Recordando lo bueno de mis chicos

Bueno, ya estoy de vacaciones, aunque con la de cosas y líos que tengo pendiente, quién lo diría, madre mía…

Ayer estuve llevando el coche al taller por la mañana temprano (tras limpiar el maletero que estaba de puñetera pena de tanta mierda acumulada). Y muy, muy temprano, hablar con el banco por un lío de una tarjeta que estaba mal dada de alta (esta es la segunda vez que tengo que ver este tema y ya me cansa, la verdad).

Y, por si la avería es gorda, o por si este Genovevo me va a dar ya más que problemas, he estado echando el ojo a un coche nuevo, aprovechando el plan este de la subvención. Me tiré un buen rato mirando coches coreanos, que ya sé que no son muy posh pero es lo que me da el dinero, y algunos no tienen mala pinta, pero claro, todo es cuestión de mirarlo y requetemirarlo.

Pero a cosa está chunga, y la promoción es para cogerla al vuelo, más que al vuelo.
Y el dinero no crece así como así en estos tiempos de crisis es como para pensárselo dos veces…

Luego, a media mañana y así sin haber tomado más que un café y una madalena a renovar el carnet de conducir, que ya toca, luego a la biblioteca a coger libros y estudiar, hacer la compra, etc…..

Luego por la tarde más estudio, piscina, coger color, andar unos cuantos kilómetros, hacer compra, limpiar, etc.

Hoy ha venido S a ayudarme a llevar al punto limpio – En su coche, el mío está en el taller obviamente – los trastos que debía haber tirado y he acumulado en unos cuantos años. Luego he ido al dentista, he intentado localizar al del seguro de la casa para terminar una reparación que empezaron este invierno y que debían rematar pero yo no estaba nunca en casa, nuevo paseito maratoniano y compritas y por la noche he quedado a tomar algo por ahí….Todo no van a ser obligaciones. Y he estado hablando con gente a través del Messenger, entre otras cosas para pedir opiniones respecto al coche, pero por otra parte porque normalmente me conecto muy poco rato al día y no pillo a mucha gente a la que no cibercontacto desde hace mil años…

Y suma y sigue…

Bueno, pero no pretendía hacer un parte de cómo van mis vacaciones, ya os lo podéis imaginar. Además, estoy a la espera de los resultados de la biopsia del trozo de endometrio que me extrajeron el otro día y espero que todo vaya bien y poderme ir unos días a la playa – De momento ya me he encargado de reservar el alojamiento y transporte – Sí, ya lo habéis adivinado, está entre las 3015 cosas que tengo que hacer en estos días.

Pero ahora, quisiera hablar de algo, algo que necesitaba contar y es que el sábado tuve mi primera bronca con S, cuando debía ser un día radiante de comienzo de las vacaciones.

Los detalles del cómo y el por qué espero que entendáis que no es sitio este para ponerlos, porque no se trata de dar detalles muy íntimos, pero sí de hacer notar que en dos meses y poco ya hemos tenido una bronca gorda. También es cierto que estoy conviviendo con S como si llevara un año y medio en cualquiera de mis otras anteriores relaciones, y la aceleración hace que los frenazos tengan luego impactos más gordos.

No obstante lo del otro día fue más producto de los problemas intrínsecos de S – No son culpa suya pero los padezco yo – Y de mi miedo, mejor dicho, pánico, a fracasar de nuevo en esta relación, y tal cosa no me lo puedo permitir. También es posible que me esté rayando el anuncio ese de las pastillas que recomiendan a partir de los 40 años para la “irritación y los sofocos, porque ya se ha acabado tu juventud”. Os juro que voy a ponerles un petardo a los cabrones que han diseñado tal anuncio estúpido.

Yo sigo siendo joven, me siento joven y no tengo sofocos, no. Lo de la irritación sí, pero porque me jode ver cómo la gente hace las cosas mal a mi alrededor y no, no tiene nada que ver con los 40 años. A los 11 años tuve un broncón de muy de aúpa con mi padre y no estaba menopáusica.

También recuerdo que S me dijo que iba a pagar los platos rotos de mis anteriores relaciones y no era justo. Claro, que como le comenté yo, había dos cosas que debían quedar claro:

1) La vida no es justa, es una mierda y hay que capear las cosas como vengan.

2) A él le estoy exigiendo mucho, muchísimo, pero ahora me juego infinitamente más que a los veinte añitos, por el puto reloj biológico y porque estoy muy vapuleada por relación tras relación. De tal modo que cuando percibes aunque sea de lejos actitudes que has visto en relaciones anteriores que fracasaron, como los perros de Paulov, acabas salivando al sonar la campana. Pues yo acabo pensando que S no es distinto de A, X, Y, Z o los demás a los que ni siquiera doy letra.

Dichas así las cosas, también quería recordar hoy lo bueno de dichas relaciones, porque todas tuvieron momentos estelares, de esos de ponerles violines y velas y enmarcarlos para los nietos…

No es justo que pasen a la posteridad A por su machismo talibán al enfadarse cuando yo salía con X después de que él apenas me envió un docena de mails para los que yo tenía que jugármelas y robar, o mejor dicho, hackear cuentas en el único sistema compatible que tenía a mano – Entonces no existía Intenet, sino la Usenet, la Bitnet y poco más…Su cuenta era de Bitnet y yo no tenía ni siquiera en la Usenet, así que os podéis imaginar cuándo aprendí del modelo OSI…

Tampoco es justo que X pase a la historia por sus trastornos de personalidad eternos e incompatibles con un trabajo estable de 8 horas al día durante los 11 meses de rigor al año, o que Y pase a la historia por ser el tío que más me ha dejado colgada para irse de copas con los amigos, ni que Z pase a la historia por ser el tío más indeciso y quemasangres.

Tampoco sería justo que diese carpetazo a S porque un día le sentó mal un tipo de anisiolítico….

Pero como justicia es justicia, voy a intentar recordar los momentos más bonitos con cada uno de mis anteriores novios oficiales (dícese de aquel que subes a casa y presentas a los padres como novio, aunque no hayas puesto fecha de boda, claro está).

El primer momento bonito con A. fue un día volviendo de no sé donde en el cercanías, llevábamos saliendo muy poquito, apenas nos habíamos dado un par de morreos, y recuerdo que aquel día habíamos estado jugando en la bolera y que me estaba contando algo gracioso y yo me reía, luego me cogió la cara con las manos, me miró fijamente a los ojos, y todo serio me soltó (traduzco todo al español porque sólo hablábamos en inglés):

- Creo que me estoy enamorando de ti. ( I think I’m falling in love with you…)

Como estábamos de broma, no supe cómo tomarlo, y le solté eso de:

- Estás de broma, vaya, esta si que es buena. ( You are joking, you cannot be serious, can you?)

A lo que él respondió esta vez muy serio:


- No es broma, es en serio, y no lo creo, estoy seguro, muy seguro.

(No, I am not joking, not at all, and definately, I don’t think that, I am pretty sure about that…)

No hace falta que os diga que se me llenaron los ojos de lágrimas, me abracé a él y … Nos pasamos la estación donde teníamos que bajarnos, vaya. Pero nos hizo mucha gracia, aunque a mi madre ni pizca que llegara tan tarde…

Otro momento muy bonito, el más solemne con A. fue cuando estuvimos en Segovia, en el puente de diciembre. Hacía un frío de mil demonios, vaya si lo hacía. Yo llevaba mi chupa de cuero negro y él otra menos macarra pero chupa al fin y al cabo de cuero marrón. Había sido su cumpleaños y me invitó a comer en un sito muy chic, El Cordero y me comentó que tenía que volverse en Navidades a su país. Yo me entristecí pues, aunque ya lo sabía, la certeza me sentaba como un puñal, pero no dije nada. Intenté tomarme aquel día como un día bonito para recordar, pero nada más. Recuerdo que durante la comida él me miraba y me miraba y me hacía preguntas extrañas, como si creía en el amor para toda la vida, si había pensado alguna vez en tener hijos y cosas así raras.

Fuimos por la tarde al Alcázar y él a duras penas podía entender lo que explicaba el guía. Yo estuve explicándole lo del patio de armas y lo de los caballeros antes de que el rey o el señor feudal de turno les invistiese como tales tenían que velar toda la noche las armas. Además, los caballeros tenían a su dama a la que se ofrecían en los torneos y justas y todo eso.

Recuerdo que cuando se fue todo el grupo, él me apartó y junto a un armadura muy antigua que no sé ni de quién sería, me soltó así :

- A mí me gustaría que fueras mi princesa, porque estás siempre todos los días en mi pensamiento, y no voy a olvidarte nunca. (I would like you to be my princess, ‘cause you are everyday in my mind, I will never forget you).

Yo estaba triste, le cogí la mano y le respondí: Yo no te voy a olvidar nunca, nunca. (I won’t forget you never, never).

El me besó y me insistió: ¿Nunca, nunca? (Sure that never?)

A lo que yo respondí triste:

No, nunca, ni siquiera cuando sea vieja y me olvide de todo y de todos. (No, never, not even when I become old and forget about everything and everybody).

Entonces, muy lentamente, A hincó una rodilla sujetándose al guantelete de piedra del caballero de al lado y me dijo todo serio:

- Cásate conmigo. (Please, marry me).

Yo me quedé helada. No sabía qué decir, dónde meterme, qué responder, qué estaba pasando. Todo me daba vueltas y pensé que aquello no era real incluso.

El me miró de nuevo y, sin cambiar de postura me cogió una mano e insistió:

- Cásate conmigo. Ya le he explicado a mis padres y estarían muy contentos de acogerte como hija y … (Marry me ¡. I have just spoken to my parents and they will be very happy if you become their daughter in law, so…)

Está claro que aquel día no se me olvidaría jamás, ¿no? También obviamente no me casé con él. Aunque cumplí mi promesa, por eso estoy escribiendo sobre él y por eso volví a verlo el año pasado, y nos seguimos escribiendo mails…

De X tengo también recuerdos muy bonitos, sobre todo al principio de la relación. Al final la verdad es que pasábamos más tiempo discutiendo que disfrutando de estar juntos.

Recuerdo que conocí a X a las tantas de la madrugada en un garito donde solíamos organizar las fiestas de la universidad, aunque él claramente, no estudiaba matemáticas, claro está.

Recuerdo que no me llamó la atención especialmente y hacía dos semanas que había cortado con un chaval, un tal Juanjo con el que había pasado dos meses y pico dándome a la lujuria desmedida (no recuerdo haber hecho cosas tan subidas de tono con nadie ni en sitios tan raros, por los menos hasta entonces, claro). Hacía un año o por ahí desde que A había vuelto a su país y yo estaba muy delgada, apenas pesaba cincuenta kilos, estaba demacradita pero tenía el pelo rubio en tirabuzones, de tal modo que parecía la doble de Paulina Rubio embutida en unos shorts que quitaban el hipo. Eso sí, varias tallas menos de pecho que ahora, claro.

Recuerdo que estuve hablando con X y que me cayó muy bien, entre otras cosas porque, aunque me miraba las piernas con un interés no casual, no estaba borracho como una cuba ni intentó meterme mano o morrearme en las dos horas que estuvimos hablando, así que le dí mi teléfono (el fijo, claro, porque entonces no había móviles).

Lo que más me gustó y me sorprendió de él es que calculando que llegamos a casa a las 9 de la mañana (era domingo ya), me llamó como a cosa de las 3 de la tarde para quedar ese mismo día si estaba libre.

A mí tal súbito interés proveniente de un chico que, sin ser Brad Pittt, estaba más que bien, me produjo un subidón al ego pero, en vez de decirle que sí inmediatamente, le medio mentí diciéndole que no sabía si iba a quedar con unas amigas para ir al cine, que mejor me dejase su teléfono (en aquella época no había identificación de llamada, etc, etc) con lo cual mataba dos pájaros de un tiro de esta forma: 1) Me aseguraba de que no era un pervertido llamándome desde una cabina para citarme Dios sabe dónde y 2) Así tenía su teléfono por si otro día no sabía qué hacer y me apetecía llamarlo, pero él no lo sabía claro.

Hablé con mis amigas, claro está, pero más bien para contarles que había ligado y que no me esperasen para el cine porque iba a quedar con él esa misma tarde.

Luego, manipuladora como pocas, llamé a X para decirle que mis amigas no se habían puesto de acuerdo con la peli y en vista de lo visto, les había propuesto dejarlo para el viernes siguiente mientras decidíamos y así le hacía un hueco en mi agenda porque me había parecido simpático.

Recuerdo aquella noche de domingo que llovió lo que no estaba escrito, a cántaros, yo llevaba una gabardina negra pero iba con unos vaqueros ajustados debajo y él no me acosó pero notaba su acercamiento, su rodilla junto a la mía cuando me hablaba, su cara muy cerca de la mía…

Aún así con sólo tensión sexual pero sin roces claros, pasamos una noche encantadora, con la sensación de haber conectado de pleno, esa sensación de haber conocido a alguien realmente encantador con quién el sexo, si al final acababa habiéndolo, iba a ser la guinda del tremendo pastel.

Al final, como todo, ocurrió a la siguiente semana, también de una forma curiosa, mientras estabámos hablando en un pub y mis amigas y sus amigos andaban por ahí ligando. No sé de qué estábamos hablando, se me iba a caer el vaso o algo encima de la mesa, me agaché a cogerlo, se agachó él y cuando nos levantamos casi por impulso de lo cerca que estábamos fue casi imposible no besarnos, y así empezó todo…

Luego recuerdo una noche en Málaga, en el Lubina, en la zona que llaman Cala de Mijas, tan tristemente famosa por ser la zona donde vivía la chica que fue asesinada…

Yo entonces tenía 26 años, recuerdo que nos habíamos peleado y habíamos pasado el mes de agosto separados, él con sus padres y yo trabajando. También recuerdo que yo me había ido un finde de parranda con mis amigas al pueblo de una de ellas donde además de pasármelo chupi era reconocida por mi reputadísima fama de gogó destroyer. Recuerdo que bailaba encima de la plataforma y los chicos me adoraban, pero tenía a dos en especial : N y Se. (Los nombres los omito porque en ese pueblo todo Dios los reconocería).

Ese año no me acosté con ninguno de los dos pero, aunque siempre me había molado N, ese año él andaba medio liado con una niña y me hacía poco caso, además, yo ya les había dicho que tenía novio, aunque las cosas se habían torcido hacía poco…Además, ese año había sido bien jodido en Madrid… El caso es que fue Se ese año el que me entró a saco para mi sorpresa, porque siempre había sido tímido, pero aunque me pillé una castaña y me di un par de morreos con él al final le paré los pies cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo y acabamos tomando el chocolate con churros en el bar del pueblo mientras le contaba lo absurdo de mis problemas con X. Y hasta ahora…

El caso es que lloré mucho porque no sabía si estaba saliendo o no con X por la tremenda bronca que habíamos tenido y que en un mes no sabía nada de él. ¿Había sido idiota y estúpidamente fiel a alguien que ya no me quería? Al final fue su madre quien me invitó a ir con ellos a Málaga jurándome que X me quería y que estaba muerto de miedo por pensar que yo ya tenía a otro conociéndome como me conocía y con su nuevo problema de depresión postraumática pero yo me presenté allí a finales de mes con mi melena rubia que estuve peinándome con esmero antes de coger el tren, con mi vestido de lunares negro y mi bolsita de playa y quince mil pesetas en el bolsillo por todo patrimonio, pensando que si no me quería ver me iba a un hostal yo sola a pasar el fin de semana.

Pero ahí estaba él en la estación, asomando su cara entre la gente y cogiéndome en brazos y abrazándome, y no me soltó en un buen rato.

Luego recuerdo que aquella noche en la azotea del hotel (se convirtió en nuestro nidito de amor) sellamos nuestra reconciliación de un modo más que pasional y después estuvimos paseando por la playa a la luz de la luna mientras yo me recomponía la ropa, claro…En fin, recuerdo que todo aquello era como un cuento de hadas aunque me comieron viva los mosquitos y ni me enteré. Lo malo es que X siguió teniendo problemas y problemas después y no siempre hubo una reconciliación como aquella…

Pero sí recuerdo que me encantaron las playas de Málaga y la zona aquella, el sitio de Calahonda creo que se llamaba…

¿Qué recuerdo de Y?

Pues el recuerdo más bonito que tengo fue un día de junio en que, después de muchos tiras y aflojas en nuestro lío o lo que fuera que era aquella extraña relación, acabamos coincidiendo con amigos comunes y, aunque no nos podíamos ni ver entonces y yo estaba saliendo con un jovencísimo eslavo estilo Darek que me daba más que ritmo al cuerpo, aquella noche me vencieron los sentimientos y los siete tequilas (o fueron ocho?) y no sé cómo acabé bailando de nuevo con Y. Recuerdo bailar con él nuestra canción favorita, una de Marcela Morey, creo que se llama: Para toda la vida.

Por cierto, quiero hacer un inciso, todas las parejas tienen una canción especial. Yo creo que con A. era la de “Falling in love “ de UB40 y también “Otro día más sin verte” de Jon Secada.

Con X no lo tengo muy claro, supongo que sería “Red, Red Wine” pero también alguna de las que le gustaban a él tipo “Corazón Partío” de Alejandro Sanz. No sé, tendría que preguntarle a él.

Pues con Y estaba claro que era alguna de salsa porque así empezó todo. Recuerdo un finde por Candeleda dándole al orujo y bailando esa canción, y así a lo tonto a lo tonto, me empecé a colar por él. También recordé el otro día una canción muy bonita que ponía siempre en el coche y con la que nos achuchábamos un montón y es de Maná: “Vivir sin aire”. Y tenía su puntito romántico y dos noches después de bailar de nuevo como Fred Astaire y Ginger Rogers quedamos a cenar y luego…Bueno, luego hicimos el amor en su coche en una zona de la Dehesa de la Villa relativamente cerca de mi casa. Recuerdo cómo se me declaró en aquel momento y que me dijo unas palabras tan románticas y tan tiernas que subí a casa flipando como en una nube… Lástima que las nubes a veces traigan tormentas y así fue como acabó lo nuestro, en una gran tormenta o ni eso siquiera…

También recuerdo que lo más parecido a la felicidad con él fue el verano del año 2001 que pasamos diez días juntos con su hermano y cuñada en un bungalow del Pilar de la Horadada.

Allí disfrutamos del mar, de las buenas comidas, de las partidas de mus… Pero también tuvimos nuestros momentos de intimidad física. Recuerdo muy inocente que me enfadaba si no lo hacíamos un par de veces al día o más y pensaba que igual si sólo lo hacíamos una vez al día estaba dejando de gustarle o qué sé yo…

Recuerdo que cuando su hermano y cuñada se iban a dormir nos quedábamos viendo South Park muy juntitos y luego salíamos a dar una vuelta por la playa…La verdad es que la felicidad, vista desde fuera está muy clara, pero cuando estás dentro siempre ves detalles que te molestan: Que si no le apetece salir a pasear por la tarde conmigo, que si por qué me suelta por la noche si es que tanto calor tiene…En fin, tonterías…

El caso de Z fue muy emotivo y, por lo reciente, tengo mil detalles que vienen a mi mente, pero quizás el día que nos enrollamos por primera vez, que eso es digno de enmarcarlo como ejemplo de día perfecto, el sueño de una noche de verano, más bien habría que ponerlo en un marco. Era perfecto en todo: porque hacía mucho calor, nos dejaron todos solos sin ponerse de acuerdo, estábamos con el puntillo pero no borrachos, hubo todo tipo de sentimientos: Amistad, camaradería, fiesta, sensualidad, cariño, y lujuria en estado puro, etc, etc.

También recuerdo las primeras vacaciones que pasamos juntos, en Altea. Yo creo que fueron tan bonitas que, aunque cortas, sólo cuatro días, no dejan por menos de ser emotivas. Recuerdo que se estropeó el autocar y que Z llevaba una chocolatina en el pantalón que le dejó una mancha marrón tremenda. Hacía un calor horrible y llegamos a un sitio desconocido a las seis de la mañana. Pero ver el mar en calma, el amanecer y los dos solos con nuestra tienda de campaña (único bien ganancial que todavía conservamos), es una sensación inenarrable.

Veo las fotos de entonces y estamos los dos salvajes, como dos naúfragos, no podíamos estar en estado más salvaje, y creo que en todos los sentidos.

El tiempo hizo que las cosas se torcieran y mucho pero es curioso que últimamente sueñe una y otra vez con una playa desierta y yo bañándome al amanecer. Igual quiero recuperar esa sensación de la primera vez en la playa con tu nuevo amante al lado. En fin, tomo nota para proponérselo a S porque la verdad que ya me apetece darme un bañito con él en la playa.

Ah, y si S está leyendo, que lo está, igual me ha salido un poco largo, reservo lo mejor para él. Claro que sí.

La verdad es que mi historia con él está plagada de momentos mágicos y señales, pero hay días que son más emotivos que otros, claro está. Si tuviera que quedarme con un par de momentos hasta ahora quizás escogería:

- La noche que estuvimos cenando en el Nabucco y luego tomando algo en el café Belén y toda la noche no pudimos dejar de mirarnos, de extasiarnos el uno con el otro. El no paró de repetirme que me amaba y yo hasta ese momento no le había confesado mi amor porque quería estar segura, al estar tan reciente mi ruptura con Z. Pero, de pronto, me sentí como Doña Inés en brazos de Don Juan en aquella apartada orilla donde más pura la Luna brillaba. De hecho, yo creo que la Luna brillaba ahí fuera o yo me lo estaba imaginando porque es como si la luz de la hechicera nocturna me estuviese alterando y me sintiese derretir toda yo. Entendí el por qué Doña Inés le dice aquello de: “Don Juan, Don Juan, mi señor, yo te imploro de mi humilde condición, o arráncame el corazón o ámame porque … te adoro”.

Vale, vale, si lo está leyendo mi hermana ya se estará partiendo de la risa, ay, esto de tener hermanas que cotillean el blog de una es un problema, no se puede poner una romántica y esas cosas so pena de tener al domingo siguiente pitorreo y esas cosas.

Pero jolín, si eso es lo que sentía yo, ¿por qué negarlo? En aquel momento, sólo pude atinar a decirle que me estaba enamorando de él, lo cual era más que cierto, pero ni punto de comparación con el sentir de mi corazón desbocado. Aquella misma noche tenía que haberlo secuestrado y habérmelo llevado a casa de un impulso o algo así porque yo qué sé qué locura hubiera sido pero a buen seguro que una locura deliciosa.

Otro momento fue cuando cumplimos el mes y decidimos celebrarlo. El me regaló una docena de rosas rojas preciosas que tengo todavía marchitando por aquí. La cosa es que me vino a buscar al trabajo, fuimos a casa y entonces yo le hice una medio broma, le regalé un collar que hice a mano – estilo indi – pero realmente el verdadero regalo fue la poesía que le escribí y que me costó el día anterior varias horas y enfrentarme a sentimientos que no conocía… Porque realmente hubieron muchos días antes de que nos diéramos cuenta de lo que pasaba en los que se fue tejiendo el tapiz, todo muy despacio…Pero, fueron muchas cosas: Fue una noche en el Larios mientras mi amiga y entonces novia o lo que fuera cogiendo a Z por banda mientras S y yo nos abstraíamos con la música de Depeche, Aha, Yazoo hasta cruzar la mirada mirando a nuestros respectivos, volver a mirarnos y darnos cuenta de que habíamos pensado en lo mismo que ser resume en “Vaya chapa que se traen estos dos con el rollo de las oposiciones, que llevan ya hablando de lo mismo media hora”. Pero ese hablar sin palabras fue lo que me sorprendió entonces. Y, por eso, empecé a contarle mis temores sobre lo de la hipófisis. Porque igual, si lo de la “chapa” o la música o si éramos tan parecidos y podíamos hablar sin palabras, igual me costaría poco esfuerzo que el entendiera algo así como: “Estoy sola, mi novio no me hace caso y tengo miedo porque igual tengo un cáncer cerebral y no sé a quién contarlo que no me crea lunática o le dé tanto repelús hablar de esas palabras malditas como cáncer, muerte y dolor que he pensado que tú que pareces haber pasado por tanto de esas cosas igual puedes entenderme”.

Luego recuerdo cuando me comentó que había roto con mi amiga, yo lo imaginaba, fue preguntar por preguntar y luego me comentó sus problemas pasados, su divorcio, su vida anterior “destroyer” y yo le comenté cómo me había tomado 32 orujos y otras bebidas en cantidades suficientes para matarme sólo por el dolor inmenso de haber dicho que no al hombre de mi vida de entonces, claro.

Sin embargo, los recuerdos más agradables no son esos relatando nuestras “proezas” desastrosas, porque ser colegas del “lado oscuro” no produce sentimientos amorosos de por sí. En todo caso, empatía o compasión por la otra persona y sus circunstancias pero normalmente no una pasión arrolladora claro está.

Lo que sí tuvo efectos positivos fue el día del teatro y el niño aquel que no paraba de moverse delante nuestro y cómo lo cogió en brazos y lo sentó. En aquel momento tuve un flash en la cabeza y pensé en que además de haber sido una suerte de Dark Vadder, S podría ser un excelente padre y quién sabe si marido, aunque no hubiese tenido suerte a la primera…

Pensé que qué pena que Z no fuese como él en este sentido claro…. Y de ahí a pensar que por qué Z y no directamente considerar a S como un candidato válido a mi corazón mediaron un par de semanas o poco más. Luego, como todo, fue labor de pico y pala, a saber: Mail, llamadita, quedada para tomar café, comentario misterioso, más comentario misterioso, coincidencia, más coincidencia…

Desde luego, si fuéramos un cuento de hadas no sé que cuento seríamos pero algo así como una mezcla entre Cenicienta y el Soldadito de Plomo o la Sirenita y Pocahontas. Yo qué sé. Se admiten sugerencias.

Ah, ¿y cuál eran las canciones favoritas de Z y de S? de Z está claro que nuestra canción del verano fue “Sin miedo a nada” de Alex Ubago, aunque alguna de Kate Ryan no estuviera mal. Con S ya digo que claramente Depeche, aunque me gustaría que buscase una muy bonita de Erasure: Always, que también es un cuento como oriental.

A mí así en abstracto, las canciones de amor que más me han marcado por orden desde que era pequeña han sido:

Me gustas mucho – De Rocío Durcal.
Careless Whisper – Wham
And I love her – The Beatles.
Not ordinary Love – Sade
Sealed with a Kiss – Jason Donovan
Sign my name across my door – Terence trent d’arby
Nothing compares to you – Sinead O’Connor

Y por supuesto, el Like a Virgin de Madonna, claro está

Bueno, otro día os contaré algo más de mi infancia…. O de mis historias de juventud. Um, ahora que soy una buena cuarentona ya debo soltar lastre contando estas cositas. Eso y tomarme las pastillas para la irritabilidad, claro

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