es que no quiero adoptar a un abuelo, y no necesito que me adopten ni que me dejen sus tierras o una casa en Soria a cambio de que les cambie el pañal y les sople la sopa. Hombre si me dejaran un palacio con cuadros por valor de mil millones de euros a lo barón Thyssen igual me lo pensaba.

Y luego llegamos a la parte actual, los amigovios o folloamigos, y los crush, o todo a la vez.

Un amigovio es algo así como un amigo inseparable con el que no tienes sexo. Suele ser porque él es homosexual o demasiado joven y le da vergüenza que piensen que se ha liado con una tía más mayor que su madre. De modo que hacéis de todo juntos menos tener sexo. En los últimos años tuve dos amigos así. Uno era efectivamente homosexual y yo lo intuía y el otro era un chico muy raro muy jovencito que parecía un perrito faldero.

Los folloamigos son chicos con los que te has liado varias veces y les has cogido cariño, de modo que habéis cultivado cierta amistad, con o sin sexo luego. Esto me ha pasado con varios amigos actuales, que eran eso, amantes por decirlo en plan fino, hace veinte años. El caso es que ahora que estoy divorciada, me tiran la caña de nuevo a ver si el tema sexo vuelve a nuestra amistad, como en los viejos tiempos. Veremos a ver, hay alguno que promete, muy simpático.

Mención aparte a los ex novios, que no sé si alguno va en plan amigovio o más bien quiere que lo pase a la sección de folloamigo, no me queda claro, en fin, son arenas movedizas, pero en general, tengo la máxima de no acostarme con ex parejas.

Y me queda el tema de los crush que son chicos de los que en algún momento he estado colgada o interesada sentimentalmente, pero que por la razón que fuera no ha habido nada (ambos o alguno tenía pareja, la cosa no funcionó, las vidas nos separaron, etc.)

 

¿Y qué pasa cuando uno de tus crush del pasado vuelve a tu presente y se convierte en amigovio o folloamigo?

 

Pues he de decir que recientemente me ha pasado, no le voy a poner letra para no gafarlo. La cosa es que un buen amigo al que conozco desde que era una jovencita ha vuelto a mi vida. Realmente nunca se había ido, pero ha habido años en los que ambos estábamos felizmente casados que nuestra relación se limitaba a varios mensajes al año típicos. El sentimiento inicial que tenía por él estaba entonces más que muerto, tan sólo era un chico majo que me gustaba mucho hace veintipico años y con el que tenía muy buen rollo y nada más.

Cuento un poco más de los tiempos en los que me gustaba mucho: Lo conocí trabajando en un sitio y me parecía un chico muy majo, una especie de “niño mono, sano, pijín” ocurrente, pero también muy inteligente, notaba que había muy buen feeling y lo pasábamos bien juntos. Recuerdo en una cena que me explicó un tema de las burbujas del cava. Siempre aprendía algo con él. Un año no pudo venir a mi cumple pero me hizo un regalo que denota que me conocía muy bien: El último CD de Madonna. Yo entonces tenía novio y lo quería demasiado, de modo que no se me pasaba por la cabeza acostarme con otros aunque ojos tenía desde luego, y este fue uno de los chicos que me entraron por los ojos. No nos acostamos entonces. Hubo otros más con los que “amigotonteaba entonces” pero sólo este chico ha permanecido de algún modo en mi vida y ha vuelto al primer plano tras divorciarnos ambos. Primero no pasó nada, simplemente disfrutamos de nuestra renovada amistad, compartimos nuestras complicadas experiencias de divorcio, me aconsejó muy bien,  y así quedamos primero para desayunar por mi trabajo, luego para comer, después para unas cañas de tarde y desde hace seis meses para cenar, para un karaoke con copas , para bailar, etc.  También me ayudó con mi casa, y reconozco que abusé un poco de su buena voluntad, porque me arregló un desastre de pared. Parecía que íbamos a seguir quedando en estos planes de cañitas cuando, de repente, tras una comida en la que bebimos un poco más de la cuenta y nos soltamos, la cosa dio un giro a una relación más intensa en el sentido físico de la palabra.

Lo curioso es que tras el contacto físico no me ha vuelto el cuelgue que tenía hace tantos años (realmente tenía algo de miedo a que me pasara eso la verdad).

 

No es que el chico no sea lo esperado, de hecho el chico es mejor de lo esperado y mucho mejor que la mayoría que conozco. El problema de los crush es que son perfectos a nuestros ojos, no tienen legañas, ni mocos, ni hacen caca, son estatuas que hemos puesto en pedestales y son perfectos en nuestra imaginación.  Por eso digo que no hay que dejarse llevar por esas desviaciones erotomaníacas y conocer a la  persona que hay detrás, que puede ser estupenda o una cretina. Pero nunca será perfecta, y eso tenemos que tener en cuenta. Yo no soy para nada perfecta, pero también tengo que aprender a quererme y a creer que merezco a alguien bueno en mi vida, cosa que me he dado cuenta de que me lo he negado durante tiempo hasta que me dije: ¿Y por qué no le voy a gustar a este chico o a aquél? No soy una modelo de pasarela de medidas perfectas y dientes de perlas, no he estudiado en Harvard ni tengo modales de princesa, pero soy una tía maja, cariñosa, amena y con una buena delantera que no se ha me descolgado a pesar de los años y la maternidad. Y estoy ahí, con el cartel de “libre”. Soy una Bridget Jones total, con mis patosidades, mis neuras pero también divertida y además creo que no soy mala amante, aunque todo es mejorable con la práctica, que estoy un poco oxidada.

 

Lo que sí he llegado a la conclusión es que de los 20 a los 35 años  escogía bien de quién me enamoraba, todos eran hombres inteligentes, con buen trabajo, cultos, educados  y muy agradables, de modo que tenía buen criterio. No sé qué me pasó luego a partir de los 35 que empecé a perder el Norte o fue el maldito reloj biológico el que cual alien en Species me hizo bajar mucho el listón, tolerar a gente con problemas de toda índole, incapaces de tener una relación sana o directamente impresentables de ahí mi matrimonio fracasado (un hombre sin estudios superiores, con muy mal trabajo, con faltas garrafales de ortografía y poco conversador debería haberlo descartado de primeras por más que me pareciera al principio muy guapo y muy buen chico). Pero a buen seguro que ahora libre de ataduras reproductivas recupero mi buen criterio a la hora de elegir parejas sexuales o sentimentales, de hecho ya he descartado como cuatro o cinco hombres inadecuados y mira que eso me ha hecho pasar cierto “hambre sexual”.

Pero también he notado que no tengo tanta hambre, aunque esto es como empezar a comer, no sé, igual debo tomar más soja, qué sé yo (y no es coña), el problema es que ahora mi vida es muy compleja y me da miedo buscarme más jaleo del que ya tengo pero reconozco que este chico (al que me resisto a ponerle letra todavía), tiene buenas cualidades para ser algo en mi vida, de momento no sé qué y tampoco espero nada, creo que el secreto de disfrutar las relaciones a mi edad es el de no anticipar, disfrutar la vida como viene sin más. Por supuesto no soy una quinceañera y supongo que mi antiguo crush y actual folloamigo/amigovio o  amigo entrañable  o lo que sea tendrá sus historias en paralelo con la mía, al igual que yo también tengo mi “agenda de posibles rollos aka chorviagenda”, pero como ambos somos elegantes, eso no se menciona o si se hace de pasada no se le da detalle. Tampoco me cierro a conocer más gente, por ejemplo el otro día una amiga en una cenita que hicimos se trajo a un buen amigo, y me pareció un hombre muy interesante, pero me digo: Piano piano si arriba lontano.

Lo que sí me apetece de verdad son unas buenas vacaciones en Benidorm como antaño, tomar el sol, navegar, hacer excursiones, bañarme en el mar, noches de discoteca y karaoke, tomar un buen tequila helado mirando las olas al anochecer y si además esto viene aderezado de una pareja fogosa que me deje con agujetas al día siguiente mejor que mejor.

 

Antes con veinte años era ferviente defensora de la monogamia y de las relaciones amorosas en plan comedia romántica pero ahora mi película favorita es una de Barbra Streisand y Jeff Bridges buenísima sobre con qué criterio se debe elegir pareja. Os la recomiendo, además de muy amena es muy educativa.

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