EL FINAL DEL VERANO

 

En nada se acaba el verano y tengo la sensación de que no me ha cundido nada. Debe ser que entre ocuparme de mi hija durante más de mes y medio, el trabajo el resto del tiempo y encima hacer mil y una gestiones me ha llevado demasiado tiempo.

Aun así he podido tener tres días de escapada a la playa (Benidorm toujours mon amour), haciendo las cosas locas que suelo hacer allí como es cantar en el Karaoke, montar en el toro loco hasta acabar con moratones y beber cócteles exóticos con nombres impronunciables mientras veo espectáculos que no se suelen ver en cualquier sitio, como es el de una demonia azotando con un látigo el trasero desnudo de los que se subían al estrado y se bajaban los pantalones, o una rubia con peinado a lo Khaleessi que se despelotaba y hacía malabarismos con antorchas en llamas.

Lo otro, el rollo playero y deportes acuáticos pues también, pero eso no es patrimonio exclusivo de Benidorm claro está.

Con mi hija no me he ido a ningún lado fuera de Madrid, es muy pequeñita y es muy difícil organizar nada para ir yo sola, quizás otro año si me organizo con un grupo de monoparentales o me hago mamicomuna con alguna otra madre mejor. Además sigo sin coche y eso limita mucho. Y el que cada vez que me baje la regla pierda un litro de sangre (y no exagero) también me da un poco mal rollo para ir con mi hija por ahí, que con ese mal cuerpo no está servidora para corretear detrás de un trasto de cinco añitos.

Total, julio tiré de campamentos urbanos y teletrabajo para cuidar de mi hija y esta segunda quincena de agosto con la niña en casa yo de vacaciones de la oficina, mientras intento hacer algún trabajito extra (la vuelta al cole es muy cara y se está poniendo todo carísimo) como es el elaborar material para opositores, también intento que la peque, entre remojón y remojón de la piscina, aprenda por fin a leer. Yo a todo esto sigo blanca, no ya tono inglesa lechosa recién llegada a la playa sino más bien tono Cristina Pedroche cuando no puede ir en tres meses a darse rayos UVA.

Preguntaréis qué tal llevo el tema amoroso después de ya más de cuatro meses divorciada. Pues mal, muy mal, pero casi mejor así, al menos no me han roto el corazón, porque, como la medusa inmortal, no tengo (aunque creo que la medusa esa no tiene cerebro tampoco). En cuatro meses he tenido muy escaso el tema de ligues. Además, me estoy volviendo perezosa, porque ya no me gusta ir de caza ni nada, me he dado cuenta de que para un revolcón de, como mucho, una hora, el tener que dedicarle doce horas a prepararme, a saber: Depilación de piernas, peluquería, pedicura, manicura, preparar ropa, preparar maquillaje, chatear quince veces para ver dónde quedar, cómo quedar, que si un buenos días por aquí, que si un buenas noches por allá hasta llegar al definitivo, un “Olakease, en mi casa o en la tuya…”, da mucha guerra, muchísima guerra. Y eso si no se malogra, como hace un mes, yo ya dispuesta, el chico dispuesto, yo depilada, exfoliada, vesitido de perri, mi hija con su padre, mi casa limpia, cervecitas en la nevera y… Toma tomate Orlando que después de mes y medio missing, me baja la regla. No me lo podía creer, que no tenía otro día más para bajarme la muy hdp que ese … Y mis reglas precisamente discretas no son como para darle al tema sin más… Ya hasta la siguiente conjunción de los astros que no vuelvo a ver a este chaval… A ver, que no es más que un antiguo ligue de hace más de veinte años, que por algún motivo sigue queriendo tema conmigo, pero el chico está bastante de buen ver, y para un rato hubiera venido bien.

Luego está el tema de ligar por Internet. Muy mal, rematadamente mal, no tengo paciencia, enseguida pulso el “bloquear contacto” y a tomar por saco, pero de verdad que hay tipos no ya insulsos, horrorosamente amorfos, que dan grima porque salen en Tinder que se supone que escoges tú la foto, y eligen la más espantosa, sino que además escriben cosas que dan auténtico pavor como (totalmente verídico, transcribo saludo a mi cuenta de Facebook) : “heres mui ermosa, yo soy chico, de coslada, qiero mujer para casarme i tener muchos igos, si tu heres buena para mi bendiciones de jeoba, dejé los tragos nomás ará seis años i aora busco mujer para hacer familia…” Ya me entendéis chicas, cateto de cultura machista que busca mujer para mejorar su nivel económico, procreadora y sometida… No pueden caber más estereotipos juntos leyendo semejante atentado a la ortografía, al sentido común y al flirteo.

Después de varios post de este tipo te dan ganas de borrar todos los perfiles en Facebook, Instagram, Tinder, POF y donde quiera que te hayas apuntado pensando que igual así conocerías hombres igualitos a Ryan Gosling. Está claro que los hombres guapos y/o inteligentes no se anuncian así, les vale con salir a la calle y sonreir a la primera con la que se cruzan… Total, he descubierto que a los hombres, guapos, inteligentes o feos y bobos les basta con que alguna mujer mona les haga caso y ya. No buscan catedráticas, no buscan mujeres pías, no buscan mujeres con buena conversación, no buscan mujeres despampanantes, no: Sólo buscan mujeres más o menos potables que estén ahí en su camino y disponibles. Así que mi suerte en el amor dependerá totalmente del azar, de que un día Ryan Gosling venga a España a promocionar su próxima película, decidan rodar en el descampado enfrente de mi casa y, de repente, le entre antojo de tortilla precocinada y me lo cruce en el Mercadona. Si ese día no estoy con la regla y encima voy depilada y con mi vestido rojo de perri, igual me lo ligo…

Pero la realidad es que por Internet, sorteando bots de estafas y similares que son más del 90% de esas cuentas, como mucho das con un hombre todavía más penoso que mi ex.

Menos mal que todavía sigo conociendo gente nueva saliendo por ahí. Y aquí viene mi segunda parte, no voy a dar nombres de sitios porque no me digan que hago publicidad negativa pero resumo un poco mis correrías nocturnas (exceptuando Benidorm que, como Las Vegas, que lo que pasa allí queda allí, solo doy unas pinceladitas…).

Hace casi dos meses, salgo con una amiga hasta las tantas de la madrugada a un sitio de música para gente variada, pero la música más bien tirando años 80 a 2000, popera y similar (nada de reggaetón a Dios gracias).

¿Qué gente conozco allí (no digo posibles ligues sino gente en general)? A una chica habitual del garito que bailaba un montón y animaba el sitio, vestida de negro, tipo gótica, pero muy mayor y no muy guapa, la verdad, muy artificial. Olía a pachuli que tiraba de espaldas, y es un olor que le gustará mucho a algunos/algunas pero a mí me repele. De todos modos, fue lo mejor del local porque sigo contando…

Un chico joven y guapo, un morenazo… Pero hasta ahí, de lejos bien. De cerca primero pensé, venga, la edad no importa, el Apolo ha bajado y está hablando contigo, te ha mirado las tetas, esto promete, pero… Dios, olía a whisky barato que daba nauseas. Y hablando, además de la peste a alcohol tenía un deje de cateto profundo que madre, se tambaleaba, y seguía queriendo que tomáramos algo… Salí huyendo. No tengo tantas tragaderas como para enrollarme con tíos así. ¿Igual el problema es que yo no estaba borracha?

Bueno, entraron luego unos cuantos tíos muy frikis, pero lo habitual. Total, las cinco de la mañana, noche rara, buena música, los pies destrozados, cero resaca.

Dos noches más que salí sola a un evento de singles (sí, repetí, soy así de masoca…):

Hombres de mucha edad (me hacían sentir yogurina), muchos sin pelo o peor, con peluquín,  y con dentadura postiza, apostados en la barra como leones acechando gacelas, olor a Brummel que vaya peste… Mujeres que iban como árboles de navidad vestida (escaparates, ropa muy cara, laca a cubos,  joyas de bisutería cara pero todo fachada) también mayores. Todos expertos en bachata.  Demasiado para mí… La segunda vez había más jóvenes, hablé con un par de ellos. Uno no se había casado y vivía con su madre… Me recordaba al de Psicosis. Otro se había divorciado ya dos veces, malo, malo, una es error ajeno, la segunda ya es sospechoso, encima sin pelo, simpático eso sí.

El resto de veces he quedado con amigos/amigas, sola o con la peque, casi siempre a centros comerciales, a cenar de tapas o similares. Buenos momentos eso sí, pero tranquilito todo, en ningún caso he acabado cerrando bares de madrugada. Estoy perdiendo facultades… O quizás debo empezar a frecuentar botellones en los parques con gente de veinte años… Quién sabe…

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