Proyecto boda 2013

Como dije en otro post, esto de casarse es motivo de continuos temas de conversación con amigos, parientes y conocidos. Nadie está del todo a gusto con la elección, a excepción de O. El otro día que fue fiesta, a pesar de mi mega jaqueca, hicimos por ir a ver un sitio del que nos dieron buenas referencias. Yo pensaba que si la boda es en abril, buscar en agosto restaurante es tomárselo con mucha calma, pero qué va, suele estar todo hasta arriba. Menos mal que no nos casamos en el centro de Madrid y que, con la crisis, la gente ya no se decide a casarse y hay que hacer la reserva con menos antelación. Aún así, los precios de aúpa. Me daban ganas de preguntarle a la encargada del local si no nos podrían poner el menú de niños a todos los comensales, que salía por menos de la mitad de un menú normal y con el ahorro podemos pedir una hora de barra libre y música. Total, si la gente que va a las bodas al final no se come el menú, lo desgracia, da penita. Sin embargo, se beben hasta el agua de los floreros y hay que echarles de los locales porque se resisten a abandonarlo aunque sean las tres de la madrugada… La verdad es que no pensé nunca que me vería así de repente metida en estos temas. Le contaba a mi querido O el otro día que, de más jovencita, cuando mis amigas se quedaban mirando vestidos de novia, yo me iba al bar a por otra cerveza y las esperaba con los chicos de la pandilla. Me decían que era una sosa y una tía nada romántica. Pero no es así, es que no le veía yo la utilidad lo de mirar vestidos cuando no había boda a la vista. Es como mirar yates, langostas, rolex y todas esas cosas que difícilmente uno se va a comprar en la vida. Todavía por saber cómo son, como curiosidad, puede pasar. Pero vestidos de boda, si todo el mundo sabe cómo son… Pues ahora me toca a mí ponerme a gestionar “mi boda”. Mis amigas y parientes femeninas parecen más entusiasmadas con el tema de fantasear y curiosear todo tipo de vestidos, adornos, flores, peinados y cosas de esas. Hasta mi futura suegra me preguntó hace poco si ya tenía mirados los vestidos. Le dije que, dada mi coyuntura corporal y hormonal, hasta poco antes no sabría qué tipo de vestido ponerme. Miedo me da que no encuentre nada a última hora y tener que aparecer con el disfraz de “novia cadáver” que aún guardo por ahí en alguna de las mil bolsas de plástico que pueblan mi armario, pero… Ciertamente, mi problema es que para dentro de ocho meses yo no sé si estaré embarazadísma (de siete meses si funciona la invitro que me estoy haciendo ahora), flaquita como un palitroque si no me funciona la invitro y sigo con el gimnasio y la metformina o bien gordita si ando sufriendo abortito tras abortito o se me vuelven a disparar las hormonas… O sea, puede variar mi peso más o menos diez kilos del momento actual y encima pueden variar los volúmenes. ¿Me compro un vestido túnica a lo Montserrat Caballé? Ahí seguro que no fallo… De mi estado hormonal actual solo diré que el infierno me lo imagino como la eternidad pinchándome procrin todas las noches. No os podéis imaginar lo insufrible y tedioso que se me está haciendo este estado de menopausia inducida con jaqueca nocturna paliada con miles de ibuprofenos, sequedad de todo el cuerpo, sensación de sed continua, el pelo como el estropajo, sangraditos todos los días, el ánimo por los suelos y la líbido ha pasado de diez a seis. Y menos mal que antes estaba en un diez, porque si no, el pobre O lo iba a pasar fatal… Y lo peor de todo: Tener que fichar todas las noches pronto en casa. Nada de cenas con amigos, nada de bailar, nada de nada. Cenita ligera en casa, pinchazo en la barriguita y pasar los sudores tumbada en el sofá viendo el enésimo capítulo de “La que se avecina” o la serie que me ha bajado O “Alias” que me gusta pero me da un poco de mal rollito porque me recuerda otros tiempos en los que estaba como un junquito y hacía deporte todos los días y vivía la vida al límite… Pero no pierdo el norte. Si todo va bien, en abril tendré niño y marido, todo en uno, y seré una marujita feliz, que yo creo que ya me toca. Además, con O me llevo genial, es muy fácil vivir con él, y aunque tienes sus cosillas (y yo las mías), lo bueno es que nos lo tomamos todo bien y nos divertimos juntos, aunque sea viendo series rancias. Me decía una conocida esta mañana: “Pero, ¿cómo es eso que te casas si hace poco rompiste con el anterior novio?”A lo que le respondo: “Um ¿cómo que hace poco que rompí?, pero si con O ya llevo saliendo nueve meses”. (Es que hace mucho que no nos veíamos). Me responde la chica: “Pues eso, que ya en nueves meses has decidido casarte y tienes fecha, qué bárbaro”. Pues sí, qué bárbaro, pero así soy yo. La estadística dice que las parejas que antes se divorcian son las que llevaban más tiempo de noviazgo. Ya no tienen fondo para conocerse, lo único que les queda es destrozarse vivos. Además, si no se han casado antes, es porque no estarían convencidos, y después de casarse, menos aún. Eso le pasó a mi ex con su ex esposa. No falla, si te tiras más de dos años de noviazgo, malo. Cenicienta y el Príncipe Azul se casaron a las dos semanas de conocerse y comieron perdices muchos años, ¿no? Si Cenicienta y el Príncipe hubieran ido al Kinépolis todos los sábados durante tres años y hubieran chapuceado sexo en una casa a medio decorar durante otros tres años más, al séptimo año ninguno de los dos hubiera querido casarse. Aburrirse juntos, creo yo, no es propio del noviazgo sino del matrimonio, pero con los niños no hay problema, ya hay entretenimiento para no pensar en lo aburrido que es ir todos los sábados al Mercadona y los domingos a comer en casa de la familia.

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