Borrón y cuenta nueva

Como algunos ya sabéis, el resultado del test de embarazo salió negativo. Algo me decía en mi interior que iba a salir así, porque no tenía el feeling, ese feeling que he tenido las dos veces que me he quedado embarazada de forma natural y que me ha movido a correr a hacerme un test de embarazo. No sé por qué pero tengo sexto sentido y sé cuándo sí y cuándo no.

Pero no voy a explayarme sobre mis corazonadas y mis presuntos poderes adivinatorios (esto daría para ocho entradas de blog). Voy a centrarme en el aquí y ahora del resultado.

Las que llegamos a ovo después de haber superado el duelo genético estamos convencidas de que nuestros múltiples sacrificios pasados se verán inmediatamente recompensados con un sanote bebé la primera vez que accedemos a este tipo de tratamientos.

La realidad es que no es así. Primero porque, como en mi caso, existe la sospecha de que, o bien los óvulos de la donante no estaban mucho mejor que los míos a pesar de mi "avanzada edad para tener hijos", bien hay factor masculino no muy bien tenido en cuenta (hay machismo en el tema de los tratamientos de fertilidad, y quién sabe si un malsano intento por colarnos siempre lo más caro en vez de usar algo más sencillo como una donación de esperma).  O bien el laboratorio de la clínica donde estoy ahora no tiene la pericia adecuada para conseguir embriones mejores. No lo sé, algo raro hay en el hecho de que los embriones conseguidos sean menos cantidad y de igual o peor calidad que usando mis óvulos. Y, aunque me aseguraron que la clasificación en A, B y C es puramente por cuestiones morfológicas, lo cierto es que ya me fui con la mosca detrás de la oreja el día de la transferencia, y empezó a rondarme por la cabeza el ir a ver a alguien experto en el tema, aunque tenga que desplazarme cuatrocientos kilómetros.

Finalmente, mis sospechas se confirmaron. Y ahora no podré visitar al gurú de fuera de Madrid hasta julio, pues me piden que vayan después de una regla como Dios manda.

Ahora mismo, a día de hoy, no me ha bajado ni la regla del reseteo. Tranquilos que bajará. Lo bueno de escribir este blog es que ayer, más de 60 horas tras dejar la medicación y un tanto mosca por no ver sangre roja (ni roja ni marrón ni siquiera verde) al ir al baño, he consultado cómo fue mi anterior invitro, y ocurre que tardó como cuatro o cinco días en bajarme la cosa menstrual. Bueno, espero que no se retrase todo tanto que nos metamos ya en la visita en agosto, que tampoco podría ser porque el médico que menciono se cogerá vacaciones ese mes. Cumplo 46 años a mediados de julio, parecería que soy una histérica impaciente, pero no es así, me queda muy poco tiempo para que me descarten en cualquier clínica, cada mes cuenta...

Y sin embargo, tengo que estar tranquila y cuidarme mucho. Este fin de semana pensaba cogerme la cogorza del siglo y llorar las penas con una botella de tequila. En vez de eso me fui a un concierto de Bach y lloré discretamente  con la virtuosidad del organista. Por la noche, un par de vinitos blancos y algo de picoteo. No fui niña mala. También es cierto que la tremenda jaqueca no me dejaba en paz. Hoy ya ha desaparecido, pero todavía mi organismo tiene que seguir depurando los millones de chutes de hormonas y otras cosas que me pinchado.

Así que me he decidido a hacer una dieta depurativa y desintoxicante. Una amiga me ha pasado una chuleta de la dieta de una semana para limpiar los órganos internos. Básicamente, mucho limón, mucho caldo de verdura, mucha fruta y verdura y algo de leche (en mi caso lo voy a sustituir por kéfir de cabra, que la leche me sienta mal).

Así que borrón y cuenta nueva. Ni cogorzas ni llantinas. A perder los dos kilos que he cogido con la invitro y si es posible, alguno más. Vuelta al gim y al entrenamiento duro y vuelta a tomarme la temperatura y los pipipalitos para localizar la ovulación. Voy a confiar en mi cuerpo. Si mis óvulos no son de buena calidad, al menos que lo sea el resto del cuerpo donde se alojan. Esta batalla no ha acabado. Por lo natural, artificial, por adopción, por la medicina occidental, la oriental o la made in Bridget, conseguiré ser madre. Incluso si no pudiera embarzarme, iré a los confines del mundo a por mi niño.

Lo importante aquí no sólo soy yo, es mi marido O. Sé que él  se ha llevado tanto palo como yo, no podría ser de otro modo. Pero es práctico y confía en mí y en mi saber hacer. Lo importante es que estamos juntos en este barco, así que, aunque pensaba ponerme un poco a trabajar en mis tareas pendientes este finde, he dejado cosas aparcadas para estar con él, como la pareja que somos, que los tratamientos de fertilidad tratan al hombre un poco como a una mantis religiosa macho.

Me gustaría contaros algo divertido, pero ahora mismo no estoy de humor, se me pasará, y pronto volveré a estar al cien por cien, o mejor, al trescientos por ciento.

A todos los que me habéis escrito (no publico comentarios salvo que sean de interés general, pero los leo), deciros que muchísimas gracias. Y que me sigáis leyendo, porque seguiré luchando en todos los sentidos: Maternidad, trabajo, estudios, etc.

En cuanto a mis perspectivas laborales, hay rumores de que en breve nos ofrecerán las plazas para elegir y que es posible que en julio ya nos incorporemos. Como todavía no hay nada oficial, yo sigo a la expectativa, con mis tareas, mis gestiones y prosiguiendo mi formación con eventos y cursos, como hago siempre.

Por cierto, hablando de gomas de borrar, me ha venido a la mente esas gomas chinas de la infancia con olores tan buenos. Parece ser que las retiraron por ser tóxicas. A buenas horas, yo me he zampado decenas de esas gomas cuando me sonaban las tripas. ¿Será por eso que mi generación padece de infertilidad?

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