Estadísticas a mi favor

Negativo, y además me bajó la indeseable en todo su esplendor. Creo que me estoy acostumbrando a llevarme tantos palos con este tema, que ya ni me inmuto cuando me dan la noticia. Porque ya intuía yo lo que iba a pasar y me venía llevando el berrinche desde el domingo, cuando mi oráculo hecho palitos para mear en ellos me seguía diciendo que aquello no había cuajado. Ahora el tema es por dónde seguir y con qué recursos. Recuerdo hace tiempo que leí un libro titulado “Fertiliy for Dummies”. No me puedo haber reído más con un libro en mucho tiempo. Hablaba del factor psicológico y que, aunque la búsqueda del hijo es un objetivo vital, hay que tomárselo con cierta frialdad y estrategia, como si fuera un proyecto más académico como aprobar una oposición a notarías, aprender hebreo o chino, aspirar al nobel de literatura… Más o menos para algunas viene a ser igual de difícil esto de tener un hijo que estos complejos retos. Yo me pregunto, si me dijeran que tengo que aprobar ahora mismo una oposición a notaria, ¿por dónde empezaría? Probablemente lo primero miraría si tengo la titulación adecuada, y si no, sopesaría si merece la pena conseguirla y si tengo los recursos (tiempo y dinero) necesarios para conseguirla. De forma equivalente, para aspirar a tener un bebé hay que pensar si una tiene los ingredientes a priori (fertilidad y pareja) necesarios. Si no es así, hay que preguntarse por los recursos necesarios para conseguir dichos ingredientes. Antes no tenía pareja y no sabía muy bien si tenía la fertilidad adecuada, dado que es un parámetro difícil de evaluar, y hasta ahora sólo se sabe que una mujer es fértil cuando da a luz a un hijo sano. Todo lo demás son especulaciones. Ahora que tengo pareja, me dispuse al tema, pero veo que no tengo la fertilidad suficiente y además, esta fertilidad se irá menguando muy rápidamente con el tiempo. Luego, me dispuse a buscar ayuda externa. Pero, ¿qué ayuda y cómo? Ahí está el problema. Me surgieron y me siguen surgiendo las preguntas cruciales, porque la opción de la donante de óvulos no me convence todavía a pesar de que todo el mundo (menos mis hermanas) me la están metiendo por los ojos como solución sencilla para librarme de este calvario que vivo de atracones de hormonas, punciones y fracasos. Se supone que la mejor clínica de España es “X” porque tiene la tasa mayor de embarazos. Pero lo que luego descubro es que realmente lo consiguen así porque no aceptan retos reproductivos. Es decir: Casi nunca te recomiendan la inseminación artificial si eres mayor de 35, casi nunca te recomiendan óvulos propios si eres mayor de 40 y casi nunca te recomiendan nada si eres mayor de 45. Así también consigo yo la mayor tasa de embarazos, empujando a mis pacientes a que opten siempre por el tratamiento que a priori tiene el mayor porcentaje de éxito. Pero es que la estadística es perversa, porque a fuerza de realizar esta constante segmentación por edades, al final se utilizan los resultados iniciales para forzar a los nuevos pacientes a domarse a esta filosofía. Lo ilustro con un ejemplo: Llega una chica (yo) con 40 años a pedir consulta a la clínica X. Me dicen que una inseminación me da a mi edad un 8% de éxito, una invitro con óvulos propios no más de un 30% (a priori) y una donación de óvulos un 75% Si echas cuentas del precio, te planteas que para tener éxito con una inseminación, tendrías que hacerte lo menos cinco inseminaciones para tener una tasa de éxito similar a una invitro y diez inseminaciones para llegar a la tasa de éxito de una donación de óvulos. En el caso de la invitro, te tienes que hacer dos o tres con óvulos propios para llegar a la tasa de éxito que puedes tener con óvulos donados. Los precios, que no están puestos así como así al tuntún vienen a estar en esta misma proporción: 1000 una inseminación, 5000 una invitro normal y 10000 una invitro con donante. Pero el problema es que el porcentaje de éxito no es constante a lo largo que pasa el tiempo. Es decir: Que si me hago diez inseminaciones a lo largo de treinta meses, al mes veinte ya estoy teniendo menos probabilidad de éxito que al principio, porque mis óvulos envejecen y se vuelven cada vez peores. Luego, de algún modo, te están empujando cada vez más a los tratamientos más caros, porque crees que la tasa de éxito que te dan es así de real. Al final, la población de pacientes acaba así de segmentada en función de edades, según lo recomendado. Y, de algún modo, la estadísticas se van cumpliendo, porque al no haber apenas Inseminaciones pasados los cuarenta, la tasa de éxito de las mismas se ceba en las veinteañeras y treintañeras. De igual modo, a casi ninguna chica mayor de cuarenta y cinco años se le permite usar sus propios óvulos. Mansamente, aceptan de entrada el tratamiento vip sin pensar siquiera en usar los propios. Pero es que, además, noto desgana en los médicos cuando intentas “nadar contracorriente”. No te apoyan ni se ven que hagan su mejor esfuerzo para que lo consigas de este modo. Luego está mi clínica actual, chiquitita pero donde veo que el médico está muy involucrado, pero dudo que su laboratorio sea igual de bueno que la clínica “X”. Sin embargo, esta vez la tasa de fecundación fue buena. ¿Debería repetir procedimiento? Pero, ¿cambiando algo? ¿El qué? ¿Una revisión del útero? ¿Una revisión a fondo inmunológica? ¿Un tratamiento para mi chico para que mejoren “sus guerreros”? De momento este mes de octubre a voy a “quitarme el estrés reproductivo” y por fin, salir y tomarme una cerveza sin sentirme culpable. Igual así algún óvulos gamberro se anima este mes a salir de su escondite. A fin de cuentas, si a mi edad, sólo tengo un 3% de probabilidad de embarazo natural por mes, y ya llevo casi un año que no, sumado a que tenía el mes pasado un 30% de probabilidades que se desperdiciaron, ahora tengo un 47% de quedarme embarazada en los tres meses que restan. Y un 47% no está nada mal, ¿no?

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