Pies en polvorosa


Este fin de semana me toca currar otra vez, ya que me tengo que ir a rematar un proyecto y en dos semanas no voy a poder volver a postear por aquí, así que os pido disculpas por adelantado.

Esta vez, como se suele decir, vamos la caballería rusticana a echar los restos, y yo personalmente, cuando termine este tema, me voy a coger unos pocos días para descansar un poco y poder poner un poco en orden si es posible asuntos pendientes tales como la cochiquera que tengo por casa, ya que últimamente hago lo mínimo y eso que Z me echa una mano de vez en cuando (a las tareas de la casa).

Luego para continuar, tengo que mirar muebles y accesorios de la casa, ya que es imperdonable que en tantos años tenga la casa bajo mínimos.

Para continuar, tengo que echar un ojo a los temas de salud, no sólo míos sino también de mi padre y resto de la familia, que los tengo un poco olvidados, muy a mi pesar.

Y para continuar, debería mirar el tema de la ITV del coche y coger cita para llevarlo al taller, que no he movido ni un solo dedo todavía al respecto.

Y, por qué no, mirar las compras de Navidad, aunque yo no soy nada dada a ir de compras, pero prefiero hacerlas tranquilamente un día por la mañana temprano que no meterme una paliza entre marabunta un viernes o un sábado por la tarde.

Por si todo esto no fuera poco, tengo pendiente mil deberes de francés y alemán y un nuevo certificado profesional que mirarme: el PMP que me habilitaría como Jefe de Proyectos a nivel internacional, algo que vengo haciendo de manera habitual sin el certificado pero que sería muy interesante de cara a mi carrera.

Os preguntaréis que dónde dejo en mi agenda el tema de fabricar el bebé, pero es que con el impass que me ha fijado el ginecólogo para volver a revisar mi caso, lo mejor que puedo hacer es olvidarme del tema, al menos los dos próximos meses, eso sí, haciendo todas las recomendaciones de seguimiento del ciclo para determinar la existencia de nuevas anomalías serias para eliminar al menos el riesgo de pasar por el quirófano.

No sé, algo me dice que si me distraigo y me olvido un poco de mi mala suerte en este tema, es posible que dentro de algunos meses esté en disposición de volver a este asunto con nuevas fuerzas renovadas. De momento me he propuesto perder peso, hacer deporte, hacer una vida más sana y, si es posible, algo que no he hecho hasta ahora, y es dormir más de cinco horas al día, y si es posible, me he fijado como objetivo llegar todos los días a las seis horas y media que sería ya más que decente pera hacer frente a un tratamiento de fertilidad, llegado el caso.

En resumen: Tengo que coger fuerzas y soltar lastre. Pero todavía me quedan tres semanas para comenzar mis nuevos proyectos vitales. Mientras tanto, a dar el todo por el todo.

Por cierto y para rematar, una observación curiosa: ¿Por qué las mujeres ejecutivas se siguen empeñando en llevar tacones altos si luego acaban con los pies desollados, torceduras y toda suerte de problemas ante cualquier pequeño imprevisto? Y si no que se lo digan a mi “vieja amiga” recién llegada de Bombay con los pies como un Nazareno después de haber tenido que salir por piernas y nunca mejor dicho del hotel asaltado. ¿Alguien no se ha dado cuenta de que hace tres años también salió ilesa de lo del helicóptero? Uy cómo está tentando esta mujer la suerte, pero es normal, es lo que tiene estar en todos los cocederos mundiales, que de algunos sale uno malparado.

En fin, sigo diciendo que las modas femeninas son tremendamente machistas y que, si queremos la igualdad total, habría que abandonar el yugo tiránico de los tacones asesinos, las medias incómodas y causantes de sabañones, la ropa ajustada que te impide moverte y el maquillaje que te deja los ojos como un mapache en cuanto se te mete la menor motita en el ojo...¿Hasta cuándo vamos a seguir las modas discriminatorias? Ay señora Bibiana, haga usted algo por las mujeres y destierre la moda flor de pitiminí como atuendo protocolario de la mujer ejecutiva.

Lo malo es que los neoliberales encorbatados siempre han temido al chándal porque huele a comunista, y si no que se lo digan a Fidel que ha cambiado el traje militar por el deportivo sin pasar por el de yuppie jamás. Pero, y digo yo, si mi querida amiga ha pisado charcos de sangre descalza y se ha lastimado los pies, ¿ha llegado a pensar en que tendrá que hacerse la prueba del VIH? No es por ser agorera, pero si hubiera pisado con unos Dr. Martín no tendría ahora que vérselas en según qué tesituras, que sacarse los zapatitos de Cenicienta y pisar descalza por la calle sólo es sexy en el cine a lo Jane Fonda en “descalzos por el parque” o a lo Sharon Stone en “instinto básico” pero no cuando se tiene que ir y venir de viajes largo y sitios nada tranquilos...Yo sigo reivindicando mis botas camperas del hipermercado, lo mejor que se han inventado, que ni la tromba de Atenas ha podido con ellas. Ea.

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