Cuando tú no miras donde tú no ves

 

Jamás he visto una frase que resuma mejor por qué se producen los accidentes tontos que el monólogo de Luis Piedrahita sobre lo difícil que es aparcar en algunos parkings y que los accidentes allí se producen por tres motivos fundamentales a saber: 1.- Fiarse de otro al aparcar.2.- La “columna fantasma”, esa columna que brota cuando tú no miras donde tú no ves. 3.- El bolardo o pivote invisible, que no lo ves, lo oyes. (Esto me pasó una vez en Benidorm, iba caminando y me metí una buena leche al caerme por tropezar con un pivote. Por suerte tengo buenas caídas y no me roto nada nunca, magulladuras, moratones, cortes y esguinces, pero por suerte de momento no va ningún hueso ahí).

Pues bien, no pretendo hoy hablar de coches ni de caídas, sino de la frase magistral que resume el por qué nos ocurren a veces desastres: Se producen en la zona “ciega” de nuestra comprensión humana. Es decir: Porque pasamos por alto detalles que nos alertan de la catástrofe pero estamos a otra cosa. A nuestras cosas de todos los días.

Atención: Texto siguientes elaborado con IA (como veréis, me estoy poniendo las pilas con ChatGPT y el resto de IAs, de hecho, cuando una no me da lo que yo busco, les digo que me voy con la otra, oye, ChatGPT que me voy con Gemini o con Copilot…). Esto es como cuando en un grupo de meetup no me dan flyers para la disco que busco, les amenazo con irme a la competencia… Ja,ja,ja. Edadismo a mí, que soy la que me voy  a fundir 30 euros en copas frente a niñatas que van de adorno por su cara bonita y no se gastan ni en una botella de agua… Los garitos no son convenciones de modelos, abren para vender gintonics, y la pasta, ay, la pasta la tenemos “la generación de plata” no los milennials, por mucha impostura que muestren.

Bueno, aquí va el texto que me ha devuelto la IA sabiamente interrogada sobre la frase título de este post:

Esta incapacidad para "mirar donde no vemos" tiene raíces profundas en la forma en que funciona nuestra mente. Los sesgos cognitivos, como el sesgo de confirmación (buscar información que respalde nuestras creencias preexistentes) o el sesgo de normalidad (tendencia a subestimar la probabilidad de eventos inusuales), juegan un papel importante. También influye nuestra capacidad limitada de atención y procesamiento de información; en un mundo saturado de estímulos, es fácil que detalles importantes pasen desapercibidos. Además, factores emocionales como el miedo a confrontar una realidad desagradable o la complacencia pueden llevarnos a ignorar las señales de advertencia, prefiriendo mantener un estado de aparente seguridad y control.

En última instancia, la tragedia de los desastres predecibles reside precisamente en esta desconexión entre la información disponible y nuestra capacidad para actuar en consecuencia. "Cuando tú no miras donde tú no ves" nos recuerda la importancia de cultivar una atención más plena y crítica hacia nuestro entorno y nuestras propias interpretaciones. Desarrollar la habilidad de cuestionar nuestras suposiciones, buscar activamente perspectivas diferentes y analizar los detalles que inicialmente descartamos puede ser crucial para expandir nuestra "zona de visión" y, con ello, aumentar nuestra capacidad para anticipar y prevenir resultados adversos.

Bien, ya veis lo que dice la IA. Hay una cosa que la IA no tiene y es un sentido del humor fino, aquí servidora os va a hacer el comentario de texto anterior:

-          Sesgo cognitivo de normalidad: Lo tienen esa gente que en el mes de enero ya están comprando billetes de avión para irse a las Maldivas en agosto, pero no de este año, sino de dos años después. O los que cogen fecha para pasarse en Los Jerónimos para dentro de cuatro años… O entradas para el concierto de un rockero de 90 años para dentro de un año… Lo pilláis,  ¿no?… En dos años, las Maldivas han desaparecido de la faz de la Tierra por el cambio climático, las han invadido los yihadistas o, lo más probable, ha quebrado la aerolínea. Una boda a cuatro años vista… Condenada al fracaso con probabilidad del 99%. Un rockero de 90 años, no vayas a verle ni la semana que viene, la casca el día menos pensado al resbalarse en la ducha o le da un ictus mientras comía jalapeños…

-          En un mundo saturado de estímulos, es fácil que detalles importantes pasen desapercibidos:  Ejemplo de la vida real: Estás en la oficina con mil correos, tú jefe pidiendo algo para ya mismo urgente, el teléfono que tienes que descolgarlo porque te tienen la oreja abrasada de incidentes, gente que no para de entrar en el despacho, tú que vas a reventar de un aneurisma por la presión, acabas poniéndote los auriculares a tope de power para concentrarte en el informe que tienes que entregar y, de repente, suena la alarma de incendios. Hace rato que huele a humo pero tú ni hueles ni oyes, estás ahí cuandrando con sudor por el cuerpo el informe del balance anual. Al final te tienen que rescatar los bomberos entrando con un hacha en el despacho, y ni entonces sueltas el portátil.

-          El miedo a confrontar una realidad desagradable… Ejemplo: Estás en medio de ligar con alguien que desaparece más de la cuenta últimamente por supuesto trabajo, no te coge el móvil los días de fiesta, cambia de planes, etc. Te están dando banquillazo amiga. Mándalo a la mierda aunque parezca tan mono y tan simpático.

 

Bueno, todo esto viene porque estoy intentando confrontar una realidad desagradable que me afecta en lo personal, y es que llevo tiempo que no ligo, me estoy haciendo vieja y lo peor, la gente que conozco también, pero yo no me veo a mí misma de forma objetiva, sino que todavía pienso que soy una yogurina y que la gente alrededor está muy vieja, por lo que no me atrae ningún hombre en las escasas fiestas a las que voy. Los únicos menos viejos ya los he probado y no me han funcionado y ahora sólo me quedan los que yo veo como abueletes.

Me niego a tirar la toalla, pero lo cierto es que soy una señora que ya ha entrado en el “PreImserso” y que tengo el cuerpo vapuleado por haber sido madre tardía y haber currado como una china de arrozal. No estoy para lucir tacones de 15cm ni tengo los muslos esbeltos, por lo que salgo con ropa aceptable pero no para pasar el filtro de sitios hiperpijos.

Las fiestas a las que voy son de gente de mi edad, que tiene los hijos ya mayores y que hace pandilla con el resto entre semana para ir a bailar, ir al cine, hacer deporte… Y yo mientras estoy trabajando y ocupada en la crianza. No me ajuntan porque no entro en la pandilla y porque no me arrimo a hombres sin pelo y sin dientes. Es así de triste. Soy demasiado joven para ser vieja y demasiado vieja para ser joven. Estoy demasiado ocupada para ligar por la técnica del disco rayado o de la gota malaya y demasiado mayor para ligar de forma impactante por la apariencia física. Además, ya he visto que los hombres a los que atraigo de esa manera son sospechosos de frívolos o cazadores furtivos.

No tengo remedio, me quedan diez años de soledad iluminadora hasta que mi hija me permita hacer chupipandi entre semana y pueda conocer a alguien. Mejor me dedico los escasos días libres a empezar la tesis doctoral, que mejor me irá. Eso, y hacer algo de taichí, para estar en algo de forma física y competir en diez años con señoras que se machacan en spinning.

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