La neurosis de los 40 años

Recuerdo cuando tenía 15 años que mi profesor de Filosofía, que era Psicólogo, examinó mi CI y mi test de personalidad. No creo en los CIs (Test de inteligencia potencial). En aquel entonces andaba yo en los 156 creo, aunque después he hecho varios que oscilaban entre 147 y 215, me entra la risa con este tipo de pruebas tan absurdas y que no tienen en cuenta más que habilidades mágicas para cálculos matemáticos y lógicos, visión de objetos en el espacio, preguntas sobre algoritmos y detalles y sobre todo, picardía innata para resolver problemas absurdos. Más de una vez me han entrado ganas de preguntarle al examinador qué sentido tenía saber de cuántas formas posibles se podrían distribuir 7 huevos en tres hueveras si en la tienda vendían sólo docenas o medias docenas y, con suerte, decenas.
Lo que sí recuerdo es que el único test de personalidad que he hecho respondiendo sinceramente (el resto ya se sabe que para ciertos puestos de trabajo está cantado cómo rellenarlos) me dio como respuesta que padecía neurosis de tipo neurasténico con algunas fobias particulares.
Pondré aquí un artículo que encontré hace tiempo sobre los tipos de neurosis según un famoso psicólogo:

Las tendencias neuróticas son clasificadas por Horney en tres tipos
1.- “hacia” la gente, donde encontramos las necesidades neuróticas de afecto, de un compañero que se encargue de la vida del neurótico y la necesidad de restringir la vida dentro de estrechos límites.

2.-“ “contra la gente” encontramos las necesidades neuróticas de poder, explotar a los demás, de reconocimiento o prestigio social, de admiración personal, ambición neurótica de hazañas personales.
3.- “aparte de la gente” encontramos las necesidades neuróticas de autosuficiencia e independencia y la de perfección e inexpugnabilidad.

He marcado las dos últimas porque creo que son las que mejor me definen. La del tipo 2 creo que se llama Histrionismo neurasténico y la de tipo 3 entraría mitad en paranoia mitad en cierto comportamiento lábil antisocial o algo narcisista.
Nunca tuve claro nadie si era una insociable manipuladora o una capitana Ripley en Alien II luchando contra alienígenas voraces.

Lo que sí me aseguró el tal Miguel es que era claramente inclasificable en el DSM-IV (manual de patologías mentales). Probablemente, me dijo, era una chica normal muy vapuleada que había creado mecanismos de autoprotección muy complejos y difíciles de explicar. A fin de cuentas, pienso yo, una perla no es más que la defensa de una almeja contra un cuerpo extraño. Si no hubiera tenido problemas, ¿podría haber llegado a ser una perla ahora? Igual no hubiera luchado tanto si no hubiera tenido motivo. Los jóvenes de ahora son claros ejemplos de cierta indolencia y pasotismo, porque nunca han tenido carencia de nada. El problema es que las perlas nunca dejan de estar de mal humor aunque las adulen, porque en el fondo saben que albergan un cuerpo extraño que las hace sentirse incómodas y emberrenchinadas.

Esto de querer hacer las cosas bien y yo sola me lleva por el camino de la amargura porque queriendo ser la mejor profesional, la mejor estudiante y la mejor gestora doméstica amén de la mejor hermana, la mejor novia . la mejor amiga y futura madre me llevan a:
- Ser una profesional bastante buena, pero con cara de cansancio crónico, lo cual no vende mucho a los clientes.
- Ser una estudiante mediocre y llevar los idiomas y los otros estudios ramplonamente cuando no tirando a mal.
- Tener la casa desordenada de forma crónica y capear los diversos problemas que me surgen.
- Ser una novia a la que acaban tachando de bruja psicópata.
- Tener el coche crónicamente sucio y descuidado. Espero poder empezar de cero con Himawari (mi nuevo coche).
- Tener cada vez menos esperanzas de poder engendrar o adoptar un hijo en condiciones.
Me he sentado un ratito esta tarde a pensar después de un día bastante molesto en lo físico – La prima de Rusia que este mes me está maltratando terriblemente – Pero algo más tranquilo en lo psicológico.
He llegado a casa y he caído en la cuenta de que desde hace mucho mi vida no me pertenece , que apenas disfruto de los días y que se me escurren sin remedio. Pronto seré vieja y, salvo títulos, un engrosado currículo y bienes materiales, no tendré nada de lo que pueda sentirme orgullosa.
Es posible que esto sea lo que llaman la depresión de los cuarenta. Al menos es muy parecido. O es sólo estrés generalizado, es más que posible. Me entran ganas de fugarme y hacerme monja capuchina en un convento de clausura, os lo juro.
El estrés es un mecanismo de defensa, pero generalizado como en mi caso tiene el lado incómodo de que ataca a todo lo que percibe como una amenaza, sea ésta un monstruo, una guerra nuclear, un ejército de talibanes, un fuego pavoroso, un virus, un tumor, un flemón, un dolor de tripas, un dolor de cabeza pesado, o sea por el contrario un cliente tiquismiquis , un jefe que ha tenido un mal día con los niños, un compañero que ha dejado un informe a medias o mal redactado, un ordenador con fallos, un coche complicado de conducir que te da un susto en la rampa del Carrefour, una camarera medio lela incapaz de acordarse de traerte tu helado y luego para intentar arreglarlo te dice que ya no quedaban cuando se lo reclamas al cabo de media hora, un amigo autista incapaz de recordar las explicaciones que le has dado sobre cómo llegar a tu casa, una amiga “alfa-menos” con problemas sentimentales absurdos, una hermana con fobia a las gotitas de agua que deja el vaso de café en la mesita de mármol, un padre con odio a los universitarios mejor pagados que él, y lo que es peor aún, un novio con ganas de ayudarte.
Me he enfadado bastante con la gente que tengo alrededor, sobre todo paradójicamente, con los que intentan ayudarme. ¿Por qué? Lo primero porque hay algo que me molesta muchísimo y es la gente con buenas intenciones pero nulo conocimiento de las cosas. Cuando le explicas a alguien que estás de los nervios porque no sabes si funcionará la in vitro o mejor adoptas pero que sólo tienes dinero para una cosa u otra y que además, no puedes adoptar porque no te puedes cambiar de casa porque el dinero lo tienes ahorrado para la fecundación in vitro, te saltan con aquello de: Pero chica, qué tonterías, si luego te vas a quedar embarazada a la primera , si eso es muy fácil, mira mi cuñada/prima/hermana/sobrina fue madre a los 44 años!!.
No soporto la estupidez humana, lo siento. Ya sé que la gente lo hace con las mejores de las intenciones y sin ánimo de ofender. Pero es que no puedo por menos que entrar en cólera ante tamañas majaderías. No dudo en que una coneja que ha tenido seis niños perfectamente sanos y que se despistó con los cálculos del método Ogino (más bien método a ojo se debería llamar) se embarace sorprendentemente con 43 años, casos hay y aunque uno de cada mil millones, ocurren como la de los trigemelos. Pero cuando se trata de hablar seriamente de las posibilidades de embarazo real que tiene una chica de 40 años que ha sufrido varios padecimientos ginecológicos nada desdeñables, que sufre más que un estrés un esquince, que come cualquier cosa envuelta en plástico cuando tiene un hueco en el día a día frenético, que tiene el colesterol por las nubes, la insulina ahí anda la cosa, el útero como una esponja dolorosa y que estuvo teniendo sexo sin protección durante muchos meses con su ex pareja sin quedarse embarazada, la sombra de la infertilidad o la esterilidad más absoluta está ahí a la vuelta y, aunque cabe la alta probabilidad de que su ex no tuviese los bichines en condiciones, el no tener la información al respecto porque el mameluco alegaba que temía que se inseminara una enfermera majara con su esperma al enamorarse fulminantemente de él en la sala de espera de la clínica, hace que el carecer de información acreciente mi ansiedad y mis temores. De nada sirve que S esté más sano que una pera con certificado en mano si temo ser yo más terreno baldío que un solar junto a la M-30.
Luego están las otras dudas: ¿Encontrará S un buen trabajo? ¿Conservaré yo el mío? ¿Se enfadará mi jefe y me confinará al cuarto de las fotocopiadoras? ¿Me enviarán desplazada a USA antes de que acabe el tratamiento de fertilidad si aún todavía no lo he comenzado? Las clínicas no devuelven la pasta, pero sin trabajo no podré pagar nada… Y no vale cualquier trabajo y menos con casi cinco millones de parados.
Me he portado muy mal con S, este mes ha sufrido un capítulo muy duro de mi SPM, pero creo que además está aderezado con mis neuras y mis temores, como si él no tuviera ya bastante con todo lo que le viene encima, con ingresos limitados y enviando miles de mails a empresas sin respuesta. Para una persona con su formación y experiencia es una situación angustiosa, y ahí estoy yo con mis otras angustias. Vaya par de dos que nos hemos juntado. A veces temo que de dos personas tan iguales se pueda construir un futuro mejor, pero luego lo miro a la cara como esta mañana al despedirme de él y pienso que no lo cambiaría por ningún chico de este planeta, y me avergüenzo de darle respuestas tan groseras e injustas a sus inocentes sugerencias y buenas intenciones…
Debo confesar también que envidio su tiempo libre, aunque sé que él se angustia por no poderlos llenar como es debido, con un trabajo que le deje buenos dividendos. Cada uno envidia lo que no tiene. El tiene obligaciones y una agenda que lleva a todas partes pero envidio su tiempo libre para planificar las obras de su casa o cuándo poder ir a comprar unas estanterías.
Yo sólo dispongo de estos quince minutos para escribir este lamento y me siento culpable por no estar hincando los codos en los entresijos de la gramática de Moliére. Es mi manera de hacer psicoterapia y mucho más barata. Si además lo leen S, Z o la gente que tuvo que aguantar el otro mi malhumor, espero que sepan disculparme.
Mi problema es que, haga lo que haga, habrá algo que no pueda hacer y por lo que encima alguien me regañará. Si salgo a las seis para comprar y hacer la colada, me quedará por terminar un informe y el cliente o mi jefe se quejará. Si me quedo hasta las diez de la noche currando, mi casa será una zahúrda y mis lorzas estarán cada vez más hinchadas, entonces mi novio me señalará el desorden y la suciedad y mi endocrino me acusará de ser una gorda indolente.
Si no hago los deberes de francés por estar estudiando alemán, la profesora me echará la bronca y si viceversa pues el resultado es el mismo pero cambiando de nacionalidad la profesora. Haga lo que haga me siento acorralada.
Intento ir por orden: Primero mi salud, pero no le puedo dedicar todo el tiempo, ya que si no tengo un buen sueldo, no podré dormir a cobijo ni cenar comida sana. Si contento a mi jefe, estaré cansada y la pagaré con mi novio y con mis amigos. Si quedo con mi novio, no terminaré a tiempo los informes y me llevaré la bronca de mis jefes. Si no veo a mi hermana, pensará que no me importa y si no quedo una vez al año con mi amiga R pensará que me he vuelto tan burguesa que no quiero mezclarme con el proletariado de Alcorcón. ..
Es absurdo. Tengo que decir NO pero me siento culpable por ello. La gente me odia porque empiezo a decirles que NO. Empecé por decirle que NO a mi familia en algunas demandas y me costó casi no ir a cenar en Nochebuena hace un par de años. Empecé a decir que NO a mi ex novio, y me costó tener que mandarlo a donde amargan los pepinos. El otro día me enfadé con mi jefe y le dije que NO iba a renunciar a mis días de vacaciones porque no tenían con quién sustituirme …Y temí que la tomaran conmigo, porque hasta ahora era la chica SI:
Si hago el informe, Sí escribiré el artículo aunque sea un domingo de noche y llegue agotada al trabajo, Sí me pueden llamar cuando estoy de vacaciones…Me sorprendió que mi compañero y jefe de sección me apoyara en esto. A veces pienso que, si hay alguien peor que yo, ese es él (Llamémosle P).
P trabaja dieciocho horas al día, fines de semana, y paga una buena hipoteca, tiene a la familia a cuatrocientos kilómetros y sin embargo, tiene que llevarles a distancia sus asuntos… Hace de consejero, abogado, contable, chófer …. Está agotado, emberrenchinado, pero todavía no le he oído decir NO. No sé cómo aguanta, y tengo miedo de que algún día reviente como una mula molida a latigazos.
Mi otro ex, Y, me dijo una vez, cuando salía con él y llegaba a casa tarde, con el estrés comiéndoselo vivo, que ojala no hubiera dejado el oficio de frutero como su padre, y que en buena hora se metió a informático. Ahora ganaba el doble pero estaba molido, no dormía bien, le mataban las contracturas y no hacía más que lamerle la mano al jefe, estar a su merced cómo y cuándo quisiera. Si a su jefe le apetecía pádel, jugaba con él el domingo, si a su jefe le apetecía ir a cenar un sábado, dejaba los amigos, a su novia y a su madre y le acompañaba.
No todo el mundo es como P, ni como Y ni como yo, ni trabajan en informática. Hay gente que vive feliz, trabajan de reponedores, acomodadores del cine, de limpiadoras, taquilleros, de camareros o farmacéuticos y su familia les adora, sus amigos les quieren y sus jefes les sonríen. No son seres de otro planeta ni tienen un CI de 215, es más, bien fijado algunos no saben ni lo que es eso del CI. ¿Será que para ser feliz hay que ser más zote que un bellotero?
Cuando llego a casa por las noches, y no son más de las once (hay días así afortunadamente), me gusta ponerme música en mi cadena viejita que me regalaron mis ex compañeros de trabajo hace diez años, cuando era analista de sistemas y cobraba mil euros (creo que entonces era más o menos feliz con mi vida).
Me dijo el otro día una compañera que los informáticos sólo somos felices desde que tenemos nuestro primer trabajo hasta que firmamos la hipoteca. Y es bien cierto. En mi caso 10 años más o menos, porque yo sólo fui feliz menos tiempo, cuando me fui de casa de mis padres y compartía piso, a pesar de las broncas territoriales y de la mugre y cucarachas. Mi relación con X me amargaba a veces los días pero sólo los últimos tres años, y luego tuve un año en el que fui feliz sin saberlo. Fines de semana con los amigos de juerga, escapadas a la playa, planes y planes, cervecitas, fiestas…En mi horizonte de los veintymuchos no había hijos, ni matrimonio, ni trabajos cepo. Cacharreaba un montón y tenía agujetas de muerte después del curro. Viajaba pero también ligaba más que quería, tenía un tipo envidiable y una sonrisa de oreja a oreja todo el día. Soltaba un curro y tenía dos esperándome, era la junior más experimentada y la senior con más potencial. Aprobaba el inglés ligando con nativos y coqueteaba con el alemán con la malévola intención de saber cómo sería montármelo con dos rubicundos germánicos altos como dos castillos.
Pero un día con 32 años tuve que pensar en que tenía que sentar la cabeza, y me puse a firmar mi matrimonio con el banco, veinticinco años nada menos, ya nada dura tanto en esta vida. Adiós las fiestas salvajes, con la policía llamando a la puerta y mis amigas follando en el baño con chicos recién conocidos. ..
A partir de comprarme mi casita de pequeña burguesa, nada de fiestas que el parqué de mi ya no admitía cubatas desparramados. Los vecinos nuevos con tanto niño no admitían más ruidos nocturnos. Nada de escapadas que andaba corta de dinero. Los muebles había que comprarlos y montarlos. Ahora en vez de limpiar un tercio de casa a la semana me tocaba limpiar la casa entera… Tenía una casa entera para mí sola, pero más para lo malo que para lo bueno…Aunque al principio creyera todo lo contrario.
Luego, para más complicación, dejé de ligar indiscriminadamente y me propuse encontrar el amor de mi vida y futuro padre de mi retoño, que los óvulos iba a caducar ya.
Y la volví a cagar, dos veces seguidas. Ayer por la noche, mientras me duchaba, me asaltó por la cabeza si no estaba yendo yo contra mi karma de pendeja desorejada crónica.
Ahora, cuando llego a casa, como digo, pincho algo bailable y alegre y me pongo a bailar diez minutos, quince, sin importarme la colada ni los platos sucios, ni el polvo comiéndose las estanterías. Creo que sólo entonces soy feliz en todo el día, S no lo entiende que me evado con la música, que es lo único que me queda ya de disfrute pequeño, eso y una cervecita o una coca cola fría mientras me hago la remolona en el sofá.
Pienso que tendría que haber aceptado el trabajo de gogó o de dependienta de joyería, que me ofrecieron hace siete años en Marbella, un fin de semana que estaba en el paro y se me cruzaron los cables y me apunté a una excursión huyendo de mi vida miserable para correrme la última juerga apoteósica de soltera antes de casarme con mi nueva vida sin más remedio…
Ayer por la noche, después que casi mordiera a mi novio cuando me sugirió que adoptar era factible porque una compañera de trabajo lo había hecho con 43 años, me di cuenta de que me había puesto una cruz encima muy pesada estos últimos años.
Me acordé de una compañera de trabajo de cuarenta y muchos a la que le encantan los niños y, cuando le pregunté por qué no había tenido hijos propios o adoptados me respondió que una vez en un viaje por Africa casi se lía la manta y se trae un nene de allí pero que reflexionó sobre su vida de consultora soltera y con sus padres lejos y pensó que ya tenía bastantes complicaciones.
Mi problema es que yo me creo más fuerte que todos, porque aguanto mucho las jornadas maratonianas y soy valiente para el dolor físico pero….Igual no tiene sentido pasar por tanto y tanto con cara de vinagre y mordiendo a diestro y siniestro, sobre todo a los que más se preocupan de mí como S.
Igual tendría que plantearme que con 40 años es mejor no tener hijos ya y dedicarme a disfrutar de la vida, buscarme un trabajo menos agotador pero que me dé para pagar la hipoteca y a vivir que son cuatro días y yo ya he agotado dos en busca de algo que se me escapa. O por lo menos no pensar en el tema de tener familia propia y aprovechar las pocas horas libres para buscarme un curro de funcionaria y luego a vivir la vida como a los veintinueve. Pero …No puedo, me entra el vacío existencial, estoy condenada. Haga lo que haga no voy a ser feliz ya. A los veintinueve podía plantearme tener hijos en siete años y disfrutar sin remordimientos. A los cuarenta, lo que haga ahora ya es irreversible si no lo es ya por haber tenido mala suerte con mi ex novio.
¿Tuve mala suerte o no supe aprovechar las oportunidades? Esto también me corroe viva.
Mientras las otras buscaban novio yo trabajaba como una burra para pagarme los estudios que otras más afortunadas tenían pagados por su familia. Ser muy pobre y desdeñada de niña y de joven me ha robado la niñez y la mitad de la juventud. Sólo he sido feliz cuando me fui de casa de mis padres y hasta que me metí de patas en una buena hipoteca y empecé a ahorrar para mi futuro hijo, que nunca ha llegado.
Me molesta de S que intente arreglarme los problemas, pero al mismo tiempo, lo admiro por eso. Me molesta porque hasta ahora mi vida, para bien o para mal, ha dependido sólo de mí. Con el resto de novios, llegaba a casa o quedaba a tomar algo, les contaba mis problemas, me pasaban la mano por el lomo, me daban dos besitos y lista. Pero ninguno se mojó realmente por mí ni mucho menos se puso a pensar seriamente en que tenían una responsabilidad real conmigo. Z a lo más me hacía recados, lo cual siempre se lo agradecí. Mi otro ex, Y, alguna vez me ayudó puntualmente con la mudanza o recogiéndome cuando salía muy tarde de trabajar. Pero ninguno pensó seriamente que tenía que compartir la carga de la casa o de los problemas de vivir en pareja.
S sin embargo se preocupa del casquillo del baño, de las estanterías, de la mesilla rota, de mi coche, de la compra…Me encanta, pero me descoloca, porque es algo a lo que no estoy acostumbrada, porque siempre o casi siempre lo había hecho yo sola. Claro que a mi aire totalmente. Si un día me apetecía lo hacía, si no me apetecía o tenía que hacer un informe, no lo hacía. Creo que hasta me alegraba de que a Z no se le diera bien el bricolaje para postergar las reparaciones hasta que me cuadrasen en mi apretada agenda.
Pero ahora con S me siento como agobiada por su ayuda, porque al querer hacer él las cosas, me tengo que preocupar de encontrarles un hueco en mi agenda y de colaborar en la parte que me toca al menos, y eso me agobia. Me agobia pensar en que tengo que medir el tamaño de las bolsas de la ropa, me agobia pensar en si prefiero un estantería redonda o cuadrada para el baño, aunque el pobre de S vaya a comprarlas y las ponga. Me agobia que me pregunte si tengo un destornillador de estrella o un metro de medir. Me agobia porque me pone en evidencia.
Tengo una taladradora a la que no he comprado brocas y la usado un par de veces en seis años. Tengo cosas que no he usado, y han languidecido en su cajón, postergadas.
Tengo cola de pegar, lo recuerdo vagamente, pero no sé dónde la dejé porque seguro que la última vez que la usé fue para algo puntual o urgente como pegar la tapa rota de un zapato antes de salir disparada al cóctel de mi empresa o al aeropuerto. Con S me siento como un niño sin tener los deberes hechos, y me desasosiega. Me siento igual que con mis hermanas, que me dan consejos y consejos y siento que me empujan y me empujan, cuando lo único que quiero al llegar a casa por las noches es que no me hablen, cenar delante de la tele unos minutos y luego abandonarme a Morfeo en el sofá, aunque acabe al día siguiente con el cuello dolorido.
Creo que por eso he aguantado tantos años con Z, no ha sido ni por las sesiones maratonianas de sexo, ni porque conjuntáramos a la perfección las coreografías de baile ni porque le gustara la misma marca de vodka que a mí:
Fue porque por las noches me dejaba tranquila y no me hablaba, cenaba conmigo y luego me abrazaba en el sofá en silencio, me dejaba ver la tele mientras ponía mis pies en su regazo y se quedaba luego dormido a mi lado y al mismo tiempo. Era más lento que yo, y me dejaba disfrutar de mi reposo del guerrero al llegar a casa después de dejar las fieras quietas ahí fuera.
Claro que su silencio y su sueño profundo era un silencio envenenado porque detrás de ese silencio se escondía la nada cobarde del que no quiere nada más allá del calor de esa noche, del que no quiere preocuparse de sacrificar su taller de escritura creativa en inglés para hacer horas extra y alimentar a unos hijos, n tampoco sacrificar su excursión a Gredos con sus amigos montañeros para quedarse con un niño que tiene fiebre.
Sin embargo, sé que S está ahí cuando lo necesito, pero, como decía Jack Nicholson en “Mejor imposible”, el problema de S es que me está echando de mí misma, me obliga a ser mejor persona cuando lo que yo ahora mismo quiero es que me dejen tranquila con mi neurosis crónica y mi estrés, a los que ya les he cogido tanto cariño. Por eso con Z tenía la válvula de escape perfecta para mi estrés.
Cuando lo gritaba por algo que había hecho él mal, reaccionaba en modo autista, y yo veía que me había desahogado por lo que no había bronca luego. Claro que tampoco había relación alguna ni futuro, y cuando empecé a gritarle por eso pensaría que era como Pedro y el lobo y tampoco me hizo caso. Y ahí terminó todo entre los dos. Creo que es un arte el saber cuándo hablar y cuándo callar, sobre todo con tu pareja, pero eso genera aún más estrés…Por eso hay tantos divorcios.

Comentarios

Wilson ha dicho que…
Hola,

Creo que debes valorar lo que tienes y lo que has conseguido y no angustiarte/cabrearte por lo que no tienes.

Mira a tu alrededor, hay muchas personas infinitamente más desgraciadas que tú.

Me atrevería a decir que tú único problema serio es lo de no ser madre. Bien, traza un plan de acción que bien podría ser ir a saco con lo del tratamiento de fertilidad, dale prioridad absoluta.

Si al final tienes el ansiado bebe perfecto. Y si no puede ser, pues vete por la vía de la adopción.

El resto de "problemas" que describes no lo son tanto. Vete un día a las 5 de la mañana a Mercamadrid a ver a los currelas descargar los camiones y luego me cuentas.

Todo esto te lo digo con cariño, respeto y admiración (me encanta tu blog). Yo también era de quejarme mucho y un día me di cuenta de que en vez de quejarme debía dar gracias por lo que tengo.

Un bso y ánimo

W.
Julio Castro ha dicho que…
Me creo que has escrito este post en pocos minutos. Se ve que eres muy rápida e inteligente. Lástima que carezca de 15' para leer todo el post.
Sólo 1 comentario: posiblemente seas alguien especial. Simplemente tienes que descubrir qué puedes hacer por el mundo (pensar al revés deja pocas salidas dignas). Y siempre se puede hacer el bien.
Pido disculpas si te ofendo.

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