Pringando en el curro

Hoy me he sentido todo el día en el curro como una inmensa pringada. Casi todo el mundo estaba haciendo puente, menos los cuatro pringados, los "impresdindibles" de turno. He tenido un déjà-vu de una situación similar hace seis años, como si el tiempo no hubiera pasado desde entonces. Pero caramba que sí ha pasado. Lo único bueno de hoy es que no me han dado tanto la lata como otros días y he podido bajar a desayunar sentada en una mesa, como una señora, con un dulce en un plato y un buen cafetito enfrente mío y dos colegas enfrente. Un lujo, comparado con algunas mañanas estresantes en las que la bajada de glucosa me ha hecho escaparme dos minutos a por un café de la máquina. Seis años, madre mía cómo pasa el tiempo, y cómo cambian las situaciones. Por ejemplo: Mr Z, mi novio hace seis años, ahora es un buen amigo que firmará como testigo en mi boda con O. Donde trabajaba hace seis años ahora es un erial por completo, ya que el edificio lo han vendido y al resto de gente la han malrecolocado por ahí. Buff, de buena me libré. Hace seis años pesaba cincuenta y ocho kilitos y me veía gorda. Ahora peso setenta y sobrevivo con mi tipo de elefantita. Lo único que permanece es mi casa y las peleas con mi familia, que son crónicas. Por ejemplo, ayer que fui a ver cómo estaba mi madre tras su operación de cataratas, tuve una discusión porque mi padre no quiere prestarme el libro de familia para formalizar el expediente matrimonial, y me va a costar la broma perder un día de vacaciones haciendo cola en el registro, en vez de arreglar la caldera o llevar el coche al taller. Es lo malo que tiene la gente mayor que además es maniática de siempre. Digo yo, que se pensará mi padre que es Gollum y el librito ese es el anillo élfico, que no se lo presta a nadie. Dice que si se pierde, mi madre no podrá cobrar la pensión de jubilación. Mayor chorrada no he oido en mi vida, pero es lo que tiene la gente mayor, que tienen miedo de todo, con o sin motivo. En fin, seis años, y mi familia sigue sin aceptar: Mis novios, mis deseos de tener hijos, mis mechas, mis vestidos y mi figura, que siempre me dice mi madre que estoy gorda, pese lo que pese y haga lo que haga. Ayer salí muy cabreada, mi novio se reía porque ve el tema desde otro punto de vista, el de que me peleo tanto con mi familia porque soy igual de cabezota que ellos. De hecho, dice que mi padre, cuando estaba yo en el baño, también le dijo que había que emigrar a Australia de cómo se está poniendo de negro el futuro en España. Me dice mi querido O cuando entrábamos en el coche: "¿No me decías tú lo mismo que tu padre hace un par de semanas? Y desde luego, no has hablado con él en mucho tiempo, así que esa idea loca de huir la lleváis los dos en los genes..." Pensé en mi abuela,que se tiró media vida dando tumbos por ahí y, la verdad, ahora resulta que son los genes de mi abuela "la locuela" los que hablan por boca de mi padre y por la mía. Esto me pone ahora en una duda existencial: ¿Es mejor que mi hijo tenga mis genes "locos, maniáticos e histriónicos" o que tenga los genes de "vete tú a saber quién" que sea la chica que me done los óvulos? ¿Es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿Voy a querer más a mi hijo porque salga igual de cabezota y mitómano que yo? Pero, por otra parte, ¿y si sale un niño bueno pero tonto y no sé si la tontería es por llevarle a un colegio de bobos o porque su madre era una lerda con buen corazón como para donar óvulos? Uff, mejor pienso en cuál de los bodrios de vestido baratos de novia que he visto hoy me sienta menos mal y puedo pagar sin sentirme culpable

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