La vida es una tómbola

La vida es una tómbola, que decía Marisol, uy perdón Pepa Flores. Y digo esto porque hace unas semanas estaba como loca por cogerme las vacaciones para poder irme de vacaciones, celebrar mi cumple, descansar y mejorar mi relación con S, a quien tenía más que abandonado debido a las maratonianas jornadas de trabajo y encima, el mes de junio con los exámenes de la escuela de idiomas.
Y llegó el viernes 15 de julio y dejé todo preparadito en el trabajo, incluso pude tomarme unas cañitas con mis compis para celebrar que me iba de vacas y que cumplía años inminentemente, todo en uno. El ambiente había cambiado a festivo y sólo quedaba llegar a casa y festejarlo con S. Todo pintaba bien el viernes a las 9 de la noche cuando iba caminito de casa pero…
Por resumirlo de algún modo digamos que descubrí de golpe que S me mintió sobre algo fundamental (ojo, nada relativo a cuernos ni nada por ese estilo) pero que traicionó mi confianza y que lo siguiente fue una pelea monumental.
Fue como una nube negra, una pesadilla..
Lo siguiente que sucedió fue que yo lo eché de mi casa. Bueno, no inmediatamente, porque no estaba en condiciones de coger un coche, pero sí a la mañana siguiente, tras dormir en el sofá como está mandado…
Las vacaciones seguían en pie y como la reserva estaba pagada y no era anulable, me fui con mis hermanos, que por lo menos no me montarían escenitas como la del viernes por la noche…
Mi cumpleaños me lo pasé en casa, escondida, de mal humor y luego durante las vacaciones pues puse al mal tiempo buena cara y al final me lo pasé bien y cumplí con mis planes de tomarme mis cañitas, tomar el sol vuelta y vuelta como una tostada, y lo más divertido: Destrozar canciones de Madonna en los karaokes de la zona inglesa y montar en el Toro Loco o como se llame, la atracción del mini rodeo.
Mi familia, cómo no, en lo de cantar no sólo no aplaudieron sino que se rieron incluso, los muy desgraciados, que tienen menos sentido musical que una serpiente (son sordas).
Pero en el Toro Loco se quedaron asombrados de que aguantase tanto, porque esperaban que me cayera de boca nada más subirme al bicho y aguanté más que la media. Si encima tenemos en cuenta que estaba con la regla hiperdolorida, más mérito tenía. ¿Y si mi verdadera vocación no es la de ser informática, escritora, cantante o bailarina sino la de cow-girl? Dicho así queda feo, pero es que si digo vaquera, suena más bien a anuncio de leche sana de las montañas…
Al final de los días de playa, vino Z, mi ex con su nueva adquisición (yo creo que ya es oficial y lo puedo publicar, el que esté saliendo con una chica). La chica es muy maja, y divertida. Y lo mejor es que lejos de sentir celos o cualquier majadería postromántica, me siento bien con ellos. Al estar con mis hermanos no me sentí como una sujetavelas, así que nos lo pasamos bien una noche cenando en un restaurante italiano muy bonito.
Los recuerdos son los recuerdos, porque a Benidorm he ido varios años con Z y un solo año con S que fue desastroso, la verdad. Sin embargo ahora veo que Z ha evolucionado y se ha vuelto mucho más tranquilo y menos dado a gymkhanas de varios días de un sitio a otro, de una fiesta de noche a Terra Mítica de día pasando por una ruta en Cuatro por cuatro o una tarde de buceo… La verdad es que los años deben ir pasando por todo el mundo, menos por mí, aunque ya tengo algunas canas, no creáis. Pero en mi interior me sigo sintiendo como cuando tenía veintipocos años, una chavalita locuela con ganas de fiesta de noche aunque de día sea una seria estudiante y trabajadora. Así era yo entonces y así sigo siendo.
Por último, esta mañana he estado en el museo Thyssen viendo la exposición de Antonio López, que tenía muchas ganas de ver. Os la recomiendo.

Y bueno, a seguir con esta tómbola, a ver si mañana en vez de la calabaza Ruperta me toca el pisito, en vez de en Guardamar, en Benidorm.

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