Sindrome de Diógenes


Nunca comprenderé por qué los psicólogos tienen tanta morbosa afición por remitirse a los mitos griegos a la hora de bautizar comportamientos anormales: Complejo de Edipo, el de Electra (menos conocido quizás porque las mujeres somos menos dadas a colgarnos de la figura paterna hasta bien entradita la adolescencia como le ocurre a la mayoría de los chicos con la mamá), complejo de Fedra, de Antífona, etc.

El que más me preocupa a mí es el llamado Síndrome de Diógenes, trastorno que les suele ocurrir a los ancianos que viven solos y que tienen la manía de no tirar nada y vivir entre basuras y objetos inservibles. Hay algunos que incluso rebuscan en la basura y se traen a casa objetos desechados.

Mi hermana pequeña siempre ha dicho de mi que mi casa es el vivo ejemplo de este síndrome en una persona joven. Obviamente bromea, que en mi casa todavía se puede pasar y hasta realizar las actividades comunes de un hogar: Dormir, ducharse, comer, sentarse a ver la tele, etc.

En lo que sí doy la razón a mi hermana es sobre mi particular manía de no tirar nada hasta que se rompe de tal manera que el objeto en cuestión es decididamente un trasto inservible. Mientras tanto, hay cosas en mi casa que hasta he perdido la noción de que las tenía y que, hasta que no hago una limpieza en serio, no vuelvo a tener noticias de ellas.

Decían los maestros orientales (no sé si los del Feng Shui, los del Zen, Confucio o todos a la vez) que todo aquello que no hayas utilizado en un año entero, es susceptible de ir a la basura. Desde luego, que no les oigan los de Hacienda o los de la Agencia de Protección de Datos que se llevarían las manos a la cabeza. Aunque no sea un año, estoy de acuerdo en que salvo cuatro o cinco recuerdos muy personales, hay que tirar las cosas viejas por muchas imágenes y pensamientos nostálgicos que se nos vengan a la cabeza mirando dichos cachivaches.

Ayer estuve toda la mañana haciendo limpieza del cuarto de baño y saqué cuatro bolsas de basura bien llena. Para conseguir deshacerme de tantas cosas viejas solicité la imparcial colaboración de S, quien me estuvo asesorando sobre qué tirar y qué no. Aproximadamente un 40% de las cosas del baño fueron a la basura con el criterio de: Lleva abierto más de un año y puede estar en mal estado o rancio el producto, tiene varios años y está en estado penoso, ha caducado (algunos potingues tienen fecha de caducidad), me lo regalaron como muestra pero no tengo ninguna intención de usarlo francamente, o simplemente, creo que no lo voy a necesitar en muchos años. Con este criterio ayer tiré muchas cosas, algunas de las cuales me dieron mucha rabia tener que tirarlas, como un perfume que me regaló uno de mi ex y que llevaba abierto tanto tiempo que, aunque el bote estaba a medias, el olor se parecía más al vinagre del supermercado que a una fragancia de espliego y mandarina con toques de almizcle…

Sugiero a los vendedores de producto de cosmética y del hogar varias cosas:
1) Que pongan claramente en qué fecha se fabricó el producto.
2) Que pongan la fecha de caducidad del producto.
3) Que pongan cuánto tiempo puede estar abierto el producto sin estropearse.

Yo añadiría una cuarta cosa muy práctica: Que, una vez abierto el producto, al igual que algunas etiquetas chivatas para revelar cuando se ha desprecintado algo (se utiliza mucho para preservar el secreto del material criptográfico y revelar cuándo ha sido abierto para fisgonear el interior), hubiese de pronto una inscripción nueva con la fecha de apertura. Animo a los fabricantes de productos a que hagan este tipo de cosas.

Ya no sólo con los potingues, la pasta de dientes o semejantes. Es más: ¿Cuántas veces no os ha ocurrido que no os acordáis cuándo habéis abierto un cartón de leche, de zumo, de yogurt o de gazpacho y lo de los cuatro días no sabéis cómo contarlos? Así a bote pronto alguien puede pensar que se debería acordar de cuándo abrió un frasco de algo, pero sinceramente dudo que todo el mundo sea capaz de recordar algo así. Además, en el caso de los envases al vacío, el chivato revelaría que en el envase ha entrado aire y, por tanto, es susceptible de haberse estropeado el contenido.

El mundo de la intendencia doméstica está, a mi juicio, todavía mal ajustado para los singles que, como yo, viven solos entre semana y con la pareja del momento el fin de semana. Así no hay manera de terminar en cuatro días un cartón de leche, dos de zumo y uno de gazpacho. A menos que uno quiera reventar, claro.

Comentarios

Wilson ha dicho que…
Te recomiendo que para la leche compres los mini teta-bricks que venden en el Mercadona. Son ideales para singles :)

Bsos

W.

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