Lo que no te cuentan del Posparto

Mañana harán seis semanas desde que di a luz a mi Bridget junior por cesárea. 

Fue la opción acertada dado lo complicado y los riesgos que podría tener un parto vaginal, y realmente he tenido pocas complicaciones físicas, aunque debo decir que lo que peor me sentó fue la anestesia, la epiraquial puesta además en una zona lumbar más alta de lo normal debido a problemas en esa zona por hernias discales.

Habiendo pasado innumerables operaciones, he de decir que esta vez ha sido la que más tiempo he estado en reanimación y hubo un momento en el que me entró miedo a que me hubiesen dejado parapléjica, porque pasaban las horas y no recuperaba la sensibilidad en las piernas, viendo además como pasaban a planta a otras chicas que habían operado más tarde que a mí.

Finalmente subí a planta y pude estar con mi nena. La había recibido mi marido a media mañana y le había dado ya un biberón y estaba aprendiendo a cambiarle los pañales y esos cuidados mínimos.

El problema de la cesárea es que no te sube la leche de inmediato, y en mi caso realmente no me subió nunca y cuando lo hizo tímidamente a la semana, yo ya no podía darle el pecho a mi niña porque estaba medicada para una secuela del parto que fue la eclampsia , y por otra parte mini Bridget ya se había acostumbrado al biberón.

La lactancia materna es lo mejor para un bebé pero existe en mi opinión una presión excesiva para que se practique, incluso cuando en mi caso es tan difícil que ocasiona un estrés en la madre y un riesgo en el bebé, pues mi hija perdió muchísimo peso en la primera semana dado que los complementos de biberón que nos daban en el hospital eran ridículos.

Otro problema de los hospitales es que no se duerme ni se descansa ni a tiros. Por las noches la niña estaba con los cólicos y lloraba como una descosida y, por las mañanas, que la niña dormía, entre los médicos, enfermeras y visitas no había un Dios que pudiera echar una mínima cabezadita.

Acabé al tercer día con una jaqueca horrible y una subida de tensión. Como digo, sería por la eclampsia pero yo creo que fue realmente por no dormir estando delicada como estaba.

Otra cosa que no entiendo es por qué son tan altas las camas de los hospitales, sobre todo para las que estamos con una tremenda cicatriz en el vientre que tienes que pensártelo dos veces antes de bajar de la cama para ir al baño.

Y, para remate, no entiendo por qué no hay una mesita y una silla para comer de forma cómoda, que es muy aparatoso el tema de la bandeja sobre la mesilla-mesita que es muy baja para comer en la cama y tienes que agacharte un montón y es muy alta para comer usando la silla que hay junto a la cama. Imposible no mancharse o acabar con dolor de espalda.

Las visitas, aunque de verdad que agradecí todas, el problema es que no te pillan ni medio bien. A algunos amigos o parientes no tan cercanos intenté desviarlos para que vinieran a vernos más adelante, ya en casa, porque de verdad que es agotador como digo, tener a un bebé contigo, con los médicos y las enfermeras pasando y tocándote las tetas para ver si te ha subido ya la leche, mientras tu primo o tu compañera de trabajo te está contando que a tal o a cual amiga le tuvieron que poner pezoneras porque tenía grietas...Vamos, intimidad cero, pudor menos uno.

De verdad que cuando entré por la puerta de casa respiré aliviada y contenta. Por fin me podría lavar el pelo en condiciones y no en tres minutos y con una esponja de estropajo, con la enfermera de turno agobiándome para que desayune en dos minutos que viene a despachurrarme la barriga luego el ginecólogo.

Esa es otra, ya no eres una mujer, eres una vaca a la que pueden meter la mano para hacerte un tacto vaginal, sacarte trozos de placenta y subirse encima para comprimirte el útero. Cero consideración, cero sensibilidad, cero dignidad.

Luego el glamour de los camisones y los compresones merece un capítulo aparte. Me regañaron por lavar las bragas en el lavabo, pero es que con esas compresas sin alas ni pegamento ni nada era imposible no ponerse completamente pringada de sangre y a ver dónde conseguía yo veinte bragas de algodón tamaño abuela.

Otro consejo que os doy es que no llevéis bragas desechables de esas de rejilla. Con las grapas que te ponen se enganchan, y yo bien que lo pagué porque se me saltaron dos. Y no te las vuelven a grapar, ahí te quedas con tu cicatriz y ándate luego con cuidado de que no se te infecte.

Lo que sí puedo decir es que a mi niña sí que la trataron estupendamente, salvo el tema del suplemento de la leche por lo demás salió la niña con su tarjeta de revisión sanitaria que parecía la de la ITV de mi coche. A la nena le hicieron un montón de pruebas y otras tengo que ir a hacérselas en breve también en el hospital. Supongo que los bebés son el futuro de España y hay que cuidarlos como oro molido porque a fin de cuentas serán los que nos paguen las pensiones. (Bueno, esto es una ironía, porque si mi hija tiene que pagarnos dos pensiones, a su padre y a mí, vamos bien dados).

Bueno, os dejo que mi nena me reclama la toma. Os contaré luego lo del tema cólicos y el jetlag continuo por no poder dormir más de una hora seguida. Y los temas familiares y la gente que con el tema de intentar ayudarte te marean más que otra cosa.




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