No quiero tirar la toalla todavía...


Bueno, la verdad es que ya sé que desde que no me peleo con Z ni monto ningún pollo os estaréis aburriendo con mi blog. Seguro que la mayoría pensaría que en lugar del blog de una chica de taitantos (taitodos, ejem) podría parecer más bien el parte de salud de Franco en sus últimos días…

Estoy intentando evitaros los detalles más escabrosos de mis tratamientos médicos y mi situación actual. Para quien no ha pasado por estos temas es muy difícil que comprenda la soledad, la indefensión y lo poco que se conoce del funcionamiento del metabolismo del ser humano, y menos de la mujer. Hasta hace menos de un siglo, se calificaba a las mujeres que sufrían de trastornos menopáusicos poco menos que de histéricas (el mismo Freud acuñó este “encantador” término para definir a su mujer cuando le montaba el pollo por estarse liando con la hermana de ésta y a Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, cuando se ponía hecha una furia con el cerdo de su marido, Felipe, porque le ponía los cuernos delante de sus narices y conspiraba para echarla del trono, la gente la tachaba sin pudor de “Loca” y así ha pasado a la historia y a la posteridad.

En fin, como digo, la psicología y el cuerpo de la mujer se ha estudiado muy poco, y nos han acostumbrado a sufrir en silencio. Así, algo tan normal como la menstruación era algo poco menos que asqueroso que había que ocultar a los varones de la familia y sobre todo, a los extraños. Muchas mujeres sufrían de sofocos, desmayos, etc porque no eran debidamente tratadas por los médicos, pero los hombres achacaban estos padecimientos a la “natural débil condición femenina”.

No ha sido hasta hace muy poco que se inventaron los anticonceptivos, que casualmente los tenemos que ingerir las mujeres con el consiguiente trastorno hormonal crónico que pueden acarrearnos muchos años después. Ahora a las niñas se las vacuna contra el VPH en vez de inventar algo para que los muchachos no lo transmitan…Y suma y sigue.

Digo esto porque, leyendo literatura sobre temas de fertilidad, resulta que, tanto si el problema está originado en la mujer como en el hombre, a la que acaban drogando, pinchando, hurgando y mortificando es a la mujer. Y nadie se para a pensar en la tremenda injusticia y dolor que padecemos.

Si a todo esto encima se suma que la crisis actual no permite andarse jugando el tipo con bajas y asuntos médicos, creo que la natalidad en general va a bajar y mucho. Luego los empresarios no tendrán mano de obra dentro de veinte años. Pero para eso siempre están los esclavos del tercer mundo, que antes había que cazar a lazo en el Africa subsahariana pero que ahora han conseguido que se maten ellos mismos por esclavizarse. Ni Kunta Kinte hubiera imaginado alguna vez que tal cosa pudiese suceder en el mundo…

El otro día mientras regresaba del trabajo tarde – Quiero insistir en que todos aquellos amigos que me llaman entre semana comprendan que no les puedo atender por razones obvias – Estuve hablando con una amiga que tiene dos niños. La chica no puede hacerse una idea de la vida de mortificación que podemos llevar las consultoras de una empresa privada que tenemos que cumplir con objetivos. Y tampoco entiende que la carrera profesional es como un río proceloso del que uno sólo puede apearse del todo saltando a la orilla con el cuello roto, pero nunca puede decirle al río que corra menos porque a uno le está dando vértigo.

El otro día leí rápidamente en no sé qué web que ahora, a día de hoy, nadie podría dejar de trabajar ni aunque le tocase la lotería, porque las hipotecas y el coste de la vida, por no hablar de la falta de fé en los bancos, hace que la gente ya no confíe en el gran dinero de sopetón sino en la garantía del pequeño dinero mes a mes. El gran dinero en el banco es un riesgo y no un aval de vida cómoda futura. Y, además, ¿qué son los 200.000 euros de la lotería de Navidad? Seguro que la mayoría debe eso y el doble de hipoteca. Sólo es un alivio. ¿Y montar un negocio propio como están las cosas? Una locura, desde luego.

Bueno, volviendo al tema inicial – Sólo me quedan cinco minutos antes de reanudar mi trabajo, porque tengo mucho atrasado – Quería añadir que esto de ser mujer, ya mayorcita y querer estar a punto para tener hijos es harto imposible. Llevo una ronda de médicos tremenda, y lo único que he sacado en positivo hasta ahora son unos cuantos kilos de menos conseguidos a base de una dieta de echarse a llorar. Pero, salvo la insulina, que está a raya, el resto de hormonas hacen lo que les parece, aparecen, desaparecen como les de la gana, y se ríen de mí y de los médicos.

Estoy intentando todo, hasta la meditación trascendental, pero me parece que como no funcione, me voy apuntando a chino para ir haciendo los papeles para adoptar. Y eso no es lo que me preocupa ahora, sino que me saquen algo espantoso, como un tumor o una metástasis de algún tumor olvidado en algún sitio, o qué se yo. Como decía mi padre, cuando uno empieza de médicos por una dolencia, es como un melón al que abren, y ya no paran hasta que te sacan todas las pipas.

No sé si captáis la idea pero vamos, que no sé por qué de unos desajustes de la regla me están mirando ahora la hipófisis que está en el cerebro. ¿Qué será lo siguiente: Las amígdalas, las uñas de los pies? El caso es que tengo 39 años y ningún médico me permite siquiera que intente tratamiento alguno de fertilidad por los riesgos para mi salud actual, y me asustan con el fantasma de la diabetes, de un tumor que me deje ciega o cosas peores.

A veces pienso que si hubiera seguido tomando la pildorilla estaría feliz en mi ignorancia hasta que un buen día un trombo asqueroso se atorase en mi cerebro o en alguna arteria importante. Pero ahora estaría delgadita y comiendo lentejas con chorizo en vez de gorda muerta de hambre. No quiero levantar ampollas religiosas, pero ahora comprendo cuando Cristo se fue al desierto y a punto estuvo de tirar la toalla y dejar de luchar por todo. Supongo que pensaría cosas como: Ay si me hubiera dedicado a fabricar mesas y sillas en vez de arengar masas. O, algo así como: “Si es que a mí quién me mandaba meterme en estos berenjenales..”. Pero, pienso que luego, cuando crees firmemente en un objetivo o en una meta encuentras el valor para seguir adelante. Y eso es lo que estoy haciendo, encontrar fuerzas para seguir con todo esto en vez de tirar la toalla después de este año de obstáculos y sinsabores.

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