Estrés, escuatro, esquince

Estoy vivita y coleando, sí. No me he ido con el perrito Pancho a vivir la Dolce Vita las islas Fidji, qué más quisiera!
La verdad es que tenido un pico de trabajo horroroso. Bueno, más que un pico ha sido una cordillera entera, y lo más parecido a la del Himalaya.
El problema no ha sido en sí las horas dedicadas al trabajo, que de hecho hace diez años tenía días todavía mucho más agotadores en cuanto a horas dedicadas. No, el problema de este último mes ha sido el estrés provocado por un “mal rollito” fraguado con el cliente que ha ocasionado que me sintiera agotada moralmente. De las sesiones maratonianas eso ya no hablo.
Es por eso que llegar a casa a las once de la noche con la sensación de que mi vida es una mina profunda de la que salgo de noche para comer una lata de cualquier cosa e intentar dormir unas horas es algo que cada vez me está deprimiendo más. Antes tenía mala leche y estaba de uña, ahora ya no tengo ni ganas de cabrearme, ya no me quedan ni fuerzas.
Es difícil explicar la situación si uno no ha vivido situaciones semejantes. Veréis: Todo empieza cuando se elabora una oferta para conseguir hacerse con un proyecto. Generalmente los comerciales trabajan porque la oferta se gane y hacerse con un contrato suculento. El caso es que la Administración Pública está muy rácana y ata los expedientes de tal manera que si te descuidas tienes que incluirle tres mamadas gratuitas a la semana y dos sodomizaciones al mes. No os riais que con el actual Gobierno todo se andará.
El problema es que el comercial no negocia todo lo que debiera negociar, o al menos no todo lo favorablemente para los departamentos técnicos que tenemos que fabricar la solución y dar el servicio.
El problema viene cuando el cliente reclama lo que le ha prometido el comercial y tú no se lo das. Ahí empieza el mal rollo, sobre todo porque no sabe si es que le ha engañado el comercial, mi jefe o yo que soy una tocapelotas.
Generalmente los clientes piden la Luna por defecto. Y hacemos caso omiso o lo más probable, toreamos la situación y damos largas a todas las fantasiosas demandas que nos hacen los clientes.
Otras veces ocurre que uno hace tan bien su trabajo que el cliente se vuelve “celoso” de la autoridad que el jefe de proyecto cobra dentro de la organización anfitriona y tiene que encontrar algún modo de desacreditar la fama del “recién llegado”.
Sea el caso que sea, me he encontrado con jornadas dobles maratonianas intentando despachar demandas un tanto peregrinas, dando explicaciones a mis jefes que ven que peligran sus ingresos, y revisando milímetro a milímetro tanto los pliegos del cliente como una oferta o un contrato en el que, por desgracia, no he podido intervenir en su momento pero al que me tengo que someter aunque sea dejándome la piel a tiras hasta las mil.
Si el problema pasara porque yo me quedase trabajando todos los días hasta las cuatro de la mañana en el cliente, hasta es posible que fuese más factible.
El problema es cuando las demandas requieren que mis jefes ganen menos dinero porque me tengan que pagar viajes o equipamiento que no estaba contemplado, como así está siendo.
Se crean situaciones muy confusas, entre otras cosas porque incluso internamente tengo la sospecha de que nadie confía en nadie plenamente. Yo misma empiezo a volverme paranoica pensando en que hay una confabulación de los Iluminati para quitarme por medio o, lo que es peor, vender mis despojos al mejor postor. Empiezo a sentirme como una vaca en la feria de Torrelavega, no sé si me llegáis a entender. El problema mío es que, a diferencia de la inocente cuadrúpeda productora de lácteos, yo sé que están postando por mis servicios descaradamente.
Si en vez de consultora informática fuera una lumi de lujo, la situación análoga sería a la de que mi cliente no paga porque mi chulo le había prometido que le iba a hacer una supercubana una megatetona pero al ver el estado de mis tetas que no daban para envolver el cimbel del afortunado, estuvieran ahora discutiendo de si mi talla 95 era o no la adecuada y a quién le toca pagar la silicona .
Cambiando de tema (este es un rato deprimente), os tengo que dar la buena noticia de la temporada: Aprobé el examen de francés y paso a Intermedio II (antiguamente cuarto más o menos). Pero el problema ahora es el alemán. Si no apruebo este año, no me dejan repetir. Madre mía que cruz!!!
Más temas: A consecuencia del estrés , la progesterona ha andado haciendo de las suyas y así se me ha retrasado la regla. Confieso que me he hecho de esos test de embarazo que venden por internet (no tenía ni tiempo ni ganas de arrastrarme a las doce de la noche a buscar un palito de esos que te cuestan doce euros y te dicen la misma sandez que los de un euro que compro por internet y me llegan por mensajero o por contra reembolso).
El problema es que una de las tiras estaba mal y se emborronó de rosa la segunda línea con el consiguiente susto de muerte.

Como había vaciado la vejiga y me tenía que ir a currar de inmediato, me tiré todo un día pensando que un espermatozoide furtivo y solitario de mi novio (le puse el nombre de McGyver como la serie esa del buenorro que encandila a las cuñadadas de Homer Simpson), se había conseguido un machete, un subfusil y siete latas de glucósidos junto con piolets y material de escalada y había conseguido llegar hasta mi trompa izquierda desde la entrada de mi vagina (huelgo decir cúando y cómo cabe cierta posibilidad remota), había montado una tienda de campaña durante ocho días (normalmente mueren en 48 horas en las mejores condiciones posibles).

Después el espermatozoide McGyver habría estado esperando que una inocente ovulita saliera de mi ovario desprevenida, la habría capturado reduciéndola, la habría desnudado de su capa externa (la capa pelucídica) él solito (normalmente hacen falta un montón de espermatozoides), después habría entrado de cabeza él solito y producido un hermoso zigoto. Pero aún habría más: El llanero solitario habría empujado él solito el zigoto hasta el útero y con superglue habría pegado el zigoto al endometrio consiguiendo una perfecta mórula. Luego, por si la regla quería hacer de las suyas, habría apilado capas del trophoblasto (capa inferior del útero) amontonándola a la entrada del cuello de útero para cerrar el paso a los agentes exteriores que pudieran cargarse el embrión. Así mi héroe solitario habría producido un embarazo con tan solo una probabilidad de una entre… ¿mil? ¿diez mil?
Vale, el estrés laboral tiene mucha culpa de este tipo de fantasías estúpidas. Pero si una paloma blanca es capaz de anunciarse a una virgen judía y dejarla embarazada, lo mío que es más factible… Bueno, ya vuelvo otra vez a desvariar.
Lo más gracioso es la cara de partirse de risa que ponía S cada vez que le contaba mis historias de supuestos espermatozoides solitarios esperando días y atrincherándose para asaltar ovulitos indefensos… Creo que este novio mío ya no se sorprende por nada. Me olisqueó el aliento el viernes y sentenció tal cual:
- Te va a venir ya la regla, hueles a “eso”.
Dios mío, ¿con quién estoy saliendo? ¿Con un adorable experto en leyes laborales y convenios o con un chucho de la policía antidroga?
Claro que yo también tengo buen olfato cuando le sentencié el otro día:
- Has vuelto a fumar, no me engañas.
Y tuvo que admitirme que algún cigarrillo había probado…
No me imagino a ninguno de los dos echando una canita al aire, porque antes de confesar el desliz ya habríamos tomado muestras del ADN del cuerpo del delito y puesto la prueba en el juzgado junto con la demanda de divorcio…
Por cierto y hablando de estos temas, ayer que fue el cumpleaños de mi ex novio “X” con el que rompí hace más de diez años, me salió con eso de que yo era peor que “S” porque él al menso se había casado y luego divorciado pero que yo prefería no casarme y tener a los novios como “maridos en B” para luego no complicarme la vida al partir peras.
La gracia me la puso luego “S” cuando replicó a la gracia de mi amigo “X” que a él no le iba a hacer eso de tenerle como “marido en B”.
¿Cómo me tengo que tomar la frase?
Luego me aclaró en privado la cuestión, en fin, que a veces me quejo de que los chicos con los que salgo se toman la relación a chufla y de este…Miedo me da por lo en serio que se la está tomando cuando todavía no llevamos ni cinco meses. ¿O me da a mí más miedo lo en serio que me la estoy tomando yo? Espero no cagarla en un sentido o en otro, es lo único que puedo decir.

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