Navidades Paparruchas


El otro día me pasé por la Escuela de Idiomas y hasta me quedé a la clase de alemán. Todo un acontecimiento porque hacía más de un mes que no podía pasarme por la clase, pero bueno, al saber que tenía que hacer un examen de control o me echaban a la calle por absentismo, me convenció definitivamente a pasarme por ahí.

Después de cumplir con el test que llevó algo más de una hora, el resto de la clase la dedicamos al tema del Adviento y la Navidad. Parece ser que los alemanes son más religiosos en estos temas que nosotros y tienen sus propios cuentos y leyendas.


En Centroeuropa, les trae los regalos a los niños San Nicholaus, y prontito además, el día 6 de diciembre. (Aquí en España también tenemos fiesta ese día pero por algo menos lúdico, por la Constitución, culpable de que tantos y tantos aspirantes a funcionarios y abogados tengan que meeterse empolladas extra).

Estos graciosos de los germánicos también añadieron a un tal Knecht Rupprecht, que se encarga de repartir mandobles a los niños que se hayan portado mal. Aquí en España tal sujeto sería vetado por el tema de la ley del Menor, pero se ve que en Alemania y Holanda siguen con las tradiciones, y por eso debe ser que salen más estudiosos. Aquí con los Reyes Magos, el tema del carbón suena a chufla...

Del tema de St. Nicholaus derivó el de Santa Claus, una versión anglosajona que viene a corroborar el dicho de “Oigo campanas y no sé de donde” porque el parecido es somero”.

En primer lugar, el Santa Claus yanki va de rojo porque el San Nicholaus este era un obispo y claramente vestía de rojo.

Luego está el tema del lugar remoto. El oriundo venía de Turquía, pero a los yankies les parecía más majo el Polo Norte. Y encima, se inventaron lo del trineo volador y los renos que por cierto, creo que soy una de las pocas personas jóvenes de este país que sabe cómo se llaman los renos de Santa Claus: Cometa, Trueno, Relámpago, Travieso, Cupido, Brinco, Danzarín y el archiconocido Rudolft, el favorito y el más joven, porque sólo tiene cien años de historia...

Bueno, lo que algunos han olvidado es que el período de Adviento comenzaría con el 8 de diciembre, fecha de la Inmaculada, pero las tiendas, las administraciones de lotería y demás negocios consumistas empiezan la precampaña hasta en agosto si hace falta...

Yo cada vez me voy sintiendo más decepcionada con el tema de la Navidad. Cuando era pequeña y todavía creyente, me esmeraba en hacer postales navideñas con brillantitos de colores y dibujos de angelitos y campanitas cursis. También me dedicaba a fabricar adornos caseros y poníamos toda la clase con dibujitos y manualidades navideñas. Apenas gastábamos más de cien pesetas por niño y teníamos la clase luciendo bien bonita. Luego nos disfrazábamos, hacíamos una fiesta con caramelos y demás chuches y cantábamos villancicos hasta quedarnos afónicos. Las Navidades eran las fiestas en que todos cantábamos y nos divertíamos aunque éramos archipobres y protomiserias – adjetivos quevedianos.

Sin embargo, ahora todo el mundo compra todo hecho: Los adornos, el árbol, el Belén (no, que ahora ya no se estila porque somos muy multiculturales y puede ofender a los extranjeros no católicos). De tanto y tanto modernismos y multiculturalidad se nos han quedado unas “Navidades laicas”. Ojo que yo ya no soy creyente, pero me da pena que las Navidades hayan dejado de adorar un Dios que puede que no exista por otro que ciertamente existe: “El dinero, el consumismo, los centros comerciales”.

Vas a cualquier centro comercial a comprarte un champú y tienes que desistir porque ves manadas y manadas de gente en estampida arrasar con todo lo que hay en los estantes, champú incluido si se pone.

De nada sirve que los precios estén por las nubes. Seguro que en enero podré comprar lo que necesite porque las tiendas estarán vacías pero ahora que estamos a mediados de mes y menos de dos semanas para la Navidad, no hay quien compre ni una barra de pan sin hacer cola y aguantar manadas de “devoradores de tiendas”. Estos especimenes van en manadas a los centros comerciales con su familia al completo, bebé incluido en su enorme sillita, aunque el bebé tenga más de cinco años y corra que se las pela entre los estantes tirando todo y molestando a todo el mundo. La sillita la llevan los papás para acarrear luego con la compra y que les dejen subirla en el autobús alegando que es para el bebé. Pero qué morro le echan. El bebé andando y la sillita llena de cajas y bolsas colgando ahí en mitad del autobús molestando a todo el mundo. Así son estas manadas de dignos descendientes de “Mad Max”., una suerte de neotrogloditas que en vez de devorar mamuts entre toda la tribu, devoran estantes en las tiendas.


Así las cosas, creo que tendré que posponer las compras navideñas, pero no por el tema de falta de dinero por lo del coche, ya que al final me lo apañaron a buen precio, gracias a mi profesora del gimnasio y sus buenos contactos. No, el problema ahora es que estoy con un trancazo del quince moqueando como un troll y sólo me apetece llegar a casa por la noche del trabajo y echarme en el sofá con una mantita. Casi ni ceno del cansancio que tengo y eso que tengo ahora el congelador con tuppers de verduritas y legumbres sanísimas.

En fin, felices fiestas del consumo invernal

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