Aquellos Maravillosos Años 80


Aunque parezca mentira, la niña en primer plano morena con chándal azul, carita a lo Heidi y mochila roja soy yo con trece años. Estábamos de excursión en la Ciudad Encantada de Cuenca, que era lo más que nos podíamos permitir en un colegio tan pobre.

La semana pasada estuve un rato cenando con una antigua amiga del cole y me pasó la foto. La verdad es que Z se sorprendió un poco al ver las fotos, ya que cualquier parecido con mi imagen actual es pura coincidencia.

Nos tiramos una buena velada recordando a nuestros compañeros del colegio. Algunos les hemos seguido la pista y sabemos dónde paran. Otros ya desaparecieron e incluso de algunos nos costaba trabajo recordar hasta sus nombres.

Mi amiga R también me puso al día del paradero de mi profesora favorita, la seño E., que nos daba clase de matemáticas, ciencias naturales y de ética. Recuerdo también el revuelo que se montó cuando nos impartió algunas clases de educación sexual, consistentes fundamentalmente en explicarnos cómo funcionaban los aparatos reproductores masculinos y femeninos, pero también el tema de anticonceptivos y las famosas dudas sobre tampones y virginidad, y sobre cómo evitar enfermedades de transmisión sexual y ejercer (en un futuro se suponía) una conducta sexual responsable.

La seño E. también era famosa por tener un genio de mil demonios (fue la única en enfrentarse a mi padre) y por tener un novio más joven que ella, lo cual en los años 80 era motivo de escándalo ya de por sí para algunas mentes retrógradas.

Sea como fuere, para mí la seño E. que tenía veinticinco años por aquel entonces y vivía sola en Madrid, se me antojaba el paradigma de lo que yo quería ser de mayor. No me refiero a ser maestra, sino a ser una mujer independiente, culta y fuerte que se ponía al mundo por montera sin olvidar dar los buenos días, ducharse y peinarse y vestir con discreción no exenta de cierta feminidad.

Recuerdo que como era nuestro último año en el cole y ella era nuestra tutora, nos enteramos de cuándo era su cumpleaños e hicimos una colecta para hacerle un regalo. El regalo fue una esclava chapada en oro y con una inscripción que ponía :”Curso 82-83” para que no nos olvidase jamás.

Después de aquel año la siguiente vez que la vi fue cuando yo ya estaba en la universidad y ella se alegró mucho de que estuviese estudiando matemáticas y de que me hubiese quitado la timidez endémica de encima y fuese una chica normal, más o menos, pero en la foto esta que os enseño tenía pinta de pequeña japonesita pálida y un tanto tímida.

Volviendo al presente, este domingo estoy trabajando – Ahora mismo no, claro – Estoy en casa terminando una presentación para mañana y contestando mil correos atrasados. Menos mal que ayer pude relajarme un rato en clase de danza del vientre, que cada vez me gusta más. Eso hace que me olvide de mi ovario con el pedazo de quiste salvaje que me ha salido de casi tres centímetros y del que tengo que volver en dos semanas a hacerme el seguimiento. Espero que no tengan que operarme pero lo veo cada vez más complicado, y no digamos ya quedarme embarazada, y mira que Z ahora está más abierto a la idea, pero vamos, los que no están por la labor son mis ovarios, qué cruz…

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