Living la vida loca

Se me ha hecho hoy muy difícil volver al curro otra vez. No es por lo de tener que madrugar, porque llevo madrugando prácticamente todos los días de las últimas dos semanas. Tampoco es por lo de tener que resolver otra vez problemas extraños, que me deprima el sitio de trabajo o los compañeros. No.
Es más que nada porque me siento de nuevo como un pájaro cautivo sin que me dé la luz del sol. De hecho, hoy se ha nublado, como si el tiempo me acompañara y no tuviera así la envidia de los días de playa y piscina…
Luego también ocurre que, con la vuelta al trabajo, se nota más el cambio de hábitos sobrevenido porque S y yo ya no convivimos juntos.
Bueno, he de decir que nos seguimos viendo al menos una vez por semana pero no tenemos ya un compromiso como tal. Puntualizo esto, porque S me llamó ayer al leer el anterior post y me dijo que iba a intentar reconquistarme y que si estaba tan enfada y tal y como pintaba ese post pasado, que daba la impresión de que habíamos roto sin remedio y que ni nos hablábamos ya y estábamos super enfadados, y eso no es cierto, porque sí que nos hemos hablado y visto y hasta bromeado, reído y hasta diría que S es más divertido e interesante ahora que no duerme conmigo.
Pero claro está que la situación ha cambiado y yo ahora tengo que hacer mi vida y concentrarme en mis temas, que es lo que estoy haciendo. Eso no quiere decir que esté viviendo la Vida Loca que decía Ricky Martin y buscándome ligues, porque nada más lejos de la realidad.
Me apetece aprovechar para concentrarme en mis estudios y en mi salud, tal y como me ha aconsejado mi “coacher” dedicarme a mis prioridades y a lo que me hace feliz: Alemán, francés, pasear, nadar, broncearme, adelgazar , meditar, hacer panecillos y sobre todo, estar a gusto conmigo misma.
Como decía, el volver a casa y encontrarla vacía no se me hacía tan penoso porque estaba de vacaciones y salía con amigos, iba de compras, hacía actividades y apenas me daba tiempo de echar de menos mi antigua vida de “arrejuntada”. Ahora supongo que lo notaré más, pero como todo, se acaba acostumbrando uno.
No , no todo es negativo, si no, no estaría viviendo sola. Ahora estoy más relajada, porque puedo llegar a la hora que quiero sin preocuparme de llamar o avisar antes.
Tampoco me preocupa que se enfríe la cena o que me encuentre a S roncando en el sofá y tenga que zarandearlo repetidas veces para anunciarle que estoy en casa - Lo siento querido S pero es cierto que algunos días te encontraba así.
Y otros días si bien estabas despierto, tenías menos conversación que la momia de Tutankamón. Y hacía menos actividades sociales contigo que con el yogurt de muesli que me queda en la nevera.
También está el tema de ver la tele. Antes no podía poner pelis en alemán, francés o inglés porque el susodicho me hubiera puesto cara de espanto. Ahora puedo mejorar mis conocimientos de idiomas sin tener pelea o cargo de conciencia.
También puedo ver mis series “para mujeres Bridget Jones” y olvidar un poco las series policíacas que, aunque estaban bien, todos los días eran un muermo. Me apetece reirme y no tener que pedir perdón por ver el canal Divinity por ejemplo o beberme una cerveza bien fresquita mientras babeo viendo al macizo de “a golpe de bisturí”
Otra cosa que puedo hacer sin cargo de conciencia es conectarme a internet de madrugada y mirar lo que me apetezca, desde recetas de tartas de frambuesa a los últimos cotilleos de la NASA, responder correos de amigos que hace tiempo que no veo, revisar información interesante relativa a estudios o trabajo o cualquier cosa que me apetezca, como leerme wikileaks o chatear con una amiga en Laponia.
Antes para empezar tenía que despejar la mesa o terminar de cenar, pero como ahora ceno todo en frío y encima de una bandeja, el tiempo dedicado a cenar (preparar la cena), cenar, hablar, fregar los platos, etc . se ha reducido en más de una hora, ya que lo puedo hacer concurrentemente con mi ordenador.
Y los fines de semana también son distintos. Antes bien era levantada los domingos a sangre fría a las 6 de la mañana por Dios sabe qué peregrina historia que le acontecía a S (pesadillas, insomnio, ansiedad, una escapada al rastro a buscar sellos, una incursión mañanera en el infojobs) o bien a su familia (la rodilla de su madre, bajada de tensión de su hermana, su primo y su divorcio cruento, su tía enferma, su perrita pachucha, etc .) o bien nos daban las 11 y el bello durmiente estaba todavía en estado catatónico y no había Dios que lo levantara...
Ahora pongamos que estoy en un dulce término medio, y es que sobre las 9 abro el ojo y sobre las 9.30 estoy ya preparándome para la ducha y haciendo cosillas por la casa. Luego en vez de ir a por el periódico y desayunar de camino, me salto el desayuno y me bajo a la piscina mientras pongo la lavadora.
Mi familia no me da muchos problemas, para bien o para mal. Si me llamase mi hermana un domingo antes de las 9 de la mañana me pondría a temblar porque seguro que sería una desgracia. Así que los domingos en mi casa pasan sin que suene el fijo y casi ni el móvil, ya que mis amigos la mayoría son internautas como yo y respetan mi silencio de monje tibetano.
También puedo irme de paseo dejando la pila llena de platos sucios sin que S se zambulla en la pila con el estropajo en la mano. De hecho, a veces creo que cenaba tan deprisa sólo por ver relucientes los platos ya en la alacena…
Al ordenado de S se le helaría la sangre con una vida tan poco al uso, pero a mí me da lo mismo, voy a lo mío que es conseguir un par de horas para faenar la casa a tope, un par de horas para nadar y tomar el sol y por la tarde paseo, compritas y estudiar por la noche sin historias raras. ¿La lista de la compra? Son 5 minutos lo que tardo en hacerla y no 3 días, ya que yo soy desordenada pero tengo una excelente memoria, salvo el otro día que estuve varias horas buscando un informe del médico, jarl ¡!!…
También hay que reconocer que S no podría vivir una semana con una bombilla fundida (el pico de tensión del otro día) o que S me hacía dormir al menos 5 horas al día y desayunar algo antes de salir disparada al trabajo o donde fuera.
Bueno, pero no todo son críticas (S, no es que esto sea una crítica pero reconoce que eres lo más parecido a Pantunflo Zapatilla en lo que a orden y seriedad me remito).
También el chico tenía sus puntos detallistas, como traerme los yogures que me gustan, el chocolate o acordarse del fascículo de la colección que estoy haciendo. Lo malo es que le ocurre como al camarero de mi curro, que cuando cambias de elección del desayuno se enfada, porque antes de que abras la boca ya me ha soltado el café cortado y si un día le pido un té parece que le estoy haciendo un feo y trabajar dos veces, pero es que a mí me repatea hacer lo mismo siempre.
Debo reconocer que soy un tanto paranoica y en mi cabecita paranoica existe la creencia de que cuando eres previsible, eres atacable. Recuerdo cuando trabajaba con los militares que lo primero que nos decían es que no fuéramos de costumbres fijas ni previsibles en los horarios, para despistar a un posible terrorista o secuestrador, ladrón, etc. Si uno no tiene costumbres fijas, el atacante no estará seguro planificando su fechoría y probablemente lo intente con otra “víctima más propicia”.
Al margen de la paranoia, debo reconocer que salvo para el trabajo y los estudios soy muy bohemia, y no soporto a nadie que me recuerde los horarios y costumbres de mi mamá.
Ahora que veo a S solamente fuera de casa y para hacer actividades (ir al cine, de compras, al museo, a cenar,etc), al verle fuera del contexto doméstico ( o sea sin greñas ni barbotas ni el batín de señor antiguo) parece que le veo menos como a un carcelero y más como a un hombre galante.
Estoy convencida de que yo soy un espíritu libre y necesito mucho aire para ser feliz.
Igual me ocurre con S lo que a Gunilla con su ex, que de matrimonio se llevaban a matar y luego de amiguitos son inseparables. Quién sabe…

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