La amistad en los tiempos del Whatsapp
Hace mucho que no escribo, os pido disculpas,
la vida de madre, trabajadora a tiempo completo y estudiante universitaria todo
junto no da ni un respiro. Si hace años me quejaba de la cantidad de trabajo
que tenía encima no sabía ni lo que se me avecinaba al ser madre.
Al menos desde hace tiempo la peque duerme de
un tirón, si bien es agotadora durante el día y te faltan ojos, manos y
paciencia, sobre todo paciencia…Los hijos agotan sobre todo los nervios, hay
que estar todo el día peleando para que sigan las normas mínimas. Te llevan al
límite, te miden para ver hasta dónde te pueden torear, te chantajean
emocionalmente con carantoñas y esa risita adorable…
En el cole y la guarde ya me previnieron de lo
tremendamente manipuladores que son los críos y me dieron las pautas para
educarla lo mejor posible. Aun así, no soy buena madre, nadie lo es. Y menos
cuando te faltan horas en el día y estás hecha un trapo literalmente.
Lo que no me esperaba y me ha ocurrido
recientemente es tener que lidiar también con “niños” pero en el mundo laboral.
Debo ser yo ya muy “viejennial”, pero es que, como ya dije en un post hace
tiempo, los milennials o incluso centennials que voy conociendo en mi mundo
profesional creo que necesitan una mili de tres años como la que hizo mi abuelo,
porque ni con tres buenas guantadas se les quitaría la tontería tan supina que
tienen encima.
Lo siento, debe ser que las hormonas al pasar
la barrera de los cincuenta me hierven la sangre, pero es que no entiendo que
haya gente ya bien entrada en la veintena o incluso con treinta años que no
sepa ya cómo funciona eso de cumplir en el trabajo y te vengan con idioteces
tales como (real, esto me ha pasado):
·
“Hoy no he venido a trabajar porque he trasnochado viendo GoT, o
sea Juego de Tronos”.
·
“Hoy no puedo ir a trabajar porque no sé dónde he puesto la copa
menstrual” (yo ni sabía lo que era esto, al igual que mi madre no sabía lo eran
las compresas o los tampones, ella usaba saquitos de gasas rellenos de algodón
llamados “paños higiénicos” hasta que la puse al día).
·
“Hoy es que me viene muy mal quedarme a terminar este informe
porque es Black Friday y tengo que hacer las compras de Navidad en Amazon”.
·
“Hoy me tengo que ausentar cuatro horas porque tengo cita con mi
terapeuta porque tengo Asperger como Greta Thunberg” (nuevamente dos cosas que
no conocía, ahora llaman Asperger a ser un malcriado iracundo y la Greta esa
junto con Rosalía llenan estadios y manifestódromos con sus estilos
peculiares).
·
“No puedo aceptar este trabajo porque no hay parking habilitado
para mi vehículo eléctrico”.
·
“No puedo aceptar este trabajo porque no hay máquina de vending
con comida vegana”.
·
“No puedo aceptar este trabajo porque no me da tiempo a llegar a
la clase de Cupcakes, patchwork, Book Scraping, birkham yoga…(los milennials
tienen mucho tiempo libre)
A mí se me ocurrirían cosas mejores (y reales) para
ausentarme del trabajo tales como:
·
Llevo un año sin poder dormir (mi hija no para de llorar de día
y de noche) y ayer me desmayé en un sofá, y menos mal que no abrí la cabeza, vi
el reloj y apenas me he podido duchar…
·
Tengo cincuenta años y no tengo reglas, tengo hemorragias,
auténticos shocks hipovolémicos y de usar copa menstrual tendría que ser del
tamaño de un barril de cerveza…
·
Mi hija es una sádica y tengo la cabeza como una zambomba
después de ver dieciséis veces Frozen y catorce veces Toy Story.
·
Tengo que ir a atracar una farmacia para conseguir urgentemente ibuprofenos,
me levanté con 38 de fiebre (mi hija está vacunada del sarampión, pero a mí no
me vacunaron jamás), y no he podido ir al médico (el cole cerró más pronto para
que todos puedan irse de puente) y no pude ir a pillar receta (ahora debe ser
que el ibuprofeno y el nolotil lo han equiparado a la cocaína y a la heroína) …
·
En el cole hacen una función y a mi hija le ha tocado vestir de
cebra en Navidad (Belen africano…Oh my God). Y digo yo…¿No pueden vestir de
reno o de angelito que de eso lo encuentro fácil en el chino de mi barrio? Me
tengo que surfear todo Amazon, AlienExpress y recorrer cuatro hiper stores asiáticos
en polígonos donde igual me tomen por apetitosa milf y me pidan precio
Ya lo último de los milennials es su obsesión por las redes
sociales. Obsesión por los selfies, por la imagen, por el postureo. Por los
likes y cómo no, sus odios, sus “No me gusta” y sus idioteces tales como
bloquearte. ¿Alguien puede ser tan cobarde como para no decirte a la cara:
“Pesado”, “Idiota” o bien: “Paso, tengo otro, otra”; “soy gilipollas y me he
apuntado a un curso de monje tibetano y he hecho voto de silencio los fines de
semana” ... Qué sé yo. Cualquier cosa menos bloquearte, colgarte o dejarte a
medias de algo que estás comentando medianamente serio… Pues hay gente así.
Emocionalmente tocada por no decir como una cabra. Y las redes sociales son su
arma. Porque se esconden con ellas o las usan para golpearte.
Igual que las Apps para ligar. ¿Qué mierda es esa de poner tu
foto de cuando tenías 15 años retocada con otra app tipo Photoshop y tirarse
horas vacilando con mensajes a otro/otra igual de idiota que tú que ha puesto
la foto del o de la modelo que tenía más a mano en internet?
Hay gente que se tira horas y horas. Luego queda en algún sitio
a tomar algo y mira, con suerte le toca un orco con modales de troll. Ves el
programa ese First Dates y es para echarse a llorar, ya no es cuestión de lo
feos o feas que sean. No, a mí me gustan los feos si tienen su sex appeal, su
“savoir faire”. Se trata directamente de gente insustancial, gris, choni, cani…
Llamadme vieja pero ay, no sé, dónde está Humphrey Bogart, Clark Gable, Erroll
Flynn, feos pero con dignidad…
En el peor de los casos, quedas con un tío/tía del Tinder y te
toca un psicópata que te viola y
descuartiza…
Vale. En el mundo viejennial de ligar en bares también te podía
pasar, me han tocado muchos insoportables, algún psicópata y todo, pero perdías
unas horas, no semanas pelando la pava virtualmente. Y el género estaba a la
vista por muchas luces estroboscópicas y mucho rímel y wonderbra que te
ayudaran.
Transigí con el Whatsapp y maldita la hora en que lo hice, he
malgastado mucho tiempo con gente que le sobraba tiempo y que pretendía ser mi
amiga, y sólo buscaba charleta, o consejo profesional, o qué se yo. Este año
2020 me propongo cortar de raíz este tipo de falsas amistades. Llamadme viejuna
pero no voy a considerar amigo a nadie a quién no se den todas estas
circunstancias:
·
Lo conozca de hace más de 5 años.
·
Haya estado en su casa y viceversa tomando café al menos.
·
Nos hayamos pillado juntos una buena borrachera y acompañado a
vomitar llegado el caso.
·
Hayamos pasado al menos un fin de semana juntos de excursión,
vacaciones o lo que sea.
·
Hablemos por teléfono (y no sólo por whatsapp) al menos tres
veces al año.
·
Nos veamos al menos una vez al año (en persona, Skype, zoom o
videoconferencia no cuentan).
Con
estos requisitos me quedan a ver… Ohhh, cuatro amig@s ¡!!! Pues a la salud de
ellos brindo por el nuevo 2020. Viva la amistad viejuna y no virtualizada ¡!!!
Comentarios