FATIGA EXTREMA


Todavía hoy mi coche sigue en el taller, después de dos semanas, aunque ahora lo voy a recoger esté como esté del tema del parachoques...

Creo que a este paso me va a salir el arreglo más caro que comprarme uno nuevo... Parece ser que en este país los temas de mecánica, si no son graves, son aceptablemente caros, pero los temas de chapa, carrocería y pintura...Ahí es donde meten la clavada. Me piden nada menos que setecientos euros por arreglarle el parachoques delantero. Además, claro está de los otros trescientos del tema de la batería y demás piezas reparadas, revisiones, etc.

Pagar setecientos euros más me parece una clavada inasumible. ¿De dónde saco yo mil euros así para este arreglo? Si casi es más de lo que me costó comprar por el coche ¡!!

Pero no puedo ir por la carretera con medio parachoques desprendido y un faro pegado con cinta adhesiva. Y además está el tema de la dichosa ITV que tengo que pasar en un par de meses...

Mañana lo llevaré a otro taller de un pariente de una amiga mía que hace reparaciones de este tipo a mejor precio que los talleres “autorizados a meter la clavada hasta el estoque”. Así y todo además de los 300 euros de temas de mecánica, me veo soltando otros 300 por el tema del parachoques si quiero que mi coche pueda circular por ahí sin que me detengan... Esto es lo que tiene vivir en la legalidad. He visto furgonetas por Pan Bendito ir recosidas de cinta americana y con cartones por ventana, y ahí andan, ahí están. Aparcadas en mitad de la acera si es preciso. Y que se atrevan a multarlos que como no tienen ni DNI, ni carnet de conducir, ni papeles, ni domicilio, ni esas cosas propias de la gente normal...

Creo que estas Navidades me voy a tener que apretar el cinturón hasta las lumbares. Ya voy empezando a imaginar las cosas que van a desaparecer de mis celebraciones navideñas: Los langostinos, nada, un poco de mortadela, que no está demasiado cara. ¿El cava? Nada, un poco de sidra del “Tío de la Gaita” del supermercado descuento, y arreando. ¿Regalos para la familia y amigos? Nada, mejor les voy haciendo vales por reparaciones gratuitas del PC o redacciones en inglés o lo que sea y arreando. Lo malo es luego encontrarles el tiempo para los vales, pero en fin, no digáis que es ingeniosa la manera.

Y en vez de ir con mi chico unos días a la playa en un kit-kat navideño, nos vamos a pasear por el Retiro con un cucurucho de castañas asadas... Ah, y de las cenas navideñas, nada de nada. Por el pico que me cuesta la cena, copas y taxis, nada, me excuso diciendo que me ha entrado una gripe de caballo y me quedo en casa viendo la tele en alemán, y así cojo oído. Eso sí: Nada de poner la calefacción que está por las nubes...

Bien mirado, no sé de qué me quejo. Si no tuviera coche, no tendría que repararlo. Si no tuviera piso, no tendría que pagar la hipoteca, y si no tuviera trabajo, no tendría que preocuparme de planchar el traje... Si es que me quejo de vicio. Igual la solución es hacerme nómada y vivir entre cartones, con un perro, una flauta rechupada, el pelo con raftas para que no se note que no se lava desde la batalla de las Termópilas y un cartón de vino, para que no falte el anticongelante... Así seguro que con tres o cuatro euros me apañaría para los gastos. Ahora que mi esperanza de vida bajaría tres décadas por lo menos...Aunque nunca se sabe, ayer vi a una chica de más o menos mi edad atendida por el Samur porque le acababa de dar un infarto en plena calle. No se murió y parece que no era demasiado grave dentro de lo muy grave que es un infarto, pero no sé, me dio por pensar que yo debería cuidarme un poco más del estrés en que vivo...

Ayer estaba mi jefe con cara de cansancio. Yo, la cara de cansancio la llevo puesta desde hace tiempo. Viaje para acá, para allá, el martes me desperté en un hotel de París y os juro que tanteaba al lado que no era el despertador de mi móvil, porque creía que estaba en mi casa...Pero si hasta ya me quedo como un tronco en los aviones en cuanto pillo asiento, cuando yo hace quince años era de las que miraba por la ventanilla cada cinco minutos para asegurarme de que no se había desprendido un ala!!

Como digo, mi jefe con cara de cansado. Y le pregunto, por educación, porque sé que andaba con los niños medio pochos. Me responde : “No, los niños están bien, estoy preocupado porque se me ha ido la asistenta, y como mi mujer está embarazada...”. A ver, a ver que reflexione. Pensé yo para mis adentros. Su mujer es ama de casa, ¿y encima la pone asistenta? Espérate que se lo cuente a mi madre, que iba con un panzón de siete meses, a la compra con otros tres niños de la mano, en brazos, en silla o de donde pudiéramos agarrarnos...

Si es que yo equivoqué la profesión. Tenía que haberme hecho mantenida de algún jefazo. Hay tías que no trabajan fuera de casa y encima sus mariditos le ponen asistenta. Y yo, trabajo de sol a sol, no tengo nadie que me arregle los temas domésticos ni asistenta que me lave los platos ni me planche los trajes!!!! Ay Dios, el mundo está mal repartido.

Por eso creo yo que me puse un poco borde cuando le pedí que quería mis días de vacaciones restantes lo antes posible, y ante su reticencia le espeté: “porque como yo no tengo “Amo de casa ni asistento y estoy todo el día currando y estudiando, resulta que lo más fresco que tengo en mi nevera es una pizza congelada, y mi casa parece Sarajevo hace unos años...”

Al final este hombre, mi jefe, que en el fondo no tiene la culpa de ser “gente de bien vivir” me ha concedido los días que le pedí. Parece buen jefe, usa bien el sentido común y encontrar uno que lo utilice es difícil, válgame. Imagino que cuando yo le cuente a un inmigrante nigeriano mis patatuses con mi coche me dirá lo mismo: “Te daría yo una patera, bonita, a ver cómo cruzas tú hasta Canarias y sin agua potable”. Si, en el fondo, nos quejamos pero no sabemos lo que tenemos. Pero caramba, me fastidia que me restrieguen lo bien que viven mis jefes. Por lo menos mi jefe trabaja, pero otros parásitos que salen en todos los programas rosas, esos viven mucho mejor que mis jefes y sólo por ser unos imbéciles integrales...Ay, si fuera Robespierre, la de cabecitas con mechas de diseño que iban a probar la Madame Guillotine...

Aún así, el tiempo se me escapa, los días, las semanas...

Compraría tiempo para dormir, para pasear, para depilarme las piernas que parezco Wilfredo el Velloso de cintura para abajo, para ir al médico a ver qué carajo es un bulto rosa que me ha salido encima de la rodilla y que no sé si es de un porrazo, de un trombo o foliculitis extrema. También me gustaría ir al ortodoncista a que me repase el pegamento de las retenciones que llevo por detrás de los dientes, o poder llegar a tiempo por las tardes a mis clases.

También me gustaría tener tiempo para comprar y montar muebles, para ver a gente que piensa que soy una mal amiga y una descastada, para ir a todas las exposiciones que me voy perdiendo, y para tumbarme en el sofá más de diez minutos a ver la tele sin quedarme en estado de coma de la fatiga extrema que llevo encima...

Sí, ya sé que la fatiga que padezco es también por culpa del tiroides y por mi afán hiperactivo de compensar mi origen pedigüeño con maratones de cursos, idiomas y gimnasio para llegar a un status social que jamás soñé alcanzar.

Pero, ¿quién no se fatigaría si tiene que levantarse un lunes a las cuatro de la madrugada para coger el primer vuelo a París, buscar luego transporte para una reunión a casi cuarenta kilómetros del centro, llegar sobre la marcha y exponer lo que has tenido que preparar el fin de semana entre test y test del CISA ... Luego malcomer, llegar al hotel a las mil, cenar lo que quede de sobras, deprisa y corriendo porque cierran el único bar abierto a esas horas, levántate rápido, dúchate y empaca de nuevo todo en la maletita, desayuna a la carrera mientras llega tu taxi, revisa la factura con el del hotel en un francés más o menos medio inventado, aguanta otra reunión de las que si no fuera por lo que a uno le va en ello aprovecharía para echarme la siesta más larga del mundo, y luego vete a buscar algo para llegar a tiempo al aeropuerto antes de que cierren la facturación, pasa el control a la carrera, vigilando con el rabillo del ojo que nadie se lleve tus cosas mientras te cachean y revisan el bolso...

Fatiga extrema. Ayer me levanté como una zombi, y anteayer. Ni todo el café de Colombia pueden ya con mi cansancio. Encima las movidas de lo de mi coche, el examen del CISA y como guinda tengo un examen de alemán el lunes... El día que me llevan a trabajar fuera de la ciudad para montar unos equipos...

Y no sé si me dará tiempo a ir al examen, quizás a la carrera si termino todo rápido y no como, como me ha pasado hoy ...

Bueno, chicos, buen fin de semana. Yo tengo que mirar ahora cómo voy a ir mañana hasta Ciudad Lineal a llevar mi coche al otro taller – Loado sea el Bendito si me lo dejan reparado en menos de dos semanas...

Y luego a la vuelta calcularé si hago treinta temas más del examen del CISA y para comer entonces me meto tres cucharadas de sopa instantánea y una lata que no sé ni qué fecha de caducidad tiene por lo que debe de llevar en la nevera o arriesgo mi examen del sábado que viene por ir a comprar comida con vitaminas y sin conservantes. Cruel dilema...

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