ZAFARRANCHO DE NAVIDAD
SOLA EN CASA POR NAVIDAD
Hoy estaba leyendo una encuesta del periódico que dice que, según un portal de encuentros para encontrar pareja (cómo no), hay un alto porcentaje de solteros que desearían pasar las navidades en familia con una pareja…
Sin comentarios. Lo primero es que el estudio es capcioso, ya que se hizo entre cientos de los clientes de este portal que, además, es de pago, por lo que los que recurren a él deben estar un pelín más necesitados de una pareja que el resto de los que nos resistimos a pagar alcahuetas. En cualquier caso y , al margen de estudios, voy a empezar a imaginar cómo me habría ido en un mundo paralelo con un marido y tres niños. Veamos cómo pasaría las Navidades:
1.- Tirarme tres noches sin dormir para coser el “traje de diseño” para la función de Navidad del cole.
2.- Comerme trece atascos y gastar una fortuna en gasolina y parking para llevar a los niños a ver la horterada esa que ponen en los centros comerciales con esos muñecos que emiten música y se mueven, y simulan ser un belén o vaya usted a saber qué…
3.- Llevar a los niños al médico porque, como llovía impenitentemente, se han constipado viendo el espectáculo infantil del “Tajo Irlandés”.
4.- Enviar quince mil postales navideñas a los profesores, médicos, la canguro que vive en Bolivia y no lee e-mails porque en su poblado no hay ni electricida, la abuela de mi pariente que cree que Internet es una cosa muy grande para pescar, porque ha oído que la gente navega y hay una red…
5.- Preparar la ropa de los niños, la mía y la del pariente para trasladarnos los diez días de rigor al pueblo. Lava que te lava y plancha que te plancha cual Cenicienta, después de 12 horas fuera de casa porque no hay quien pare por Madrid de tráfico y agobios…
6.- La compra. Sí, la compra. Esa inmensa semana comparando precios de langostinos, turrones, uvas, licores y mil horas al teléfono con las cuñadas, suegras y la madre para ver qué puñetera cena les viene bien a todo el mundo porque: Chuletas no, que la Enriqueta tiene colesterol, langostinos no, que el niño de la María tiene alergia, pescado no, que la mamá lleva dentadura postiza y no soporta las espinas que le perforan la banda adhesiva, el pariente que no quiere verdura, porque dice que es para conejos… Al final les pones un variadito de panchitos, cacahuetes y cortezas y, total, .los niños, a las 11 de la noche están muertos e hinchados a dulces y porquerías y los adultos están todos ya borrachos y ni se enteran de lo que cenan…
7.- Los cuchillos y dardos envenenados de la suegra, las cuñadas, el amigo de la amiga de Menganito que total, donde comen 20 comen 21…Algunas cenas navideñas, en vez de cenas parecen bodorrios, e igualmente hirientes en sus comentarios malintencionados.. Ni paz ni amor, ni descanso. ¿Por qué será que los divorcios se suelen dar después de las vacaciones de verano y las de Navidad?
8.- La esclavitud de la cocina, dos días antes preparando los platos fríos, lavando las bandejas mohosas del año pasado, aseando la casa, por lo menos como el dicho de “barrer lo que ve la suegra”, y luego el día D que la pobre esclava no cena, toda la tarde preparando viandas y sirviendo y luego fregando…
9.- El pariente, que después de 23 martinis y 14 orujos tiene ganas de guerra cuando lo que tiene ganas servidora es de meterme en la cama y morirme del cansancio y la tabarra que me han dado…
Me faltan muchas pinceladas de este “mundo paralelo” pero, como podréis apreciar, ni ganas de haberme metido en él.
¿Qué me comerá un pastor alemán cuando tenga 70 años? Me da igual, además, las fiestas en la residencia de ancianos suelen ser muy animadas y la gente liga mucho, y si no, me voy con el Imserso a Benidorm, a ligar con un guiri noruego que tenga a sus hijos bien lejos y bien creciditos, y al que no le guste quedarse en casa en Navidad y me lleve a Bora Bora en Fin de Año.
Hoy estaba leyendo una encuesta del periódico que dice que, según un portal de encuentros para encontrar pareja (cómo no), hay un alto porcentaje de solteros que desearían pasar las navidades en familia con una pareja…
Sin comentarios. Lo primero es que el estudio es capcioso, ya que se hizo entre cientos de los clientes de este portal que, además, es de pago, por lo que los que recurren a él deben estar un pelín más necesitados de una pareja que el resto de los que nos resistimos a pagar alcahuetas. En cualquier caso y , al margen de estudios, voy a empezar a imaginar cómo me habría ido en un mundo paralelo con un marido y tres niños. Veamos cómo pasaría las Navidades:
1.- Tirarme tres noches sin dormir para coser el “traje de diseño” para la función de Navidad del cole.
2.- Comerme trece atascos y gastar una fortuna en gasolina y parking para llevar a los niños a ver la horterada esa que ponen en los centros comerciales con esos muñecos que emiten música y se mueven, y simulan ser un belén o vaya usted a saber qué…
3.- Llevar a los niños al médico porque, como llovía impenitentemente, se han constipado viendo el espectáculo infantil del “Tajo Irlandés”.
4.- Enviar quince mil postales navideñas a los profesores, médicos, la canguro que vive en Bolivia y no lee e-mails porque en su poblado no hay ni electricida, la abuela de mi pariente que cree que Internet es una cosa muy grande para pescar, porque ha oído que la gente navega y hay una red…
5.- Preparar la ropa de los niños, la mía y la del pariente para trasladarnos los diez días de rigor al pueblo. Lava que te lava y plancha que te plancha cual Cenicienta, después de 12 horas fuera de casa porque no hay quien pare por Madrid de tráfico y agobios…
6.- La compra. Sí, la compra. Esa inmensa semana comparando precios de langostinos, turrones, uvas, licores y mil horas al teléfono con las cuñadas, suegras y la madre para ver qué puñetera cena les viene bien a todo el mundo porque: Chuletas no, que la Enriqueta tiene colesterol, langostinos no, que el niño de la María tiene alergia, pescado no, que la mamá lleva dentadura postiza y no soporta las espinas que le perforan la banda adhesiva, el pariente que no quiere verdura, porque dice que es para conejos… Al final les pones un variadito de panchitos, cacahuetes y cortezas y, total, .los niños, a las 11 de la noche están muertos e hinchados a dulces y porquerías y los adultos están todos ya borrachos y ni se enteran de lo que cenan…
7.- Los cuchillos y dardos envenenados de la suegra, las cuñadas, el amigo de la amiga de Menganito que total, donde comen 20 comen 21…Algunas cenas navideñas, en vez de cenas parecen bodorrios, e igualmente hirientes en sus comentarios malintencionados.. Ni paz ni amor, ni descanso. ¿Por qué será que los divorcios se suelen dar después de las vacaciones de verano y las de Navidad?
8.- La esclavitud de la cocina, dos días antes preparando los platos fríos, lavando las bandejas mohosas del año pasado, aseando la casa, por lo menos como el dicho de “barrer lo que ve la suegra”, y luego el día D que la pobre esclava no cena, toda la tarde preparando viandas y sirviendo y luego fregando…
9.- El pariente, que después de 23 martinis y 14 orujos tiene ganas de guerra cuando lo que tiene ganas servidora es de meterme en la cama y morirme del cansancio y la tabarra que me han dado…
Me faltan muchas pinceladas de este “mundo paralelo” pero, como podréis apreciar, ni ganas de haberme metido en él.
¿Qué me comerá un pastor alemán cuando tenga 70 años? Me da igual, además, las fiestas en la residencia de ancianos suelen ser muy animadas y la gente liga mucho, y si no, me voy con el Imserso a Benidorm, a ligar con un guiri noruego que tenga a sus hijos bien lejos y bien creciditos, y al que no le guste quedarse en casa en Navidad y me lleve a Bora Bora en Fin de Año.
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