El limbo

Hay muchas definiciones de la palabra "limbo".

Está la definición religiosa, como sitio en el que pululan los que, aún sin haber cometido pecado alguno, no han sido bautizados, es el primer círculo de Dante, la antesala de los infiernos.

No estoy muy puesta en teología, pero creo que hace años el papa anterior abolió dicho lugar y dijo que al menos los bebés no bautizados podrían ir al cielo, ya que no tenían edad de decidir sobre si bautizarse o no. No sé, me parece curioso ese tipo de decisiones, pero viendo cómo funcionan las cosas en las altas esferas ya no me sorprende nada.

Otra definición de limbo viene dada por la película "Origen" y el mundo onírico. Aquí el Limbo significa el sueño eterno sin despertar, donde el tiempo no pasa, y la mente del soñante se pierde en la eternidad, aunque en tiempo real de sueño sean segundos. Sospecho que todos pasamos por ese limbo todos los días y por eso nos despertamos frescos cual servidor reseteado.

Pero el limbo del que voy a hablar es del administrativo, ese limbo en el que estamos todos los que aprobamos la oposición hace ya un año, que hemos pasado el Curso Selectivo y que estamos a la espera de destino, estando en la situación de funcionarios en prácticas los que accedimos de la calle por libre. De este modo, no podemos trabajar en nada (ley de incompatibilidades), no estamos prestando servicios plenos en ninguna administración y estamos a la espera de nuestro destino sin tener más indicaciones que rumores y alguna que otra alma piadosa de Función Pública que nos cuenta al menos cómo va el proceso de nuestra incorporación pero sin fechas claras, todo difuso.

¿Nos podemos ir de vacaciones? Hombre, algunos lo hacen, a riesgo de que un día tengan que regresar corriendo a hacer gestiones (espero que este año siga la moda de hacerlo por vía electrónica). Pero no es como para coger e irse a un desierto australiano a perderse dos semanas como el Ultimo Superviviente. Hay que estar en un sitio con internet y buena cobertura del móvil, y revisar a diario que no haya alguna novedad. Y a poder ser a menos de mil kilómetros de Madrid, por si hay que volver corriendo.

También ocurre que con el salario del funcionario en prácticas, si tienes obligaciones familiares, para pocas vacaciones molonas da el tema. Ojo, que no me quejo, porque demasiado que te paguen algo para no estar dando el callo, pero es como el paro, para que os hagáis una idea.

Además, yo que soy chica disciplinada, me obligo a estar al día y apuntar a cuanto seminario o evento profesional me puede venir bien para mantener el cerebro al día en lo mío.

En lo personal tengo muchos frentes abiertos. Los más importantes son dos:

El tema de mi tratamiento de fertilidad, que ahora se complica si tenemos que ir mi marido y yo a Valencia a la gurú de los casos imposibles (no voy a decir su nombre pero la mayoría de las que están en estos temas van a pedir a este paso su canonización).

El tema de mi padre, que es muy mayor y cada día está peor, pero al parecer no tan mal desde el punto de vista de los médicos de su hospital para atreverse a hacerle un informe para que podamos ingresarlo en una residencia pública o privada con ayudas. Lo de las ayudas a la dependencia da para escribir ocho post de lo mal que está, ya que la crisis se ha cebado con los más desfavorecidos y sus familiares. En cuanto a residencias privadas, habría que poner cuatrocientos euros por hermano para poder costearla. Con dos hermanos en el paro y una hermana mileurista (y bueno, yo misma en el momento presente) la cosa pinta muy mal.

Luego hay cosas menores, amigas que están dando a luz al mismo tiempo (son del grupo de fertilidad, no es que todas mis amigas se hayan puesto de acuerdo), algunas con complicaciones, la dieta, el gimnasio, adecuar la casa donde vivo, atender otras obligaciones profesionales ahora que tengo tiempo...

Pero al final ciertamente me levanto pronto todos los días y me acuesto tarde. No sé cómo lo hago pero caigo agotada en la cama.

Eso sí, la verdad es que feliz de poder organizar un poco mi agenda y no tener la monotonía que tenía hace año y pico: Doce horas o más de curro, dos o más de estudio, a veces pero sólo a veces un poco de gim y el resto tareas domésticas o hacerme pruebas médicas.

Hace poco vi a un amigo que me dijo que este año había rejuvenecido un montón. Espero que siga la racha y dentro de diez años en vez de los cincuenta y seis, aparente treinta o menos. Ya sé que es imposible sin pasar por un cirujano plástico, pero creo que mucho de nuestro cuerpo está en la mente y viceversa.

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