AÑOS, VINOS Y AMORES
Los italianos, que son grandes
vividores, tienen un refrán muy curioso que reza: “Anni, amori e bicchieri di
vino non si contano mai”, que viene a decir que es no hay que ir por qué
contando estos tres asuntos, es de mal gusto.
A mí me pasa algo parecido. Mi
hija hace tiempo me preguntó cuántos novios había tenido yo. Y lo primero que
me vino a la mente es… ¿Y qué es un novio? Porque a los trece años, el novio es
el chico que te coge de la mano y te das un piquito, a los veinte, el chico con
el que te has acostado al menos tres veces en estas dos últimas semanas, pero a
partir de los treinta te das cuenta que ambas suposiciones anteriores son
erróneas y ya, cuando llegas a mi edad actual (que ya como digo, no voy a
contarla más, será X sin más), ningún parámetro salvo si acaso algún vínculo
como un hijo en común, una casa compartida o una mascota, pueden darte una idea
de lo profunda que fue la relación vivida, de modo que hay hombres a los que
les daré una letra en mi diario, y otros a los que sólo me referiré vagamente.
Igual pasa con los vasos de vino.
A los once años te tomas un culín de vino en una fiesta familiar y te pones que te da vuelta todo, tus abuelos
te ven tan gracioso y todos riéndote la gracia... A los dieciseis te tomas un
mini de calimocho y ya vas entonadita, intentado mantener la vertical caminando
cuando entras por la puerta de casa para que tu madre no note que vas “un punto
más”, pero a mi edad te vas tomando vinos en plan random con los amigos en una
comida de sábado y te das cuenta con horror a las seis de la tarde que ya te
has pimplado una botella casi entera de Ribera del Duero y dos gintonics de
postre. Y todavía queda la noche que también promete que te vas a poner fina…
Ya sé que vais a decir que soy un poco borrachuza, pero es que, con la vida que
llevo de estrés laboral, la peque, mi ex dando por saco, es eso o atiborrarme
de benzodiacepinas, y la verdad, creo que está más rico el vino, se paladea
mejor, llamarme lo que queráis, soy una disfrutona, además mi hígado está ya
entrenado al vino desde niña, que la Quina Santa Catalina era lo que daban para
cualquier cosa: Si no comías, si estabas acatarrado, si tenías fiebre, zas,
ponche de vino huevo crudo y lo que surgiera de añadido, leche, miel, aceite de
ricino… De lo otro sólo lo probé una vez una pastilla hará como quince años
porque tenía una contractura lumbar que no podía ni sentarme ni ponerme erguida
ni ninguna otra postura salvo la fetal, y me dio un dolor a la vesícula que
para qué os cuento. El vino, definitivamente, es lo mío, si no se me diera tan
bien lo mío, me haría sumiller. Aún así, estoy con el truco de intercalarlo con
agua con gas: intercalar entre copa y copa, no echarlo en plan mezcla, como esos
que le echan casera, o peor aún, hielo, válgame el Señor ¡!!
De años no hablo. Hace poco
cumplió años alguien de mi oficina que ya consideraba yo muy mayor, viejo vaya…
Pero resulta que le llevo yo cinco años… Uff, qué corte.
Y esa es otra, porque yo me veo
muy joven y no me corto de alternar con los “yogurines”, pero es que no me veo
como una señora mayor… Pero, ¿cómo me ve la gente? ¿Me ven realmente joven o
una señora que de aquí a una década podría ir pidiendo ya la jubilación?
Pues bien, la semana pasada que
tuve un día de tranquilidad y libré de la peque, me fui a hacer una sesión de
“chapa y pintura” o sea a arreglarme el pelo y hacerme una limpieza de cutis.
La chica que me hizo el tratamiento facial, a la que le conté que me notaba un
poco descolgados los músculos faciales, va y me suelta… Es que a los cuarenta
ya se va perdiendo algo de tono…Vale, le dije mi edad, y me miró espantada,
algo así como si hubiese visto a Jordi Hurtado en versión femenina… Me sentí
como la protagonista de una película sobre una chica que nunca envejecía (Adaline creo que era el nombre) y tenía que
cambiar de identidad cada quince años para no levantar sospechas, acabó con una
hija que parecía su abuela y un novio que podría ser su bisnieto. Algo así
deberé hacer yo, creo. Según vaya siendo más mayor (en el DNI, iré diciendo a la
gente que tengo menos edad, para no asustar, de modo que mi verdadera edad sólo
la sabrá Dios, alguien de mi familia que no tenga ya Alzeheimer y Recursos
Humanos, así que nada de salir con alguien de ese departamento, nota mental).
El viernes pasado tuve también lo
que llamaría una revelación tipo venganza fría. Y es que en un garito al que
suelo ir los viernes que no me toca peque, me encontré a Mr. J, después de que
lo invitara a irse a la mierda educadamente allá por principios de abril.
Estaba solo, o creo que con un amigo (su amigo es muy bajito, a veces no sé si
está o se esconde…). El caso es que iba yo con un chico que conocí en otro
sarao y al que le prometí traerle unas postales de Santander (hay gente que
todavía colecciona sellos, monedas, postales, mariposas y cosas de esas que los
milennials consideran costumbres vintage…). El caso es que iba a quedar con él
por ese motivo (y para conocernos mejor) y justo me dejé en casa las postales.
Me da rabia porque yo nunca me olvido de nada, pero el asunto se justifica en
que el jueves, cuando preparé mi mochila para el día siguiente, tuve bronca con
mi “querido” ex marido, Mr. O porque, agárrense, quería montar en su moto a la
niña, con el cuento de que había vendido el coche, mención aparte las loqueras
económicas de este individuo, que cuando tiene algo de dinero le quema en las
manos y lo gasta en cualquier tontería, y luego un buen día se da cuenta de
que, tras dos años en el paro, no le queda ni para tomarse un café…. Ahora le
ha dado por la religión… Sigo diciendo que de buena me libré divorciándome…
Pero la niña es víctima colateral de sus loqueras, y estallé con él
amenazándole con denunciarlo si se le ocurría tal disparate…Eso hizo que me
acostara con muy mala leche y se me olvidaran los problemas del primer mundo,
como lo de las postales de mi amigo.
Además, el problema de discutir
con un ignorante, que es lo que creo que es mi ex maridito, es que, como decía
Mark Twain, discutir con un ignorante es una tarea ímproba, porque te hace bajar el lenguaje y el pensamiento a su
escaso nivel mental, y ahí te gana por experiencia… Seguiremos informando del
asunto, de momento a día de hoy he decidido no denunciarle y él ha desistido de
montar a la peque en la moto, lo cual incide en que mi hija ahora los viernes y
lunes que le toca recogerla y llevarla, ha vuelto a experimentar lo que yo todos
los días experimento, que es el peregrinaje agotador que supone ir desde donde
vivimos hasta cualquier sitio en el Norte de Madrid.
Al menos no se ha llevado un
pedruscazo por eso, como me pasó a mí el viernes noche regresando de la juerga,
que quitó de un plumazo la cara de reina victoriosa tras lo de J, porque unos “chavalotes
de barrio” (en el idioma de Torrente), se les ocurrió reventar de un pedruscazo
la ventana del búho en el que regresaba. Los cristales me hicieron cortes
superficiales en la zona del escote y me entraron instintos criminales…Pero
vamos, estos problemas ya no son sólo patrimonio de barrios de gente pobre,
porque el otro día se armó bien parda donde vivía yo antes por la zona del Bernabéu…
Más vale irse haciendo con un traje de antidisturbios para salir a la calle…
El caso, sin divagar mucho, es
que, para compensarle a mi amigo por el olvido de las postales, lo invité a
este garito pijo al que suelo ir por donde el Bernabeu, y ahí estábamos
disfrutando del concierto, cuando noto como que una mosca me pica el hombro…
Era J. Caramba, el caso es que estaba más guapo todavía de lo que lo recordaba,
pero yo ahí toda digna a la par que educada, le digo: “Hombre, pero mira qué
sorpresa, ya conseguiste librarte de tus ataduras de trabajo que te tenían
preso..”, a lo que él me responde… “Y yo te veo estupendamente recuperada de tu
operación”. Fijaos qué dos puyas cruzadas en lo que aparentemente son dos
saludos cordiales. Después me dijo de acompañarle a la barra a tomar algo,
imagino que la posibilidad de tener algo conmigo esa noche le hizo bajar su
nivel de pose… No piqué, no fuera que llevara burundanga o algo por ahí y me lo
echara en la copa…Le sonreí con mi mejor sonrisa, forzada y todo, y dije… “Gracias, pero no voy a dejar solo a mi
acompañante, ya si eso en otra ocasión…. “Me fui a la barra con mi amigo y
mientras, J se puso a tontear con un par de chicas estilo insecto palo mientras
de reojo calculaba si yo me ponía celosa. No entré a su juego y me fui, con mi
acompañante claro, del brazo. Si antes pensaba que J era un poco tonto del
higo, el viernes tuve la clara confirmación de que efectivamente, como dice una
famosa psicóloga de relaciones de pareja, he pillado a tiempo a otro tonto del
higo y me he deshecho de él sin que me suponga un problemón. Lo único es que, a
fuerza de librarme de este tipo de sujetos, me voy a quedar sola… Pero la mar
de empoderada, eso sí. De todos modos, comparada con la vida de casada
encorsetada que debe llevar la reina, que ya son veinte años, ya, doy gracias
de no haber sido objetivo de un Ken de la royal, la jet o similar. Por cierto,
que yo sí recuerdo que hacía el día de la boda de los actuales reyes, y desde
luego, no era ver la boda. Y tengo buena memoria porque se día estaba yo dando
clases de matemáticas como casi todos los sábados (para una ayudita del
hipotecón que tenía encima) a unos chicos pijos de una urba de Pozuelo que me
llevaron luego por la tarde a montar a caballo a un picadero por la Casa de
Campo, vino el padre (que era un divorciado encantado de sí mismo que no se
cortaba ni un pelo) a recogerlos y me tiró más que tejos piedras de molino, yo
ahí ni caso, por Dios, si era un tío de lo más estrafalario, en fin, la verdad
que me habría resuelto la vida, y los chicos eran muy majos, pero yo siempre he
sido una tía digna, y además poco tiempo después me cambié de trabajo y los
perdí de vista porque mi nuevo trabajo ocupaba más de ochenta horas a la
semana... Total que la lluvia me quitó de en medio a semejante plasta, me libró
de una buena caída de caballo (yo ahí en postureo dije que sí porque siempre me
apunto a un bombardeo, al menos en aquella época que estaba más fibrosa que un
marine), y me dio tiempo a irme de parranda con mis amigos del trabajo, a un
cumpleaños que celebraban en un garito por la zona de Guzmán el Bueno. Creo que
estuve hasta las dos o por ahí y me volví a casa. No recuerdo mucho más los
detalles, pero para veinte años, no está mal la memoria, ¿verdad?
Total, que como os cuento,
regresando del flashback este (me voy pareciendo a mi padre), que el viernes
pasado estaba radiante en el garito, había ido a la pelu y me había hecho una
limpieza de cutis, para los chicos que me leáis, si es que alguno tiene huevos,
no es eso de lavarse a diario con agua y jabón, con leche limpiadora, micelar,
nuclear o simplemente con dos toallitas guarrindongas mientras le grito a la
peque a grito pelado en la cena que se coma ya la verdura y deje de marearla.
Pues no: la limpieza de cutis consiste en que te exfolian la piel para quitarte
la capa muerta esa gris, te quitan las espinillas, puntos negros y esos pelitos
raros de las aletas de la nariz y luego te pasan una especie de maquinilla que
da como chisporroteos para cerrar poros y estimular el tono facial… Estaba muy guapa,
dentro de lo que cabe, y bien vestida. No siempre puede una desdeñar a un ex rolloamigo
, con pinta de diva y con un nuevo posible ligue… Match point!!!
Este finde, para celebrarlo, voy a abrir una botella de vino tamaño magnum con mi nuevo abrebotellas. Intentaré no beber sola... Quién sabe lo que me deparará este finde... Aunque me toca con la peque.
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