Agridulce

Los sabores que una lengua bien entrenaa puede distinguir son: Dulce, salado, agrio y picante. A mí me falta este último, confundo el picante con el agrio. Así que no es de extrañar que ayer me pasara con el picante e indujera a mis amigos a pecar con la guindilla...

Como supongo que algunos seguiréis mis andanzas últimas con interés morboso, aunque estoy un tanto cansada y he llegado tarde a casa, os voy a poner un poco al día.
En el tema laboral, estoy teniendo un pico de trabajo que más bien parece un K-2. No obstante este lunes que hice puente pero al final no me pude ir fuera, he aprovechado para despachar algunos temas personales urgentes que por motivos de trabajo no puedo hacer en un horario mínimamente razonable.
Entre estas tareas ha estado la de ir de bancos. Pensaba hacerlo de todos modos, pero el sábado un maldito y asqueroso cajero se tragó mi tarjeta cuando iba a sacar pasta para unos días y me dejó con dos palmos de narices.
La gente, que suele ser bastante gilipollas en estas situaciones, en vez de desistir de sacar pasta, encima me increpaban para que dejara libre el cajero, cuando llamé al servicio de asistencia para darle cuenta del percance sufrido. Obviamente no estaba dispuesta a dejar el cajero libre hasta que no me confirmasen el bloqueo de la tarjeta, faltaría más, que hay mucho chori por ahí usando todo tipo de argucias para hacerse con tarjetas…
Lo peor fue cuando el lunes fui a sacar dinero en efectivo en el banco. Ni funcionaba el cajero (lo estaban desmontando unos obreros porque se había roto por completo el finde), sino que tampoco funcionaba el sistema de conteo de dinero de la sucursal. Una auténtica pifia. Al final, en el último momento puede conseguir pasta para tirar unos días.
Parece increíble la dependencia que tenemos del puñetero dinero de plástico. Todo porque nadie humanamente normal va por ahí con fajos de billetes a menos que sea constructor o apoderado taurino.
Pero basta que te ocurra un percance como el mío para que te deje tirada y k.o. como una colilla. No sé, digo yo que nos deberían implantar un microchip como a los perritos y así cada vez que vamos a comprar nos leerían el microchip como si fuéramos un pack de madalenas y nos descontarían de forma automática el dinero de la cuenta corriente sin necesidad de andar tonteando con trozos de plástico. Pero mientras llega el sistema revolucionario, todavía nos tocará vivir el neolítico de los agujeros del dinero en la roca de los bancos.
Respecto a mi vida sentimental decir que estoy tan feliz con O. como disgustada con S. por lo mal que está y las que anda liando que me tiene muy preocupada.
La semana pasada que estaba ya fuera del hospital, S se dedicó a ahogar la depresión en noches de juerga. Lo vi el sábado en el garito habitual y estaba tan pálido y demacrado que me dio miedo de que le pasara algo malo. Hemos estado hablando estos días porque veo que está en situación límite y espero que salga de esta pronto. Me preocupa desde luego que haga alguna tontería así que entre todos los amigos estamos intentando apoyarle. Mi situación es delicada, porque por un lado no quiero fallarle como amigo, pero por otra no quiero que se piense otra cosa o que se malinterprete o haya algún tipo de mal rollo por todo esto.
Con O. me va bastante bien, y ya se lo he presentado a la mayoría de mis amigos. Pronto avanzaremos un poco más y conoceré a su hermana y él a su vez a las mías. Espero que todo fluya con armonía y cordialidad, porque para mí es muy importante que no haya tensiones que estropeen una relación que tiene a día de hoy tan buena pinta.
Ayer estuvimos rememorando viejos tiempos y tomando unos hashimuris y luego escuchando un poco de rock en vivo, en un garito muy famoso que conozco y que ninguno de mis amigos conocía.
A veces tengo la sensación de haber vivido ya cien años o mil vidas distintas. Conozco muchísimos sitios de la noche y tengo recuerdos emotivos en la mayoría de ellos, como ayer cuando pasé por delante de la Chocita Sueca, el sitio donde conocí a A hace ya veinte años.
Sin embargo, la gente de mi pandilla apenas conocen una docena de sitios y no me cuentan muchas anécdotas al respecto. O bien yo tengo una memoria prodigiosa (que es lo más probable) o tengo la suerte o desgracia de haber vivido experiencias muy intensas.
Hacía tiempo que no llegaba tan tarde juerga, pero ayer nos dieron más de las cuatro así como el que no quiere la cosa, y cerré los ojos para dormir ya pasadas las cinco. Así que estoy con un sueño que creo que me voy a ir a la cama en diez minutos.
Una relación nueva es como un bebé recién nacido: Felicidad, ilusión, emoción, pero también cambio de horarios, falta de sueño, descontrol, caos, etc..

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS AMIGOS DE MIS AMIGAS SON MIS AMIGOS...

Aniversario del Divorcio

BENIDORM TOUJOURS MON AMOUR