Sobreviviendo a la Navidad

Día 7, festivo por el día 6 de Reyes. Como a los niños pequeñitos, para que juguemos con los regalitos antes de volver al cole.

De pequeñita recuerdo que a los niños siempre nos daban el día 7 para que disfrutáramos un día de nuestros juguetes, como una prórroga magnánima concluidas las Navidades.

No voy a entrar en mis experiencias buenas y malas con lo que me traían los Reyes a mí. Hoy es un día de reflexión postvacacional antes de volver de nuevo a la rutina y vorágine habitual.

Aunque me parezca que llevo de vacaciones desde que me operaron el día 21, en realidad mis vacaciones de Navidad empezaron el sábado 29, pues los días 26,27 y 28 trabajé y además bastante, a pesar de lo tranquilito que estaba todo. Pero había muchas tareas pendientes y además tenía que supervisar a un compañero que vino de sustitución navideña, y esta tarea también lleva su esfuerzo, a pesar de que mis jefes piensan que los trabajadores somos como los clicks de Famobil, que si se te estropea uno, pones en seguida  a otro, le encasquetas el traje del roto y no se nota nada el cambio.

He llamado este post "sobrevivir a la Navidad" porque realmente es así. Primero porque la agenda está muy apretada de comidas y cenas familiares interminables, de esas con sobremesa regada con copitas de licores que te dejan el estómago y la cabeza para el desguace, y luego niños, perritos, amigos de los niños, amigos de los perritos, amigos de los parientes y toda suerte de personajes a los que conoces vagamente desfilando por el lugar de la convocatoria. A mí esto no me ocasiona ningún problema, ya que me encantan los niños, los perritos, los gatitos y hasta los adolescentes pavisosos, pero hay algunos, como  mis padres, que directamente han tomado la costumbre de no recibir visitas en estas fechas. Y lo cumplen a rajatabla, incluso conmigo, que soy su hija. De hecho, sólo he comido con ellos el día de Nochebuena y espero quedar hoy con mis hermanos a comer. Pero vamos, he visto más a mis amigos y familia política que a mi propia familia. Y no es por odio, es que a mi padre le produce angustia y subida de tensión tener a gente alrededor.

Sin comentarios.

Los amigos te incitan menos a comer, a Dios gracias. Pero sí más a beber, y tomando medicación como es mi caso, es mucho más peligroso. No obstante, las quedadas con amigos no han sido numerosas (la crisis, los novios/novias lejanos, la pereza que acompaña al aumento de la edad, los nuevos retoños a los que no pueden dejar con nadie, los nuevos embarazos, etc.).

Luego están los recaditos que hay que hacer en esos 3 días laborables libres. Si visteis hace poco mi diagrama de tareas, en tan sólo esos escasos días laborables he conseguido: Arreglar y revisar mi coche (se había descacharrado), arreglar la caldera (y no fue fácil, que requirió dos visitas de técnicos y cinco llamadas a la central de averías), adelantar mis pruebas médicas (una resonancia, una visita a la clínica de fertilidad), obtener la partida de nacimiento para el expediente matrimonial (y el registro civil estaba hasta arriba), arreglar temas de bancos (una tarjeta de crédito que había que activar, una nueva cuenta conjunta con mi chico, cambio de gestor de broking, etc). Ah, cortarme el pelo y darme las mechas (esto lleva más que llevar el coche a arreglar y el tema de la caldera todo junto), y además, gestionar la nueva tarjeta del abono transportes (que lleva tela de gestiones, con fotos incluidas). También he podido hacer compras navideñas y limpiar la casa, poner lavadoras y terminar de ordenar los armarios de la cocina, que lleva lo suyo....

Ah, bueno, y arreglarle el ordenador a un amigo, en equipo con O.

Agotada he acabado, casi estoy deseando volver mañana al curro y seguir mi rutina de doce horas de trabajo habitual.

Lo bueno que con tanta actividad he conseguido no engordar ni un gramo. Algo tiene que haber de bueno en esto.

Lo de los propósitos para el 2013 esperaré al mes que viene cuando se me vaya la euforia y recupere la lógica habitual. Todo el mundo se propone de todo pero luego no hace ni la décima parte. Es mejor proponerse algo menos y cumplirlo, menos frustrante, desde luego.

Lo de jugar con los juguetitos hoy, pues en mi caso no tiene sentido ya que los juguetitos han sido: Una cestita de productos para la cara (¿mis hermanas piensan que me estoy arrugando ya?), un frasco de colonia, un camisoncito, un secador de pelo, unos pendientes y una taza. No me puedo quejar para nada, y, salvo la taza, el resto ya lo he estrenado. La taza es que tengo que fregarla, y ya me está entrando una pereza que lo dejaré para esta noche, cuando me coma el resto de roscón que queda en la nevera.

Mañana me pongo a dieta, lo juro. De hecho, ya me he comprado esas cosas que parecen fussili de pasta pero que en realidad son pasta hiperproteica y sabe a trozos de cartón hervido. Así comiendo cosas que saben a plástico, seguro que pierdo el apetito hasta el mes de abril (la boda).

Espero que sus majestades de Oriente hayan sido buenos con todos vosotros. Yo les pido el bebé pero siempre me traen cosas prácticas en su lugar....







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