REPOSO RELATIVO

Parece que se acaban mis días de vacaciones y comienzo a recuperarme, eso sí me estoy horripilando de la montaña de trabajo que me espera el lunes en la oficina y que he sido incapaz estos días de darle salida.(es que hasta esta única vez, debo confesar que tenía la manía de usar mis vacaciones para adelantar trabajo o simplemente ponerme al día de lo último en mi profesión, que es muy competitiva).
Por otra parte, también pienso que estoy haciéndole un beneficio a mi futuro hijo/a y es dándome unos días de reposo en plan monasterio o casi, pero es que me siento culpable cuando no tengo la agenda tan apretada como la de la señora Aguirre, que me imagino lo mal que lo debía pasar los días que estuvo de baja, sintiéndose culpable por no poder seguir su ritmo frenético de inauguraciones, discursos, besamanos y demás actividades infatigables que llevan a cabo los políticos
Bueno, era un símil del cargo de conciencia por no haberme metido en una agenda de ocho horas diarias de estudio y tres horas de adelantar curro.
¿Qué he hecho estos días?
Bueno, al principio con la lumbalgia y la faringitis incapacitante, la verdad es que muy poco: Levantarme tarde, ducharme, ponerme la progesterona, comer algo (sin muchas ganas), fregar los cacharros, entrar en internet, mirar los correos, entrar a los foros de la clínica, mirar otra vez los correos, responder a lo más urgente (del curro), bajarme algunos apuntes, leerme algunos apuntes (sin mucho entusiasmo) y permanecer tumbada boca abajo todo el tiempo en el que ya no aguantaba levantada por los dolores punzantes en los costados.
Luego, ya un poco más recuperada de mi lumbalgia además:
Preparar la comida, comer, recoger la mesa, ver las noticias, cambiar de canal veinte veces esquivando los programas basura y/o de fútbol, ver alguna peli medio interesante, salir a que me dé un poco el aire por el barrio, tomar la merienda o visitar a algún pariente o amigo que está tan aburrido como yo del tiempo, la programación de la tele y además es archipobre y no se puede ir al Caribe.
Bueno, yo al menos sé que los ahorros los estoy invirtiendo en mi proyecto de hijo, pero es que hay gente que la hipoteca de su casa y el azote del paro y los subempleos a los que te lanza, apenas les deja dinero para pagarse un cortado en el chino de al lado de mi casa.
Por cierto, hago un inciso para agradecer que en mi barrio se haya instalado una familia de comerciantes chinos porque gracias a ellos estamos subsistiendo estos días ,ya que tienen un supermercado de primera necesidad abierto hasta los festivos, una panadería con cafetería bastante limpia y surtida, y un restaurante donde hacen un Kubab con gambas de chuparse los dedos.
Luego de mi salida vespertina, al volver a casa, pues me ponía a entrar de nuevo en internet, hacer gestiones sencillas como la renta o los problemas de matemáticas del Páis, y ya luego comer algo, ver la tele y a la camita, vuelta y vuelta de progesterona primero.
Total, tareas con estrés: 0
Bueno, no hablo de S porque a él le ha tocado la intendencia dura de la casa: Hacer la compra, la limpieza , la cama (para que yo no me agachase demasiado y me diese otro pinzamiento),la comida sobre todo cuando yo no me podía mover por la lumbalgia, y bueno, turnarnos para recoger los cacharros y esas cosas menores de la casa.
Lo que pasa es que él está todavía más “seta” que yo y claro, así no hay quien se anime estos días.
Antes le solía acompañar a hacer algo de deporte, pero lo tengo prohibido y a él le da pereza solito estos días, además de la lluvia desmotivadora.
También antes solíamos ir de compras juntos, pero a mí me han prohibido cargar peso y, además, confieso que a mí me aburre ver latas de tomate juntitas o botes de detergente, aparte de que cierran muchos de estos días o no reponen como debieran y vas a comprar en balde.
Bueno, pues esto es un resumen de por qué las betaesperantes estamos tan aburridas.
Más que betaespera debería llamarse betaaburrimiento porque te dicen que hagas reposo relativo y claro, tienes miedo de que tu relatividad no sea la misma que la que tiene el médico en su cabeza.
A mí el único concepto de relatividad que me ha quedado más o menos claro es el de Einstein y su física de partículas.
Pero, ¿es un esfuerzo relativamente excesivo ir, por ejemplo, a un concierto de Música? Pues igual si es uno del Festival de Otoño seguramente no, porque te dan un butacón y el único esfuerzo que haces es aplaudir cuando termina de cantar el tenor de turno.
Ahora bien, si el concierto es de Satánika en un garito gore tipo cripta, pues probablemente acabes empujada, remojada en calimocho y si se tercia, golpeada por los gorilas del local en una trifulca. O sea, ahí no solamente pierdes el embrión sino probablemente la chupa de cuero y los dientes.
Lo mismo ocurre con lo de ir de compras: Si te vas al Moraleja Green a comprar kimonos de seda salvaje, probablemente encuentres aparcamiento a la primera, el sitio esté tranquilo y la tienda huela a incienso. Todo muy relajado e “ideal de la muerte”. Lo único que te saldrá un embrión con estilo a lo Carmen Lomana.
Si te vas al hiper del barrio, igual está el aparcamiento hasta arriba y pasas un estrés tremendo para no atropellar a uno de esos niños a los que sus padres dejan sueltos como si fueran ganado lanar en plena pradera, y luego tengas que darte de leches con la superabuela quinqui de turno para que no te robe el carrito que tú acabas de conseguir legalmente poniéndole tu euro.
Pero ahí no acaba la cosa, porque luego tienes que escudriñar cada bote o caja que eches al carro para que no hayas cogido el bote de leche que ya ha abierto un niño o cerdo bautizado y se ha bebido la mitad (os juro que pasa en algunos súper), la caja de galletas a la que le falta un paquete o el pack de champú con regalo de mascarilla a la que hayan pegado un chicle y se hayan llevado la mascarilla. Luego, en la cola para pagar, te atropella quince veces con los carros y además, si tienes mala suerte, algún ladrón enanito bien entrenado, aprovecha para levantarte la visa mientras esperas media hora de pie toda incómoda. Ni que decir tiene que entre el disgusto y el asedio aparte del embrión puedes perder dinero de la cuenta corriente o acabar a leches con la jeta de turno que se quiere colar delante de ti con el pretexto de que sólo lleva un bote de aceitunas en la mano y luego aparece el marido, que estaba agazapado a la espera, con un carro hasta arriba y además para envío a domicilio.
Bueno, os dejo que dice S que estoy muy negativa hoy.

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