La vida sigue

Muchas gracias por vuestros comentarios que me habéis enviado dándome el pésame. También quería dar las gracias a mis amigos y conocidos que me han animado estos días.

Como titulo arriba, hay que seguir adelante y más ahora que voy a ser madre. Vendrá una niña, ya lo ha confirmado el test genético y todo de momento pinta bien. Parece que he superado los sangrados y problemas que me tenían en reposo en casa y pronto podré hacer una vida más o menos normal.

Y digo más o menos porque ya me puedo olvidar de hacer deporte, hacer esfuerzos o agotarme en exceso, porque ya me han recalcado los médicos bien claro que mi embarazo es de riesgo.

Tengo que dedicar otro día una entrada extensa humorística sobre las recomendaciones que nos hacen los médicos en general, porque algunas no tienen desperdicio, parece que los pacientes somos ricos y regalados que olvidamos dormir ocho horas por capricho o nos levantamos de la cama para prepararnos la comida porque somos incapaces de permitir que nuestros catorce criados nos atiendan debidamente... (Notad el modo irónico de todo esto).

Como digo, parecen olvidar los médicos a menudo que vivimos un mundo real de sacrificios y pobreza y es por eso y no por negligencia nuestra por lo que la salud se nos deteriora. Obviamente, hay gente que además de pobre es kamikaze y no contentos con trabajar catorce horas pintando paredes sin mascarilla o subiéndose a andamios sin arnés, se fuman dos cajetillas de tabaco negro y engullen bocadillos de tocino con una botella de vino peleón.

Si antes de quedarme embarazada no conocía gran cosa del mundo del embarazo y lo estoy aprendiendo a marchas forzadas, ahora lo que veo es que no conozco nada es del mundo del bebé del siglo veintiuno. Hay tanta tecnología y recomendaciones que parece imposible criar un bebé sano sin volverse majara.

Hay cosas paradójicas. Por ejemplo, para las escuelas infantiles públicas (antes llamadas guarderías), hay que echar la inscripción antes de que el bebé nazca, para no quedarse colgado. El problema es que la oferta es escasa, la más cercana me queda a un km y la mayoría a más de tres, que para ir con un bebé es imposible si va solito uno de los padres, como será nuestro caso.

Ves el baremo y parece paradójico. Te dan cinco puntos si trabajan ambos padres pero luego ves la puntuación por renta y parece imposible que trabajando dos personas a jornada completa ganen entre los dos menos de seiscientos euros brutos al mes. A menos que seas vendedor ambulante de ajos y de bragas en mercadillo  no parece que salgan las cuentas para obtener la máxima puntuación en ambos apartados, por no hablar de temas de discapacidad.

Si ambos padres trabajaban todo el día de vendedores ambulantes de melones y van en silla de ruedas es posible que consigan una de las pocas plazas que ofrecen estos centros. Pero, me pregunto yo: ¿No es una insensatez traer hijos al mundo en semejantes penurias? ¿Es que eso no se puntúa?

Nos tocará por tanto pagar un centro privado, pero el problema es que los centros privados no abundan en mi barrio y además tienen una ideología y una condiciones de entrada (por no hablar del precio) un tanto peregrinos. Aparte de que, como madre, no tengo ganas de llevar a mi bebé desde los tres meses a un sitio con pinta de secta, por muy bonitos que tenga los toboganes y muy limpias que tenga las cunas.

Como veis, la profesión de madre es dura, más de lo que yo había imaginado en un principio. La conciliación un mito, que todavía no he dado a luz y ya he perdido una oportunidad profesional, y me sabe mal, porque esto de llevar un bombo que no te permite planificar tus compromisos con más allá de un mes de antelación no les ocurre a los hombres, no al menos a todos, aunque sí es cierto que los padres de clase media se involucran mucho más (a la fuerza) en el cuidado de los hijos y eso también les pasa factura profesional.

No sé, debería estar todo coordinado, disponibilidad de centros para niños, horarios y vacaciones, personal para atender a los bebés en casos especiales y los horarios de trabajo.

Se me ocurre que hay demasiada reunión presencial y presentismo en general. Hay profesiones donde no se puede teletrabajar mucho, como por ejemplo un conductor de autobús o un médico de urgencias, pero muchas de las profesiones de las de oficina sí y si no está regulado es por la cultura machistoidea tradicional de la comida de tres horas con copa y puro y las ganas locas del jefazo de trincar gente por banda a las ocho de la tarde para irse de cañas para no estar en casa en el momento del baño de sus hijos,  y poder así hacer acto de presencia cuando ya están dormidos.

Mientras los ricos empresarios que tienen cinco niñeras y ocho criados domésticos nos impongan sus horarios y presencia en la oficina, la productividad y la calidad de vida de este país seguirá siendo lamentable. Por no hablar de la caída de la natalidad, hace falta ser superman y superwoman para ganar mil euros y lanzarse a tener hijos sin ayudas de ningún tipo y con un trabajo de catorce horas diarias de horario real.



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