¿Dónde están los límites, fuera o dentro?

Hace años, navegando por una famosa web para mujeres, me topé con un curioso test titulado: “¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar por ser madre?”. En dicho test algunas mujeres (supuestamente reales, con Nick en el foro) contaban algunas decisiones y anécdotas realmente duras. Así que yo recuerde está la de una chica cuyo marido tenía problemas de esperma pero no quería recurrir a un donante ni tampoco analizar en demasía el origen de sus problemas. La chica en cuestión intentó convencerlo de todos los modos posibles y luego la pareja se resintió totalmente. Ella al final le puso los cuernos con otro del que se quedó embarazada a posta, pero al final volvió con el marido y nunca le dijo que el niño no era suyo, ni al parecer el marido quiso saberlo, algo así como “ojos que no ven, corazón que no siente”. En otro caso, una chica que llevaba diez años con su novio, y se le echaban los años encima, recurrió a una clínica para hacerse varias inseminaciones sin que su novio se enterase. Aprovechó que él no estaba mucho en casa para planificar todo el tinglado. Al final se quedó embarazada tras varios intentos así y le dijo al chico que había sido accidental, y el chico aceptó ese hijo como suyo. Otro caso (el tercero de los que leí), una chica que no estaba muy contenta con su marido y pensaba dejarlo porque había conocido a otro chico, pero al haber iniciado trámites para adopción y enterarse de que si se separaba se paralizaba el expediente, estuvo conviviendo con su marido dos años más hasta que les dieron el niño y se consolidó la adopción, luego cuando el niño fue algo más mayor, se divorció. Así ella sacrificó su futuro amoroso y la incipiente nueva relación por ese niño. Conozco otro caso más cercano (una conocida mía de otros foros), que no está muy contenta con su pareja y tiene por ahí rollos para satisfacer sus necesidades sexuales, pero está tan involucrada en el proyecto de formar una familia con su pareja, que no se cuestiona dejarla a pesar de que falta un ingrediente vital en la pareja y están viviendo en una mentira. En mi caso personal, es cierto que he roto con Y y con Z porque en sus planes de futuro no estuviera el tener un hijo conmigo. Pero no he roto con ellos “exclusivamente” por ese motivo, sino porque la percepción que yo tenía de su amor hacia mí me indicaba que no era la correcta ni lo que yo merecía. En el caso de S estaba más que claro que aunque él me quisiese mucho y quisiese ser el padre de mi futuro hijo, yo no estaba dispuesta a que ese futuro hijo careciese de un padre sano en todos los sentidos, que le pudiese criar y dar el cariño y los apoyos que necesitase. Con O sin embargo, me he dado cuenta de que me apoyará decida lo que decida o pase lo que pase, o al menos esa es su intención ahora y lo que me transmite. Pero el jarro de agua fría que recibí ayer en la consulta del ginecólogo es muy fuerte. Voy a obviar la parte relativa a las pruebas médicas que voy a necesitar, con un paso por quirófano para revisarme el útero a conciencia. Me voy a centrar en la parte emocional de todo el meollo. Si me hubiera dicho el médico que jamás podré ser madre con mis propios óvulos, hubiera roto a llorar ahí mismo, pero al menos habría tenido un veredicto y un final para mis sueños de maternidad biológica al uso. Pero más que eso, me sentí sola en mitad de una encrucijada. De un lado, lo que yo quiero y con lo que yo sueño, que todavía es posible, pero se aleja a una velocidad cada vez mayor, que es tener un hijo mío propio, con mis genes, como se entiende que es tener un hijo. Por otro lado, está la donación de óvulos, como un canto de sirena que me quieren vender los médicos, aludiendo a que es mucho menos sacrificado, más fácil, menos riesgo. Yo soy una persona de ciencias, qué duda cabe que sé analizar los costes/beneficios de los proyectos en los que me embarco. Pero tener un hijo no es diseñar la arquitectura de un sistema de gestión de eventos de seguridad, por favor ¡!!! El médico intentó dulcificar el tema y decirme que, dado lo bien que ha ido el ciclo, obviando claramente que al final no cuajaron mis trillizos, se podría repetir el ciclo de nuevo. Me advirtió eso sí que no lo dejara para dentro de un año, si no lo antes que pudiese económica y físicamente. También me dijo que aunque mis hormonas y ovarios respondiesen como campeones, tendría que poner ya el límite, dada mi edad. Aun suponiendo que mi dinero y entusiasmo diesen para intentar doce ciclos más y él accediese a realizarlos, podría llegar a los 46 años con varios abortos encima, sin hijos y con una frustración como una catedral, porque luego empezar con la donación de óvulos me podría lleva a casi la frontera de los cincuenta años, y aunque ahora estuviese como una rosa, igual dentro de seis años no me entusiasmara tanto la idea de cambiar pañales. Aparte, el concepto de “caga o sal del váter” tan típico de los médicos. Os explico lo que significa este concepto: Los médicos tienen pánico a tener a una paciente conflictiva enrolada en sus filas durante años. Es algo así como tener a un paciente crónico dando la lata, y creándoles un mal cargo de conciencia. Algunos de ellos, aunque no se diga, sueñan secretamente con cargarse al pobre abuelete que lleva diez años enganchado al pulmón de acero, con tal de no tener que enfrentarse a diario con la cara de su derrota. ¿Por qué? Pues porque el primer día, el enfermo es sólo un número más y se pueden ir a la cama a cenar tranquilamente tanto si se muere como si se salva. Pero al cabo de varios meses, ese paciente deja de ser “una cosa” para empezar a ser algo casi como una persona. Y cuando un paciente lleva ya varios años, no puedes dejar de verlo como una persona, y te empieza a generar angustia, porque te recuerda que hay una persona que está sufriendo porque eres un mal médico. Algo así me pasó ayer con este médico. Parece como que le horripilase más que a mí la idea de jubilarse teniéndome a mí todavía por medio en la clínica, y que las enfermeras me tratasen como de la familia. Hace años en la otra clínica en la que estuve tratándome, había una paciente así. Una chica que había tenido un hijo con un número de intentos razonable, y que para el segundo hijo llevaba mil intentos y era ya como la “mamá gallina” del foro, después de tantos años. Al final creo que cuando tiró la toalla todos se sintieron aliviados, porque dejaría de ser el “estandarte vergonzoso de la clínica”. Al final la cosa está clara: Revisión y pruebas, otro ciclo similar y si no funciona, me pasaré a la donación de óvulos. Vale, está todo muy claro en teoría, pero esto es como hacer puenting: Está todo muy claro y seguro en teoría, pero las rodillas flojean cuando te ponen el arnés y miras hacia abajo. Me tengo por una chica práctica, optimista y que no se para ante nada. Pero la idea de tener un hijo que no tendrá mis genes porque mis óvulos están de peor calidad que el puente caído de la AP7, me causa dolor, no puedo evitarlo. La gente que ha pasado por esto me da ánimos, me intenta mentalizar, consolar, decirme sobre todo que un hijo es un hijo independientemente de si lo pares o no, o lleva tus genes o no. Vale, posiblemente es que yo el concepto de ser madre no lo tengo claro. Yo lo que he visto en mi familia es a mujeres que se ponen gordas y paren niños, niños que tienen un parecido con esa madre, y no sólo en el color de los ojos. Yo no sé si he salido matemática porque con tres años me hicieron la demostración de cómo no se parte en dos la cinta de Moëbius o porque mis antepasados todos tienen genes matemáticos, incluyendo un retatarabuelo que fue preceptor de los hijos de Carlos III allá en Nápoles. ¿Qué pasa si mi hijo sale al abuelo de la donante y su afán es el de salir torero? ¿Qué hago yo con un hijo así? Lo querría sin duda igualmente, pero no podría evitar maldecir a los puñeteros genes donados. No sé, los médicos sonríen cuando les plantea mis objeciones. Algunas son fundamentadas, otras son pesadillas oníricas, subconscientes, pero… La Naturaleza es así. Igual que me quita la posibilidad de tener hijos propios, me pone igualmente la duda y el repelús ante la idea de gestar hijos de óvulos donados. Que yo sepa, los animales no usan donantes de óvulos para producir sus cachorros. Lo más parecido a esto, es cuando una hembra adopta los hijos de otra que ha fallecido, o sea una adopción. Pero imagino que nadie se piensa que los ha parido ella, y sin embargo, los cría y los quiere como suyos, incluso aún cuando ella es una anaconda y sus hijos son ratoncitos, a veces se dan estas paradojas… Pero no puede esperar nadie que lo que no me he planteado en mis 43 años de vida, me lo tenga que plantear de un mes para otro. Igualmente me podría plantear en el mismo pack: ¿De dónde venimos? ¿Existe el alma y es inmortal? ¿Dios o el Bossom de Higs? ¿Buda o Confuccio? ¿Anne o Mariló Montero? ¿Ronaldo o Messi? Hay algo más aparte de si aceptaría o no hijos de una donante de óvulos. Es algo que me inquieta aún más y que ninguna plantea: ¿Me aceptaré yo a mí misma si hago esto? ¿Cuánto de fracasada y vieja me voy a sentir por esto? Porque es como algo ancestral el sentirme fértil, joven y aceptada socialmente todo en uno, mal que nos pese. Y el que una donante joven nos done un óvulo no es más que un bofetón en nuestro orgullo de hembra, degradándonos al de despojo digno de lástima. Luego está el fantasma de la infidelidad implícita. Me explico: En la antigüedad, las señoras romanas, griegas, hebreas, etc., cuando no podían concebir hijos, le daban al marido una esclava joven para que concibiese un hijo con ellas. El marido no llenaba botecitos como en la actualidad, sino que tenía trato carnal con la madre subrogada. Se daba luego el caso de que el marido se quedaba con la esclava por aquello de que el roce continuo hace el cariño…En cualquier caso, el que los espermatozoides de mi chico fecunden un óvulo de una chica que ni conozco me hacen sentir así como con unos cuernos difusos que no me puedo quitar de la cabeza. Porque, ¿y si alguna mía más joven que yo ha donado óvulos y luego resulta que esos hijos no son tan anónimos como yo quisiera? No sé, son un batiburrillos de ideas raras, un tanto freudianas las que me vienen a la cabeza, ideas de fracaso, vejez, celos anónimos, autorechazo, miedo a no aceptar a ese hijo o incluso a la pareja, etc. No sé por qué la gente no habla más a menudo de esto y por qué las famosas no dan ejemplo hablando de estos temas con naturalidad. Mi médico me dijo ayer que mi caso es límite, pero que soy una mujer con la cabeza amueblada, pero que le llegan de vez en cuando majaderas con más de cincuenta años y la menopausia desde hace tiempo, que quieren hacerse “una inseminación artificial” para tener unos gemelos como los de Ana Rosa. Patético No me río porque yo también hace años era una inocente que pensaba que la invitro lo resolvía todo. Ahora como no sea un milagro… Por cierto, las dos chicas que me han enviado sus comentarios, que sepan que no posteo automáticamente porque no sé si es buena idea dar tanta información personal, pero que si me vuelven a postear y me indican un contacto, las escribiré de buena gana. Al no postear automáticamente, la información la recibo en mi mail personal tiempo después y la leo, pero no la publico porque veo que es muy sensible y me gusta respetaros. Si alguna quiere que publique el comentario, por favor, indicarlo en el propio comentario. Especial mención a mis amigas del foro de “FIV-ICSI-2012”. No sé qué haría sin vuestro apoyo en momentos como estos, en los que sólo me apetece inventar la máquina del tiempo y restarle veinte años. Pero siempre y cuando en ese pasado me pudiese llevar a O conmigo y estar como ahora juntos.

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