Halloween a lo Lisbeth Salander


Me he tomado un pequeño Kitkat del trabajo agotador de hoy.
Bueno, ahora mismo un huesito de chocolate (de los de santo, no de los de chocolatina), con un cafetito.
Sí, es festivo nacional y estoy currando igual que he tenido que currar un montón este fin de semana.
Ser consultora es lo que tiene. A la gente que le digo que soy auditora y consultora de seguridad, jefe de proyecto en ámbitos de lo más variopinto que van desde el frikismo de las empresas de telefonía al más puro estilo castrense de los proyectos de defensa, piensan que soy un ser privilegiado, más aún cuando les digo que practico técnicas de “Ethical Hacking” en las auditorías.
Automáticamente piensan que mi vida es muy parecida a la de Lisbeth Salander o Trinity la de Matrix, con intrigas de suspense, orgías lésbicas, alcohol, drogas de diseño, estítica punk y cochiqueras inmundas llenas de cucarachas.
Pero nada más lejos de la realidad. Lo único que comparto con Lisbeth Salander son las botas altas de cuero negro, algún que otro piercing de más (yo los llevo escondidos), el sentido de la independencia y la fortaleza de carácter. También mi gusto por las motos y la velocidad, aunque me dan mucho respeto, pero ayer volví a sentir la sensación de libertad que se siente con la brisa golpeando la cara de madrugada , cuando volví a montar en la moto de un amigo después de varios años de barbecho motero y claudicación al uso del automóvil tipo familiar.
Ciertamente, hubo una época en mi vida no muy lejana en la que en mi vida habían motos, contacto con reptiles y armas de fuego, rutas del bakalao, viajes a sitios que no vienen en ningún mapa, drogas ilegales (poco, os lo juro), magia a lo Harry Potter y líos con tíos de lo más punk. Entonces vivía el momento sin pensar en hacer planes a más de dos semanas vista, a veces ni a dos horas vista, ya que tenía la impresión de que mi vida podría acabar en cualquier momento. Pero como dijo Loquillo recientemente en un anuncio de televisión algo así como: “En la época de la movida, todo el mundo vivía como si no hubiera futuro. El problema es que entonces no te das cuenta, pero de pronto, te ves con cincuenta años y el futuro ha llegado sin tú darte cuenta…” A mí me pasa igual. La “premenopausia” me ha llegado después de más de veinte años en el eterno limbo de la adolescencia perpetua. Y ahora me doy cuenta de que “no hice los deberes”. ¿Carrera profesional? Sí, se puede decir que sí, ahí hice los deberes. ¿Casa y dinero? Suficiente al menos. Pero en la parte de marido e hijos, suspenso con agravante.
Realmente está muy mitificada la profesión de hacker ético. Todo un halo de misterio y aventura cuando la pura realidad es esta: Mucha dedicación, muchas horas de estudio y preparación (hay que estar al día de lo más de lo más) y un sueldo que hombre, comparado con la cajera del Carrefour da para bastante más pero que si lo tomo prorrateando lo que cobro entre las horas que cobro al mes igual cobro menos en proporción que ella.
No obstante sí es cierto que soy una mujer fuera de lo normal, por eso a mis 42 años estoy soltera y sin compromiso. Para empezar, estoy en una profesión minoritaria. De hecho, este jueves voy como ponente a unas conferencias entre las que he contado 22 nombres todos masculinos y yo entre tanto harén madre mía. De hecho, creo que soy la primera mujer además que va en representación de mi empresa. Todo un honor desde luego.
Pero creo que soy una moderna Hypathia de Alejandría y he sacrificado mis capacidades procreadoras a merced de la excelencia profesional y ciertamente y a día de hoy, si pudiera retrotraerme veinticinco años en el tiempo, hubiera estudiado para ser diseñadora o peluquera, que ligan un montón y no necesitan dejar a sus vástagos abandonados.
El otro día en un capítulo de Sexo en Nueva York del Divinity, Miranda, la abogada va a una sesión de Speeddating y comienza a presentarse a los sucesivos candidatos como: Soltera, abogada de éxito, socia de un prestigioso bufete, etc. Ninguno le hace el menor caso. Al nuevo intento se presenta como azafata de clase businness y bingo, liga a la primera, porque la chica es muy guapa, pero parece que en este mundo ser guapa e inteligente no es compatible. Es más, una mujer guapa no debe mostrar su inteligencia en exceso y viceversa.
Daría esto para hablar semanas y semanas. Hoy sólo he querido comenzar con un prólogo.
Volviendo a mi miserable vida, he de decir que ahora que he vuelto a ser single de pleno derecho me siento abandonada y triste. Todavía revolotea por ahí S, criticándome mis “presuntos” flirteos con los hombres. Digo presuntos porque creo que, como siempre, malinterpreta mi gusto por la diversión y el coqueteo. Pero, en cualquier caso, me molesta igualmente.
No creo que ahora que estoy sumergida en cien mil cosas sea buen momento para comenzar a buscar pareja de nuevo. Además, todavía está demasiado reciente el tema S. Pero sí creo que no hay nada de malo en que conozca gente y salga por ahí yo sola. Me molesta la carita de perrito abandonado que me regala S cada vez que coincidimos en el grupo de amigos. Ya sé que tuvimos una relación muy fuerte que se ha cerrado por problemas suyos principalmente, y que es una verdadera y lamentable pena, pero debo ser fuerte y mirar el futuro con esperanza sea lo que sea que me traiga.
De momento, dejaré para enero o febrero un nuevo intento de invitro. Necesito asumir que voy a tener que buscar donante. No estoy todavía preparada para ello. Por otra parte, el otro día alguien me dijo que no debería contar mis planes de maternidad en solitario a hombres que ahora veo como amigos pero que podrían ser buenos candidatos a pareja estable. Pero, ¿no sería deshonesto por otra parte ocultar mis planes y empezar una relación con un bombo que, si bien no es por cuernos, no es precisamente el tipo de hijo que un hombre desearía tener? Esto me recuerda a la peli “El Plan B.” de Jennifer López, que conoce al hombre de su vida el mismo día que decide inseminarse hastiada de no encontrar hombre para procrear y estar ya en la edad del “arroz pasado”.
Es muy injusto tener que llevar vida de monja por tener como objetivo vital el procrear de forma aséptica y sin disfrute. Al menos, con tanto trabajo, no echo de menos la falta total de vida de pareja que estoy sufriendo.
Por otra parte, el haber comenzado a disfrutar sitios nuevos y salir a bailar al menos una vez a la semana me da al menos una ocasión de desahogar mi exceso de energía no canalizada en el sexo, esta vez en contorsiones al ritmo de Lady Gaga.
Os subo una foto mía de la fiesta de Halloween a la que asistí ayer. Salí muy tarde del trabajo y estuve tentada de no ir por el cansancio acumulado, pero ahora me alegro muchísimo de haber ido porque, no solo fue una fiesta especial y distinta, sino que descubrí que con una peluca negra y un amigo motero, vuelvo a tener el gusto de la aventura que perdí hace años, cuando mi vida era más peligrosa si cabe que la de la famosa heroína sueca.

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