Caos en Atenas (I)


Por fin he vuelto del caos y del infierno de Atenas.

He estado casi dos semanas allí, de las que me he tomado cuatro días de vacaciones por mi cuenta para hacer turismo, algo que no hago nunca por falta de tiempo. Dado que era la última demo de uno de los proyectos que llego y coronaba una larga temporada de esfuerzo intenso, pensé que bien merecía un respiro y relax en una ciudad bucólica llena de historia, aguas azules, sol espléndido y ancianas de pañuelo y refajo ofreciendo yogurt casero...Difícil resistirse.

El grupo habitual de los más jóvenes decidimos quedarnos el fin de semana allí, tras localizar un hotel bueno, bonito y barato cerca de Omonia. Además, Z se unió a la fiesta y apareció el jueves por la noche por allí. La ocasión perfecta para pasar unos días entrañables, con amigos, romanticismo y sobre todo buen tiempo lejos del gélido invierno madrileño.

La demo, aunque un poco ñapeada, todo hay que decirlo por imprevistos de última hora, salió bastante bien y consiguió el aprobado de los revisores. Ya antes de obtener la nota, el propio jueves, nos fuimos de cena a un sitio bucólico seleccionado por nuestros anfitriones griegos – El Electra Roof Garden, donde además de disfrutar de una cena delicatessen pudimos subir a la amplia azotea y disfrutar de una linda vista de la Acrópolis en una noche templada y despejada...

Luego vinieron las cervecitas, el buen rollo, etc. Y tener a Z conmigo en ese ambiente propició algún que otro lance erótico-romántico...

Hasta ahí todo estupendo, incluso el viernes por la tarde disfrutamos todos de una estupenda cena griega en un restaurante de Monastiraki. El sábado intentamos visitar la Acrópolis, pero estaba cerrada por huelga. Aunque nos llevamos un buen chasco, proseguimos turisteando todo lo que podimos y seguimos disfrutando del buen tiempo y los innumerables tesoros antiguos.

Por la noche fuimos a cenar a un sitio del barrio de Grazi, en el metro Kerameikos. Allí tuvimos un pequeño adelanto de lo quemados que estaban los griegos, cuando nos carbonizaron las hamburguesas y nos las intentaron colar muy hábilmente, cosa que no coló y yo me erigí portavoz de la reclamación. Ahí ya me indignó lo timadores que son algunos griegos, pues en vez de cambiarnos las hamburguesas por otra cosa, tardaron casi media hora en intentar quitarle la carbonilla de por encima a las hamburguesas para intentar colárnoslas. Al ver que estaban renegridas por dentro y que nos querían dar el timo monté el pollo hasta que por lo menos, si bien no conseguimos cenar a gusto, al menos no nos las cobraron. Ay, se fraguaba la tormenta...

Al regresar por la noche tras tomarnos unas copillas para olvidarnos del amargo regusto de la cena, descubrimos que la plaza de Omonia estaba llena de antidisturbios y que ningún taxista se atrevía a acercarnos hasta la puerta del hotel. Primer mosqueo. A uno de mis amigos que iba en otro taxi y cuyo conductor hablaba algo más de las cuatro palabras en inglés del nuestro, le contó que habían matado a alguien y la policía temía venganza...No nos quedó muy claro si el muerto había sido en una reyerta, ajuste de cuentas, atracado, atracador o lo había matado la policía al intentar atracar a alguien, cosa que ya habíamos descubierto desde hacía dos semanas que era algo bastante habitual por la zona.

Al día siguiente Z y yo habíamos reservado una excursión en barco y nos recogían en un autocar a las 7.15 para embarcar.

Pero eran las 7:30 y ahí no había nadie. Mosqueo, más mosqueo. Sale la recepcionista del hotel a avisarnos de que nos pongamos al teléfono. Son los de la excursión, pidiéndonos que cojamos un taxi porque nos explicó – no muy claramente – debido a los disturbios ¿? El autocar no podía recogernos.

Muy mosqueados porque no sabíamos si era un timo, una pillería para ahorrarse el coste del autocar, para dejarnos en tierra o qué, llamamos a un taxi para que nos llevase al puerto del Pireo. Mientras íbamos de camino, el taxista, bastante locuaz, nos fue contando que el día anterior la policía había matado a un chaval en defensa propia, porque les habían tendido una emboscada, y que dicha práctica era habitual desde hacía tiempo porque había muchos grupos de anarquistas, hooligans, radicales y yihaidistas varios que estaban saltando a la calle en protesta por el gobierno corrupto y la tremenda crisis económica. Vamos, una situación de lo más apacible.

Luego en el barco pudimos comprobar que la empresa era de fiar ya que nos pagaron el taxi y nos pidieron disculpas. El resto del día fue estupendo, hizo un sol y un temperatura casi veraniegos, la gente que conocimos muy amables, y las actividades muy interesantes.

Regresamos por la noche y pudimos comprobar que la situación había empeorado por la zona, toda la plaza tomada por la policía, iban de ocho en ocho, algo inaudito , y había grupos de gente con malas pintas juntándose en varias esquinas, desde luego no a tomar el fresco ni a hacer botellón, luego sólo quedaba la palabra...Conspiración.

El lunes, una vez mis amigos se volvieron a Madrid, me quedé con Z y seguimos viendo otros monumentos como por ejemplo el templo de Zeus Olímpico y el antiguo Estadio, el arco de Adriano, etc.

Cuando nos disponíamos a regresar a por nuestras chaquetas al hotel – Había refrescado un poquito – Vimos por Syntagma varias furgonetas de la policía haciendo barricada y grupos de manifestantes montando bastante pollo. Entonces nos fuimos por unas calles transversales huyendo de la marabunta que venía de todos lados y conseguimos llegar a pie hasta el hotel. Después de eso, nos fuimos a subir al monte Licabeto, pensando que hasta allí era difícil que subieran los furibundos manifestantes o los antidisturbios.

En principio íbamos buscando el funicular, además que según la guía que tenía Z cerraba en unos veinte minutos, así que empezamos a correr cuesta arriba hasta que casi me da un infarto, de campeonato olímpico. Cuando ya estaba más roja que un tomate y a punto de estallarme el cerebro por congestión pudimos comprobar para nuestro asombro, que ya estábamos en la cima ¡!!! Es lo que tiene salir con yogurines, que mientras una está sin aire y con las pulsaciones a 215 él está ligeramente fatigado...Ay.

Nada más llegar me tiré en un mirador a recuperar el aire y mis pulsaciones normales y entonces es cuando vi, horror, es lo malo que tiene tener vista de águila halconera, que estaban ardiendo varios edificios en el centro de Atenas. Se lo dije a Z pero como es pelín miope no me creyó hasta que a la media hora salían columnas de humo tan evidentes que era difícil no percatarse. Ahí entonces todo el mundo a sacar fotitos. En principio pensé que no sería más que casualidad, igual un incendio provocado por unos cocineros tan inútiles como los de nuestra chamuscada cena, pero no, qué va.

Intuyendo que la cosa se ponía fea, y como ya no nos quedaba por ver más que un museo y no daba tiempo a ir en el día, le propuse a mi querido novio irnos a la playa de Glyfada, que no había tenido ocasión de ver el año anterior.

Así que nos dirigimos para allá cogiendo un tranvía que salía de la zona del Pireo, para lo cual bajamos el monte por otra zona y cogimos un metro alejado del centro.

Cuando estábamos ya a las ocho de la tarde degustando tranquilamente unas crepes en un sitio muy posh de la Marbella ateniense, me fijé en unas imágenes horribles en la tele y le pregunté al camarero si eran del día anterior como habíamos visto ya en la tele. Pero no, eran en vivo y en directo: Syntagma, Omonia, Victoria, etc las grandes plazas estaban ardiendo y llenas de gases, carreras, antidisturbios, peleas, destrozos...La guerra.

Le expliqué al camarero que cómo podríamos volver hasta nuestro hotel que estaba al ladito de Omonia y me dijo con ojos espantados: No, ahora no se puede ir para allá, fuego y mucho peligro. Ya, pero nuestro hotel está ahí, y nuestras cosas...

Total, que una hora después intentamos llegar, y ya os contaré mañana nuestra peripecia, que ahora tengo que atender a mi compi, que está al teléfono, acaba de ser papá...

Hasta mañana, con el siguiente episodio del caos en Atenas...

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