Despedida de soltera y de una era


El sábado pasado festejamos O y yo nuestra despedida de solteros. Decidimos hacerla conjunta por varios motivos:

La primera, porque nuestros amigos, salvo algunas excepciones, forman ya una pandilla cohesionada y no era plan de dividirlos.

La segunda, porque no íbamos a hacer algo deshonroso a los ojos del otro, y porque no somos celosos ni exclusivistas y podemos prestar atención a otras personas y divertirnos bailando y haciendo el cabra, fundamentalmente en mi caso, sin que el otro se mosquee. Claro está, dentro de un orden.

La tercera, compartir gastos, ya que si no, se disparaba el presupuesto.

Así que el sábado pasado hicimos una fiesta conjunta y además, aglutinamos varios grupos e incluso amigos sueltos que encajaban en el tipo de fiesta que queríamos celebrar.

La idea fundamental era la del pub karaoke con reservado para el grupo de invitados, alrededor de 25 personas. Para esta idea conté con la imprescindible colaboración del relaciones públicas del grupo de singles donde nos conocimos O y yo. Y la verdad que sin su colaboración la fiesta no hubiera sido el éxito que fue, porque se encargó de reservar el local y de comprar la comida para el picoteo, e incluso de servirla y animar a la gente. Digamos que fue algo así como el engranaje que unía los diversos grupos junto con mi presencia, ya que yo conocía a todos los invitados.

Yo creo que cantar tiene algo de mágico. Ya cantes bien o mal, creo que cantar hace felices a la gente, y para eso no hace falta cogerse una tajada y cantar el Asturias patria querida. Basta con tomarse dos cervecitas y contar con varios micrófonos para montar dúos o tríos musicales.

El caso es que se formaron grupitos para cantar de gente incluso que apenas se conocía, lo que estuvo muy bien. Las bromitas que nos gastaron los amigos también ayudaron mucho a crear ambiente. No trajeron a ningún boy ni a ninguna stripper pero las bromitas fueron muy divertidas, alguna más que otra. Lo único es que al ser yo más extrovertida, se cebaron más conmigo que con mi chico.

Salimos luego a bailar en plan más abierto y sentí un poco de morriña de mi vida de veinteañera/treintañera. Sobre todo porque a mí me apetecía “quemar la noche” y el resto de mis amigos estaban ya boqueando como salmonetes fuera del agua a eso de las tres de la mañana más o menos. Y algunos incluso ya a la una o así estaban cogiendo el caminito de vuelta a casita.

¿Soy yo el bicho raro? ¿No he crecido? ¿No me hago a la idea de que tengo 43 años y voy a ser una esposa y madre de familia? ¿Es incompatible ser matriarca y marchosa? Yo creo que no, pero igual los demás me miran mal.

El otro día me escribió A un mail muy lánguido. Por un lado me felicita por mi próximo enlace matrimonial, pero por otra parte me cuenta sus penas, que se siente muy mayor y sin atractivo, que le gustaría montar un negocio nuevo pero teme fracasar y lapidar los ahorros que tiene para la universidad de sus hijos, que ya profesionalmente ha tocado techo y sólo le queda esperar a jubilarse, etc.

La verdad es que no sé si está pasando por la antigua crisis de los cuarenta que ahora ataca a los hombres a los cincuenta o si ciertamente está sufriendo una depresión fuerte.

El hecho de que él fuera padre con treinta y pocos hace que, comparativamente, al tener ya un hijo a punto de empezar la universidad, y otro ya con nueve añitos, le hacen sentirse mayor en comparación.

Los que no hemos tenido hijos vivimos en la falsa ilusión de que todavía somos adolescentes, aunque no sea así.  La muerte reciente de varios padres de amigos, hace pensar que ya no somos ninguno chavalines precisamente y que si nuestros padres son ancianos, nosotros no podemos seguir creyendo que todavía estemos en la época de la movida madrileña y los calentadores de rayas.

Lo que más me fastidia de todo es la gente que insiste en marcar la brecha generacional. Tengo un amigo un poco más joven que yo, que el otro día me convidó a cantar con él una canción de Mecano. Me dijo: Esta te gustará porque es de tus tiempos. Estaría de broma seguro, pero yo le sonreí y le dije: ¿Qué tiempos? Mis tiempos son estos, los de ahora. Yo adoro a Lady Gaga, Pink, Kesha, Rihanna. ¿Por qué voy a haberme quedado en  The Cure, Depeche o Mike Olfield?

Pero hay grupos góticos más modernos que me encantan, como Tokio Hotel, Evanescence, Sisters of Mercy o Maryling Manson. Sin olvidar el metal rock de Ramstein.

Si me gusta Depeche o The Cure es porque yo era gótica, y lo sigo siendo en espíritu. Pero no gótica del Pattinson y estos vampiritos de carnaval. Gótica de ir de negro de piesa a cabeza lo mismo para ir a clase que para currar o ir a tomar copas.

Si hasta me teñia el pelo de negro para parecer más gótica.

 De hecho hubo una época en la que a mí y otra amiga que estuvo el sábado, nos apodaban las viudas negras en el barrio. Envidia cochina. Ahora esas tías son unas viejunas marujonas y mi amiga y yo seguimos conservando algo de lozanía en nuestros cuerpos y sobre todo, y más importante, en nuestras mentes.

Creo que ser gótica no es sólo una estética sino un sentimiento de morbosidad por transgredir las normas y la seriedad del after death. Mi amiga M estaba dolida pero super serena cuando falleció su madre recientemente. Ella piensa que su madre ha pasado a una dimensión mejor. Sin embargo no es católica, pero sí muy espiritual. Ser gótico es como ser un poco Goethe o Bécker sin tanta cursilería.

Cuando yo tenía dieciocho años escribía poemas góticos. Y un compañero de clase que también era gótico (y bastante lila también por cierto), me enseñaba lo que escribía, porque congeniamos desde el primer día de clase.

Recuerdo alguna poesía suya a lo Matrix, pero escatológica, con revuelto de sesos y mucha sangrucia. Muy bueno. Se hacía llamar algo así como Mario Alexei en su pseudónimo.Creo que no prosperó como poeta pero dejó las matemáticas por la alfarería. Igual buscaba encontrar un chico menudito estilo Demi Moore y hacerle la escenita de Ghost… Siempre he pensado que esa escena ponía más a los gays que a las chicas, no sé por qué, pero el torso del Patrick Swayze me parecía de portada de revista para homos.

Mis poesías eran francamente deprimentes cuando me daba por el rollo gótico. Recuerdo una que le dediqué a un conocido que falleció con veintipoco de una sobredosis y que sin embargo, tenía tal cara de ángel que jamás hubiera pensado nadie que podía tomar algo más impuro que una coca cola light.

También le dediqué alguna que otra poesía a mis momentos de desamor, que por aquel entonces eran muchos porque me dedicaba a enamorarme platónicamente de cuanto friki se cruzaba en mi camino. Además era tremendamente tímida (quién lo diría) y arruinaba las relaciones casi antes de consumarlas.

Menos mal que acabé espabilando a palos y dejé la poesía de lado. De todos modos, todavía consigo asombrar a algún literato de esos que frecuentan compulsivamente las teterías de Lavapiés.

Como me voy a casar dentro de poco, no habrá problema de que enumere mis amores platónicos más sonados, a saber:

Un compañero del cole. Me gustaba desde que estábamos en tercero de EGB.El niño era muy mono, tonteábamos unos días y nos peleábamos otros. Y nos tirábamos semanas sin hablarnos. Me mandaba notitas que me lanzaba en bolitas papel de lado a lado de la clase. Cuando las interceptaba el profe nos poníamos colorados.

Pero me decepcionó horriblemente el día que me lo pusieron de pareja en un concurso y el tío dijo que el burro raquítico era una parte del encéfalo. Me desenamoré de golpe y porrazo.

Un actor de cine. Hacía de lagarto en V. e iba todo de negro Fue mi ideal de hombre durante mi primera adolescencia y el culpable de que siempre buscara hombretones tipo guardaespaldas en vez de chicos normales. Afortunadamente me curé de ese vicio.

Un compi del insti. Pero digamos que por gilipollas los dos la cosa no acabó bien. Ni empezó tampoco que dijéramos. El está divorciado, es lo último que sé de él. Pero ya no hay ningún feeling . Una lástima porque era interesante intelectualmente hablando.

Un profe. Me encandiló porque sabía un huevo, un cerebrín. Me puso matrícula de honor en su asignatura y nos escribimos de cuando en cuando por mail pero juro por Dios que jamás hubo entre nosotros nada físico aunque nos gastábamos muchas bromitas, algunas subidas de tono.

Creo que siendo un tipo tan misógino y tan donjuán al mismo tiempo, es un honor que me considere a su nivel intelectural. Me anima siempre a que haga el doctorado, pero no es una prioridad ahora mismo.

Un compi de la universidad. Curioso porque estuvimos juntos unos años sentados juntos en el mismo pupitre, sin apenas hablábamos. Me miraba mucho, muchísimo. A mí me gustaba pero se me atragantaba pedirle otra cosa que no fueran los apuntes cuando faltaba o él que le guardara el sitio si iba a llegar tarde. Al final un día de San Valentín me dijo a bocajarro delante de otros chicos de la clase que me quería. Salí disparada sin saber qué decir, bueno sí, le dije, ¿es una apuesta? ¿Estás de broma?. Al día siguiente no lo volví a ver. Me dijeron que se había cambiado a otra universidad. Joder, podía haberme invitado a un café para empezar, digo yo…

Un alumno de cuando yo daba clases en un instituto privado. Le llevaba yo a él sólo siete años, pero cuando tienes veinticuatro años, parece un abismo. Yo tenía novio por aquel entonces, el tal X que  me traía por el camino de la amargura con sus depresiones.

Entre el chico ese que iba a COU y yo había mucha química, pero me estaba jugando el trabajo y no era plan de que me juzgasen mal en aquel insti. Ahí quedó todo. Dejé ese curro al año siguiente y lo más que llegamos a compartir fueron unas cañas y un par de besos en la mejilla un poco más afectuosos de lo normal. Como entonces no tenía facebook ni móvil ni correo electrónico, ahí quedó todo.

Un compi de trabajo cuando ya tenía yo veintiymuchos años. Al igual que el caso anterior había mucha química, pero ambos teníamos pareja. Yo acabé dejando a mi novio y él a su novia, pero entonces fue tarde, ya había conocido yo a Y. Luego él conoció a otra chica y se casó. Fin de lo que pudo ser y no fue.

Un chico que conocí una noche por ahí en el grupo de inglés y ocio al que me había apuntado cuando mi relación con Y hacía aguas, tenía yo treinta y poco. Compartimos una noche loca por ahí con mucha complicidad y muchas insinuaciones por ambas partes pero sin sexo de ningún tipo. Me pidió el teléfono. Iba a irse a Málaga por un tema de trabajo y volvería en un mes o así.

Me escribió a los pocos días un SMS de los que hacen época, para calentar el ambiente, pero no sé por qué no me llamó, y es que yo no sabía qué contestar a algo tan rotundo. Supongo que me asusté con una declaración así tan súbita y sin un poco de tonteo previo.. Cuando volvió yo ya estaba saliendo con Z, que fue más espabilado y supo jugar sus cartas, además de que había más confianza y se me había trabajado más en plan pico y pala.

Aún así, hubo un momento difícil en la fiesta de unos amigos comunes, cuando apareció el chaval y me vio con otro… Se quedó petrificado.

En mi vida más reciente he pasado épocas de enamoramiento platónico súbito. La más absurda fue hace dos años cuando me quedé medio colgada de mi ginecólogo. Absurdo por completo pero pasé unos días horribles cuando supe que se iba de la clínica  y no iba a volverlo a ver. Me llamó y me dio su email, pero un continente de por medio y que creo que está casado pesa mucho como para haber intentado nada. Coincidió aquello con el fin de mi relación con S. Después de eso pasé unos meses perdida hasta que me encontró O, si bien mi mente calenturienta me jugó alguna vez malas pasadas, pero es comprensible porque la falta de sexo provoca espejismos sentimentales.

 

En cuanto a amores reales, además de los que ya he mencionado de A, X, Y, Z, S y ahora O confieso que he tenido relaciones de tipo algo más que amistosa con unos cuantos chicos más.

Así en orden cronológico recuerdo entre otros, un amigo que vivía en el Alto de Extremadura, un tanto ambiguo, con el que iba a la piscina, aprendí a tirarme con más o menos estilo,  y que un par de veces nos acabamos enrollando pero luego dimos marcha atrás al tema y acabamos siendo amigos especiales. Me acabé hartando de su forma de ser tan tipo Gran Hermano, se volvió muy gilipollas. Hace lo menos quince años que no sé nada de él.

Otro elemento en la misma línea fue un chico del Este que conocí con unos amigos en una disco Empezamos a salir pero le llevaba yo demasiados años y aunque entonces yo con treinta y pocos estaba tremenda y podía ligarme lo que quisiera, el chico me parecía poca cosa intelectualmente hablando y un grandísimo golfo. Pero no sé qué le di que me sigue llamando de cuando en cuando, más que nada por si me pilla en horas bajas y quiero echar un pinchito. Desde que le dije que me casaba no me ha vuelto a llamar, pero seguro que en tres meses vuelve a la carga. Menos mal que no le di mi nueva dirección, buff.

También recuerdo la época en que tenía como coto de caza privado la academia de inglés donde me preparaba el Proficiency. Ahí ligaba un montón, había mucho guiri y me lo pasaba muy bien con las fiestas y clases de conversación fuera. Recuerdo un compi de clase que se había divorciado y con el que tenía una buena amistad con algún que otro roce, pero nunca salimos. No perdí la cabeza por él, era un tanto veleta, aunque fuera mayor que yo, creo que siempre tuve la sartén por el mango con él. Creo que en algún momento dejó de buscarme.

Otros chicos a los que recuerdo con cariño fueron dos de un pueblo de Extremadura donde hacía estragos en verano, con mi particular carisma gogó. Uno iba en plan más tímido y otro más a saco. Tuve un flirteo con los dos pero no perdí la cabeza por ninguno. Fue algo muy de veranito.

Así en plan friki conocí una vez a un chico exótico en un pueblo de Avila. Él iba muy punk y yo entonces algo gótica. Congeniamos pero yo todavía estaba un poco encorsetada como para vivir una historia brutal de punkpasión.

Ahora son recuerdos, para escribir mis memorias o cuando tenga nietos (si  es que llego a tener hijos y a vivir para ver mis nietos), que vean que su abuela fue algo más que un saco de celulitis que les prepara la merienda.

Pero es ese, ¿y ahora qué? Lo que me preocupa. O me ha impactado tanto que creo que estaremos juntos toda la vida. Pero eso no significa el fin del romance, o al menos no en mi corazón. Me niego a convertir mi vida sentimental en una rutina, y espero que O sepa entenderme. No puedo vivir sin chispa, sin tensión sexual, y eso es algo diferente a practicar sexo.

Hay parejas que fornican por puro aburrimiento o escape liberador de estrés. Me niego a esto, en serio. Yo necesito sentir ese sol que nunca se pone dentro de mi pecho, no sé cómo explicarlo. Es cierto que el día a día y la repetición de actividades nada alentadoras hace que las noches sean mayormente para descansar. Pero como dice el anuncio de chocolate Valor: Se puede vivir sin azúcar, pero no sin placer. Pues eso, ya me entendéis.

Analizando muchas parejas que rompen, se da uno cuenta de que ambos dejaron de regar la planta de la pasión y pensaron que el amor podría durar eternamente sin alimentarlo o que el amor es cosa de adolescentes y de las novelas rosa. Pero no, el amor erótico sensual es el combustible de una relación que pretende durar mucho. Por supuesto que el motor debe ser de buena calidad. El motor son los valores compartidos, las creencias, el estilo de vida, el futuro que se quiere vivir juntos, el compromiso, etc. Pero sin gasolina el coche se para.

Pero para sentir chispazos bajo la piel hay que seguir siendo virgen emocionalmente. No se puede ir con coraza ni con espinas en la piel, no se puede ser un cactus, hay que seguir siendo joven. Por eso me encanta la canción “Like a virgen” de Madonna. Es el espíritu necesario, entregarse a cada nueva relación con un corazón nuevamente virgen, libre de rencores de relaciones anteriores, de resabios y de limitaciones.

Un amigo me preguntaba el otro día cómo se hacía para ligar en una disco, pub o similar. Sinceramente yo tengo muchas tablaas en la materia, y le puedo dar consejos objetivos válidos pero la verdad que yo he ligado mucho y seguiría ligando de no estar prometida, gracias a mi capacidad de impregnar a la gente que está a mi alrededor. No tengo otra explicación. Simplemente, me dejo llevar, si veo un chico que me gusta, no me digas cómo, pero sé lo que tengo que hacer y lo que no, me sale innato. Sé el tipo de chico que tengo enfrente y lo que espera de mí y yo de él con sólo un par de miradas. No sé si es telepatía, empatía o que soy una bruja echadora de embrujos pero os juro que pocas veces me ha fallado y cuando me ha fallado ha sido por tonta, o porque no lo deseaba tanto o no me encontraba bien ese día.

Creo que se deja de ser joven cuando se pierde la capacidad de sentir y de ilusionarse por lo que puede ofrecerte la vida. Las arrugas y las canas son superficiales. Lo que nos hace realmente envejecer es el endurecimiento del corazón y no me refiero a sufrir una calcificación de la aorta.

Hace un par de semanas me decía O que había que ver a muchos políticos y gente de la choriset lo que envejecen nada más acceder a su status. Y es que la maldad y la bilis interna envejecen mucho más que fumar tabaco negro sin filtro.

Bueno, qué poquito me queda ya para entrar en capilla…

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS AMIGOS DE MIS AMIGAS SON MIS AMIGOS...

Aniversario del Divorcio

BENIDORM TOUJOURS MON AMOUR