ALERTA MÁXIMA

Vaya, llevo ya varias semanas sin escribir nada.
Estoy tan liada que muchas veces no miro ni mi correo personal, ni respondo al teléfono fijo ni leo los mensajes ni nada.
Cualquier día se presenta en mi casa el sicario que anda buscando a un tal Elvis Darío no se qué cuyo segundo apellido es igual que el mío y me llaman a mí por si soy familia de él… Como nunca estoy en casa dejan mil mensajes para localizarle y se deben pensar que lo tengo escondido en un zulo porque no cojo nunca el teléfono.
Bromas aparte, mi trabajo me está resultando muy asfixiante, más si cabe desde que se fue mi jefe.
Me paso todo el día como en una nube de actividades sin descanso y llego a casa agotada física y mentalmente.
De cuando en cuando me entero de las noticias, buenas algunas y malas otras, la mayoría de fallecimientos de parientes lejanos, la ratona y la conejita de mi hermana (que en paz descansen ambas) y hace poco de una tía de mi madre y también de mi peluquera del barrio donde vivía antes… Ahora me acabo de enterar de que una de mis “amigas gallináceas” ha perdido el bebé que esperaba…
Parece que desde el mes de octubre no haya más que malas noticias a mi alrededor.
En España, además, desde que estamos en “Estado de Alerta” indefinido, parece que todo el mundo está más suspicaz, con ganas de bronca, como el pirado que nos montó un pollo el sábado en el tren para Málaga.
De hecho, yo también estoy contagiándome de esta situación no de alerta sino de pánico indefinido y estoy hasta pensando en retirar mis escuálidos ahorros del banco porque no me fío que un día de estos dé un petardazo la economía y no pueda pagar la siguiente invitro.
Así las cosas, no todo ha sido malo estos días, y he tenido un puente y todo para salir por ahí. (No he tenido ni un solo puente este año).
Me he ido con S a Málaga a disfrutar, si no del buen tiempo (un día nos diluvió y todo), al menos sí de la ciudad y la buena compañía.
Como anécdota, deciros que el sábado por la noche hasta “ligué” y todo, claro que mi “ligue” tendría una edad indefinida entre los 40 y los 50 años e iba hasta el culo de vinos y ya se sabe que en esas condiciones, todo hombre es susceptible de convertirse en moscón con cualquier mujer que esté a su lado en el momento en que le dé por enfocar la mirada borrosa a su alrededor y, hay que reconocer, que yo soy muy guapa a los ojos de miopes y borrachos.
El sujeto en cuestión, que se llamaba Juan, se me pegó como lapa aprovechando que me quedé sola custodiando la bebida mientras mi querido S se iba a por la ración de mejillones. El Juanito, cuando volvió S, en vez de hacer fú como los gatos asustados, se quedó a hacernos compañía y empezó a decirle a S lo guapa que era yo y que si estábamos casados o no (la verdad que la tontería de la gente no tiene límites).
Al final, como el tío no era más que un borracho pesado pero gracioso, nos lo quitamos de encima haciéndole entender que aunque nos caía bien, no nos podía seguir a casa de mi primo a cenar (tengo un primo en Málaga).
Aunque la verdad que yo creo que si hubiera estado menos turbio nos hubiera seguido y todo.
En fin, que a mí me hizo gracia porque la anterior vez que había estado en Málaga en noviembre por trabajo, también se nos había pegado al grupo un pesado de calibre similar.
Lo del tema de ir de tapeo se nos dio muy bien, aunque ahora que estoy repasando la dieta, no la seguí ningún día pero milagrosamente no he engordado mucho.
Ir de tapas con la pareja da muy buen rollo, y yo con dos vinitos me pongo muy alegre, y lo que es peor, contagio también a S. Tanto que, un día, de improviso, S me dijo que entre sus planes de futuro no muy lejano estaba el que nos casáramos, sobre todo si ya estábamos en lo de tener el niño que era un tema serio, y había que asegurarse el bienestar del niño y todo eso.
Os juro que se me atragantó la bebida en la garganta. Este S es muy peculiar: El tío suelta las cosas serias como si fuera la cosa más normal del mundo. Vamos, como si me estuviera contando el prospecto de montar una estantería del IKEA. Y luego dice que es muy tímido. Para mearse de la risa.
Me entraron ganas de salir corriendo, pero no hubiera servido de nada porque estábamos en Granada y teníamos reservada la vuelta en el mismo autobús y asientos contiguos. Pero fue sólo un momento de pánico, luego se me pasó y al racionalizarlo, no me parecía tan mala idea.
Lo que pasa es que yo, cuando tenía quince años, me imaginaba un príncipe azul con un castillo y ocas con collar rosa y esas cosas tan románticas. Y al crecer y darme de leches con la realidad, dejé de pensar en tonterías de esas y pensaba que eso de casarse es un atraso y un síntoma de aburguesamiento y machismo recalcitrante. Pero bueno, eso es porque los referentes que he tenido han sido muy malos. Tanto que a los ochos años me juré no casarme nunca ni tener hijos. Luego pensé en que si era el tío como el Morten de AHA podría transigir en lo primero pero luego… En fin, se me pasó la tontería y volví a mis ideas originales.
Lo que pasa es que S está curado de espanto, y es más, debe ser que ser que aunque sea divorciado, lo que le disgustaba era estar casado con su ex, no en sí la situación. Y es que los tíos son de costumbres más hogareñas que las tías. Ahora mismo, sin ir más lejos, lleva un batín que parece de señorito de la época victoriana, mientras que yo llevo un chándal con capucha para estar por casa, como si en cualquier momento tuviese que salir corriendo…
Otra anécdota de los cinco días de minivacaciones ha sido lo inoportunos y poco delicados que son en los hoteles con parejas que se suponen que si piden una cama de matrimonio es para hacer uso de dicha cama y no para contemplar el paisaje.
Y es que nos estuvieron mareando el domingo por la mañana, porque el sábado sólo tenían una habitación con dos camas y claro, cómo voy a contarles yo que una de las razones de la cama de matrimonio es que me gusta darle la vuelta a S cuando se pone a roncar como una marmota y claro, en dos camas no puedo hacerlo, porque está envuelto como una pescadilla. Menos mal que esa noche o no roncó o yo estaba tan cansada que no me enteré.
El domingo por la mañana, nos habían prometido otra habitación y así, a las 11 de la mañana y mientras nos las prometíamos felices retozando mientras nos preparaban la siguiente habitación nos interrumpieron la chica de la limpieza que no sabía que no le tocaba hacer la habitación donde todavía estábamos y el de recepción que nos llamó para decirnos que tenía otra habitación mejor pero también de dos camas… En fin, que nos cortó el rollo. Al final decidimos vestirnos y dejarlo para por la noche, que parece ser que es el único horario en que no se anda importunando a los clientes.
Pero bueno, aunque nos pillamos un buen mosqueo, tras una vuelta por la playa, y un poco de marisco, nos volvió la libido por la noche.
El martes estuvimos en Puerto Banús, porque, aunque yo ya lo conocía, quería que S viese el ambientillo de la zona, pero sin embargo, pude constatar, que desde que los ex alcaldes de Marbella más famosos están muertos o han pasado por la cárcel, y el resto de la Jet están escondidos temiendo que les imputen alguna chorizada, aquello ya no tiene glamour, y lo más exótico que vimos por la calle fue un audi TT descapotable color Pantera Rosa. Para mi gusto una horterada y una ordinariez muy lejana del Lamborghini de Hamilton que vi hace seis años.
Además, ¿quién ha visto un vestido Versacce deshilachado y de tan sólo tres mil euros? ¿O un Rolex de 60.000 euros? Recordadme que cuando sea muy rica, no me pase por Puerto Banús. Prefiero St. Tropez. Y es que, con la edad, una se va volviendo pobre, pero de morro más fino y ya sé distinguir un Don perignon de un brut del Carrefour.

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