Genovevo RIP

Ayer llevé al desguace a mi pobre Genovevo y no pude por menos que acabar llorando, aunque objetivamente salgo ganando con el cambio. Algo hay en mí excesivamente sentimental que me impide acabar los vínculos aunque sean con un pobre coche maltrecho ya por los años y los achaques...Aunque ayer descubrí una dureza nueva en mí no exenta de un corazón que por dentro llora y llora.

Bueno, voy a empezar por el principio, por lo poco que he podido desconectar en estas vacaciones.

Hoy, tras mi primer día de trabajo a la vuelta del presunto y merecido desde luego descanso estival, he podido constatar que a veces el parón veraniego no consigue que desconectes de todo lo relacionado con el trabajo sencillamente porque los relevos no son tales y no están bien dimensionados. Con esto no estoy diciendo que mis sustitutos no hayan hecho su trabajo sino que la cantidad de tareas pendiente es imposible realizarla por alguien que tiene que realizar varias jornadas de trabajo en una sola al ser a la vez jefe de proyecto de varios proyectos y jefe de sección cuando no sustituto de otros jefes por no hablar de un técnico junior con la cabeza más en su nuevo hogar y las vacaciones que en los intríngulis de la metodología MAGERIT. El estrés este que vivimos los jefes de proyecto en general hace que un día vayamos a reventar como purasangres con las espuelas bien marcadas en los ijares.

También este ha sido un verano en el que yo misma me he sentido algo inquieta con el tema laboral y he cogido el móvil varias veces para ayudar a mis compañeros o he mirado documentación y correos del trabajo. Al final, obviamente, he desconectado muy poco.

De todos modos, he hecho mil cosas, la mayoría tareas y gestiones a un ritmo si cabe tan trepidante o más que el que tengo en el día a día laboral.

Así a bote pronto, resumo en varios puntos clave:

o Llevar a Genovevo al taller, descartar el presupuestos de su reparación por excesivo, mirar coches nuevos, gestionar la compra del nuevo coche y el desguace de Genovevo (ayer juro que lloré al tener que darlo a su verdugo, Dios qué penita más grande!!!!!!!!).
o Ir al dentista (3 veces nada menos, que si el mantenimiento de la ortodoncia, que si unas curas por una gingivitis, que si la limpieza y la revisión de los empastes… Grrrr).
o Ayer a punto estuve de ir derecha al hospital porque del trancazo que tenía pensaba que había pillado la gripe A. Al final, el servicio de información del ambulatorio de mi zona me apaciguó y me dijo que si me daba fiebre intensa o persistían los síntomas me darían el tamiflú pero como no era el caso, me podía ir a trabajar sin cargo de conciencia. Como hoy no tenía fiebre ya ni me lloraban los ojos ni tenía más moqueo ni tos, pues nada, habrá sido un resfriado por bajada de defensas y el aire acondicionado de los sitios. Y la fiebre habrá sido la insolación ayer de estar a las 3 de la tarde al solecito esperando al tío del desguace y limpiando el maletero de mi pobre Geno…Ay sigo con la penita, no puedo evitarlo….

o Lo del ginecólogo ha ido bien y así me ha confirmado que mi útero va sanando bien y todo va como tenía que ir, que no me ha salido nada cancerígeno en la biopsia del 22 de julio. Uff, menos mal….


o Papeleos, papeleos y más papeleos (conseguir un crédito al consumo estos días tiene más gestiones que mandar un cohete a la Luna, os lo juro. Ya hasta te piden nota del registro de la propiedad para asegurarse de que sigues teniendo tu casa a pesar de que estás pagando tu hipoteca a través de ellos o que tienes un contrato de trabajo a pesar de que tienes nóminas, etc). También he aprovechado para renovarme el permiso de conducir que caducaba en septiembre y he actualizado mis temas pendientes con el banco (tarjetas, revisión de la hipoteca, etc.).


o La casa: Reparación del parquet que estaba pendiente, llevar trastos al punto limpio, hacer compras, mirar muebles en el Ikea y comprar algunos y traerlos para casa (lo de montarlos todavía está pendiente).
o Reservar las vacaciones y viajes varios y hacer las gestiones todo por Internet (este año he pasado muy ampliamente de las agencias de viajes y estoy considerando hasta montar yo una propia porque podría y tengo a mi hermana que se está sacando el título así que …)
o Estudiar. (Ir a la biblioteca, pillar apuntes, hacer gestiones, el foro, hablar con la gente, etc, etc, etc). Esto me ha dado bastante guerra no os lo perdáis.

o Visitar familia y amigos (esto ha sido menos de lo que yo hubiera querido, de verdad, pero todo no puede ser).
o Compras varias necesarias: Ropa, cosméticos, productos de farmacia, libros, etc.
o Tomar el sol, bañarme y hacer deporte (he dado buen uso a la pista de pádel de mi comunidad).


Los malos puntos han sido que mi relación con S se ha deteriorado un tanto. Es algo que lleva sucediendo desde hace un mes, yo calculo, aunque me he venido dando más cuenta desde hace dos o tres semanas quizás.

Es difícil hablar de estos temas sin entrar en detalles muy íntimos del pasado de S y puede que también del mío. Sólo resumo que parece que un principio, cuando comenzamos, los dos estábamos muy ilusionados y motivados por construir una familia juntos y apoyarnos mutuamente y ahora parece que es más motivación que capacidad. Voy a explicar esto todo lo que puedo explicarlo en un blog:

Yo procedo de un cúmulo de relaciones en las que los sujetos (novios) se caracterizaron por no estar preparados o no querer de algún modo asumir un compromiso en la relación. En el caso de mi primer novio oficial, A, era obvio que ni él ni yo íbamos a abandonar nuestras vidas sin hacer profesionalmente hablando por estar juntos. El quiso que yo estuviera a su lado renunciando a mi carrera pero yo no estaba dispuesta. Como éramos muy jóvenes lo lógico es dejar correr el tema y probar suerte con nuevas relaciones. Como yo tenía 23 años al romper, aunque todo muy dramático, el nivel de riesgo y daño futuro no era preocupante.

La relación con X se rompió básicamente porque él no era capaz por los motivos que fueran de llevar bien su vida y menos una relación y mucho menos una familia. Aunque él estaba muy interesado en mí al final la incapacidad limitante suya derivó en mi desasosiego a pesar de querer ayudarlo, de allí él se sentía presionado pero a la vez motivado aunque la presión hacía que discutiéramos mucho. Sin embargo, entró en el pozo de la angustia en vez de en el de la motivación quizás porque tenía una predisposición genética al respecto y el resultado es que lo intentamos muchísmo durante mucho tiempo pero tras más de seis años rompimos. Yo tenía 30 años y todavía, todavía rompiendo con esa edad tenía un cierto grado de futuro y de posibilidad de encontrar a alguien con quien compartir ese futuro, si bien era cierto que ya no era una nena alegre de estar picoteando y mariposeando. Quizás entonces me tenía que haber puesto bien las pilas y el ojo avizor para seleccionar bien pero qué duda cabe que no lo hice.

Mi siguiente relación seria tras cierto tiempo revoloteando y dándome un “año sabático” de relaciones estables fue con un compañero de trabajo (Y) con el que pensé que había encontrado a ese hombre ideal. Habíamos sido primero amigos, pasado un tiempo en pandilla saliendo con lo que no era un ligue de discoteca, sabía que el chico tenía un buen trabajo y era inteligente (segundo requisito cumplido), que era un hombre de mundo y resuelto (tercer requisito), y aunque no tenía casa propia, tenía coche, conducía y parecía por la manera de comportarse un hombre normal, animado y buena gente. Así que empezamos una relación que duró entre unas cosas y otras dos años y medio. Ahí lo que falló es que Y era más joven e inmaduro respecto al tema del compromiso que yo y lo que yo veía con 33 años como un “ahora o nunca” él, con 29 años lo veía todavía como un “tengo todavía varios años por delante para sentar la cabeza y mientras a disfrutar con los amigos”. Si bien al final fue evolucionando y muy bien podríamos habernos ido a vivir juntos y quien sabe si a día de hoy no hubiera considerado en serio lo de tener hijos, la verdad es que el riesgo era mucho entonces y mi edad ya considerable así que di carpetazo a la relación y ahí es donde hice las cosas mal, enrollándome con Z al que llevaba yo más de seis años y era la antítesis de Y.

Y bueno, Z tenía una buena profesión (funcionario), era inteligente (carrera e idiomas, etc), me parecía muy guapo (esto no era un requisito pero ayudaba mucho desde luego). Lo de resuelto pues bueno, no tenía coche ni carnet de conducir pero haber vivido con una beca en el extranjero me parecía aceptable.

¿Dónde falló el tema? Pues nuevamente en el tema del nivel de compromiso, pero esta vez en vez de darme un no o una clara idea de por dónde iban los tiros, Z se dedicó a darme una de cal y dos de arena, de modo que incluso un mes antes de romper con él todavía pensaba que podría cambiar y hacerse las malditas pruebas que jamás se hizo… Así de tonta fui y ya me metí en los 40.

Con toda esta parrafada quiero decir que es lógico que cuando empecé a salir con S pensara eso de: Muy bien chica pero anda bien alerta, por muy ilusionada que estés, que los patos y ocas rosas nadando en lagos con violines de fondo no te hagan perder los pies de la tierra porque está en juego tu futuro como madre y como mujer feliz por ende.

Quizás tenga el hacha tan levantada que eso le ha generado un estrés y un agobio enorme a S, por sentirse constantemente bajo evaluación. Obviamente mi intención inicial no era ser tan dura e inflexible y simplemente, dejarme llevar pero hacer revisiones periódicas para saber si las cosas iban o no iban como debieran. Y creo yo que al llegar al tercer mes de la relación es buen momento para hacer balance.

El caso es que la evaluación no ha sido todo lo buena que debiera, debo admitir que hay cosas en una relación que necesito y que no puedo prescindir de ellas y que además, necesito estar segura de que S va a poder ser todo lo que yo espero en un hombre, además de poder ser buen padre, y no sólo porque tenga buena calidad de esperma, que para eso las clínicas ya te dan bastante garantía.

Me refiero a estar segura que ha dejado atrás suficientemente su “lado oscuro” por así decirlo. Aunque paradójicamente, hay temas en los que yo tengo más “lado oscuro” y no le doy tanta importancia. Sin embargo, está claro que no son temas que tengan la misma repercusión en ambos, qué duda cabe. Siento ser tan ambigua, pero insisto en que no puedo detallar más.

El otro día hablando con él caí en la cuenta de que no estábamos hablando el mismo idioma y que valoramos las relaciones y las situaciones de diverso modo.

Por poner un ejemplo, lo que yo considero salir con alguien o tener una relación con alguien es mucho más profundo a nivel sexual y afectivo que para él, por poner un ejemplo.

Yo he tenido varias relaciones a las que no llamaría jamás noviazgos ni siquiera las contabilizo a pesar de haber tenido cierto tipo de contacto sexual, por poner un ejemplo.

Quizás es que yo me he educado en un ambiente muy distinto al suyo a pesar de haber llegado al mismo nivel de valores morales. Los caminos también parecen contar. Y los estilos de vida respecto al nivel de actividad también, por lo que yo he empezado a llamarlo “abuelete” y esto obviamente, le está molestando, claro que a mí también, porque no sé hasta qué punto esto es circunstancial por los ansiolíticos que toma o un rasgo de su personalidad, lo cual me parece más preocupante.

También el otro día llegué a rallarme porque pensé que los motivos por los que él tenía ganas de formar una familia conmigo eran algo ajeno a los sentimientos hacia mí y que podrían tener que ver más con el asunto de “recuperar su estatus social perdido tras su divorcio”. A esta conclusión contribuyó un malentendido respecto a algo que me contó él y yo creo que llevamos ya varios días hablando y hablando y mareando bien la perdiz hasta tal punto que yo me asusto más por verlo deprimido y angustiado y él se enfada y se angustia más por verme dudosa respecto a lo nuestro. Como podéis ver, una pescadilla que se muerde la cola. A esto se ha sumado que los dos hemos enfermado en Benidorm y que hemos pasado un par de días muy malos físicamente hablando. Leyendo esto así tal cual lo escribo yo creo que lo malo de ser los dos muy parecidos es el peligro de incendiar el polvorín cuando estamos en modo negativo ambos. Algo así me ocurría a veces con Y así que lo mejor será darnos un respiro de varios días y volver a vernos cuando nos hayamos calmado y podamos ver las cosas con claridad. Si alguien tiene algún buen consejo, que me diga.

Lo único que lo lamento es porque mis vacaciones en Benidorm no han salido como esperaba, no he podido bañarme ni tomar el sol a gusto por culpa del tiempo, las quemaduras solares de S, mi gripe y adelanto de la prima de Rusia, ni tampoco he podido salir de marcha porque S estaba de bajo ánimo ni le gustan los garitos porque le recuerdan su pasado oscuro y tema que sean mucha tentación para él. Al final lo más divertido que he hecho con S es cantar en un karaoke que tiene un toro mecánico – El no se atrevió a ninguna de las dos cosas - y tomar un pollo mejicano en un restaurante con jardín de ambiente muy familiar. Bueno, y tomar un arroz a banda en Tabarca después de viajar en un Ferry con música discotequera en la cubierta a la que él ni se acercó porque estaba muerto de sueño y prefirió quedarse dentro durmiendo. Así las cosas y viéndole en un estado físico anímico tan bajo llegué a calcular con pánico que S no llegaría ni a los cincuenta años a este ritmo y me iba a dejar viuda y con un niño de ocho años para mí solita. Y eso que yo pensaba que probablemente yo fallecería antes de cáncer de útero, pero jolín, todavía tengo ánimo de bailar, de salir al aire libre, de moverme, de hacer cosas, por Dios ¡!!!!!

Tengo que añadir, no obstante que S se ha portado estupendamente conmigo en todo lo relativo a los recados para los que necesitaba su ayuda. Incluso ayer con el trancazo y el ánimo por los suelos por la discusión del martes, me acompañó a llevar al pobre Genovevo al desguace, aunque al final de la tarde yo no sabía si tenía los ojos llorosos por la gripe (presuntamente no A), por el adiós a Genovevo o por considerar si tendría estómago como para poner fin a mi relación con S de igual modo que había hecho con el pobre Geno si igualmente consideraba que había llegado ya a su fin…

Ahora en un rato tengo que hablar con él por teléfono y os juro que no sé qué hacer pero es que tengo tanto miedo a todo, sobre todo a volverme a equivocar con estos 40 años bien gordos que tengo encima y mi reloj biológico a punto de expirar ya. A veces la madre naturaleza más que madre se comporta como una madrastra sin corazón y lo malo es que me obliga a mí a lo mismo.

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