Halloween de Sangre y Arena

Después de leer la noticia de la tragedia del Madrid Arena, cada vez estoy más segura de que el fin del mundo ha llegado, pero no por un meteorito o un terremoto, ni tan siquiera porque unos hombrecillos verdes malvados vengan de otro planeta a exterminarnos. No hacen falta fenómenos naturales o alienígenas para que la especie humana se extinga, basta tan sólo con la unión de la codicia extrema (los ricos, poderosos, los de siempre) con la torpeza, la falta de sentido de común o la ingenuidad extrema de la clase borrega del mundo. En la noticia del miércoles te das cuenta de que ese concierto reunía todos los ingredientes para acabar así: Organizadores sin escrúpulos, corrupción política, recortes en medidas de seguridad porque por desgracia, la seguridad sólo es un gasto a los ojos avariciosos de los poderosos y cuando ocurren estos incidentes, al despreciar totalmente la vida humana, con pagar la indemnización a kilo de persona muerta, como en el caso Spanair, lo tienen todo resuelto. Es así, para los ricos y poderosos, los de abajo no tenemos más valor que una vaca lechera, y si encima tienes quince años y eres tan tonto como para pagar por meterte en una ratonera sin salida tú solito, ni siquiera eso. Muchos de nosotros pensamos al salir de casa por la mañana, que tenemos mucho menos peligro que un troglodita al ir a la caza del mamut, y hasta ahora las estadísticas estaban a nuestro favor. Pero la población mundial ha superado tres veces el límite de las exigencias del capitalismo, por lo que a partir de ahora es muy posible que comience el genocidio encubierto de dos tercios de la humanidad. Como a ningún poderoso le apetece que le comparen con Hitler o Stalin, el genocidio es por omisión, omisión de los cuidados y las precauciones que hasta ahora garantizaban nuestro estado del bienestar. Ejemplo 1: Vigilancia de la salud. El ahorro no va a ser sólo directo, sino dejando que mueran los enfermos y ancianos, se van a ahorrar un buen pico en cuidados y pensiones. Yo he sido testigo de cómo se han cargado por omisión a la madre de una amiga mía y cómo desdeñan a mis padres que pasan de los setenta años. Ni que decir tiene que con los recetazos y demás van a proliferar las tuberculosis y pandemias como setas. Personalmente, a mí lo último que me recetó la SS fue hace un año y fueron unas cápsulas para la garganta que no sólo no me hicieron efecto, sino que me pusieron peor. Ejemplo 2: Ayudas a las familias, ayudas a la fertilidad, etc. Los pobres van a tener cada vez menos ganas de engendrar más niños, si te andan negándote ayudas de comedor, becas, tratamientos de fertilidad, etc. Aquí lo que exterminan es la generación futura, claro está. A mí ya como me tienen proscrita por ser mayor de 40 años, peor que estoy no puedo estar en este olvido de los gobernantes. Ejemplo 3: Eliminación de medidas de seguridad que previenen accidentes o problemas: Pues cada vez habrán más tragedias. A lo tonto a lo tonto cien personas cada semana a lo largo de varios años son un buen pico. Yo lo veo constantemente, falta de cuidado de carreteras, falta de cuidado en las aceras, mal estado de edificios, degradación del servicio de transporte público, etc. Ejemplo 4: Asesinato de los parados y personal poco cualificado: Malas condiciones laborales, etc. Pues el estrés, la falta de empleo, los empleos inmundos, etc. harán que mucha gente fallezca por infartos y todo tipo de enfermedades derivadas del estado del “sinvivir”. A esto habrá que sumarle el número de los que decidan ponérselo fácil a la cúpula dirigente y se suiciden sin más (como el caso del suicida por desahucio del otro día). Se me ocurren muchos más ejemplos pero creo que es bastante ilustrativo. Como aún así es posible que no les salgan bien las cuentas, lo siguiente imagino que será soltar algún virus mortal, o algún envenenamiento masivo del agua, el aire, etc por algún “accidente”. Si todavía no lo han puesto en práctica es por si se les va de las manos y también mueren los ricos, que no suelen ser los que tienen las defensas más altas precisamente. Pero, como he dicho, los pobres aborregados se lo ponen realmente fácil a estos asesinos en la sombra. Nadie te pone una pistola en la sien para que te metas en voluntariamente en estas ratoneras humanas. Bien es cierto que la gente sólo pretendía divertirse, pero yo la verdad, tengo un poquito de claustrofobia y lo paso mal en el metro, pero bueno, no hay más remedio porque tengo que ir a currar. Pero en cuanto voy a una fiesta en un local y veo que no tengo el espacio vital necesario y una puerta abierta a la calle cerquita para respirar un poco de aire, decido dar por terminada la fiesta aún a riesgo de enemistarme con la mitad de mi pandilla. Lo siento pero para mí pasarlo bien no incluye empujones, pisotones, vasos de cubata bañándome el vestido, agujeros en las mangas por cigarrillos ni olores a sudor a dos centímetros de mi cara. Esto ha hecho que sólo haya ido a escasísimos conciertos rockeros. Lo peor de todo es que cuando me pasó lo del metro de Casal en el año 2007, cuando declaré en el juzgado expliqué que estaba horrorizada de la cantidad de gente que había dentro y fuera del andén y que si no nos plantamos y decidimos no salir al andén hubiera habido muertos, y los mandamases del juzgado como riéndose sin creernos, sólo pendientes de las pérdidas de metro y de la ley, y no de las vidas humanas en riesgo. Desde entonces me dije que iba a intentar por todos los medios no meterme en ratoneras aunque eso supusiese andar veinte kilómetros para ir a currar, porque se había abierto de manera oficial la caza del “ciudadano de clase media”. Obviamente, estas “putadas” algún días me las cobraré con creces, tan sólo miro y observo, como Clint Eastwood en “El hombre sin nombre” mientras un grupo de forajidos apalean a una familia. Clint mira y observa sin meterse en nada, de momento, sólo de momento, pero cuando entra más tarde a cargarse gente, no deja títere con cabeza.