La esperanza es lo último que se pierde...

Voy a hacer un chiste fácil con el título de este nuevo post. Si la Esperanza es lo último que se pierde y dimitió el lunes 17, ¿qué nos queda ya a los españoles frente a esta megacrisis? En mi caso personal, la esperanza no ha dimitido sino que se ha esfumado tras unas semanas esperanzadoras y gloriosas prometiéndomelas muy felices con la enorme cosecha de folículos, la nada despreciable de óvulos y la media docena de embriones. Ya me veía mami de trillizos y preocupándome de la intendencia elemental: ¿Cómo dar de mamar a tres niños teniendo sólo dos mamas? ¿Cómo encontrar un carrito para trillizos? ¿Cómo pasar por las puertas de los sitios con un megacarro así? ¿Cómo suplir el ojo que me falta para vigilarlos a los tres? Pero era demasiado fácil para creérselo… Para empezar, el lunes 17 me dijeron que los tres embriones tipo C (regularcillos) que habíamos dejado para congelar, no habían sobrevivido. Al parecer se habían parado en el día 4, o sea el domingo. Rápidamente vino a la mente la comparación con el otro embrión del mismotipo que llevaba dentro y con los otros dos de mejor categoría pero de la misma camada: ¿Correrían la misma suerte que sus desafortunados hermanitos? ¿Cómo podría asegurarme de que los tres estaban bien ahí dentro? Ya comenzamos mal la semana, de bajón, y notando malestares físicos, unos reales (riñones, jaquecas) y otros fantasmas (vómitos, dolorcillos en el útero, sofoco, mareos). Para las dolencias reales había una explicación real: Hiperestimulación Ovárica moderada. A beber mucho Aquarius y descansar a tope. Para las dolencias fantasmas la explicación podría estar en los 3 ovulillos de progesterona, el adiro, la inyección de heparina, las vitaminas especiales o las dos pastillas de metformina. Si a eso le sumas una megadosis de boquerones fritos y 35 grados de paseo por Torremolinos, ahí tienes una bomba ambulante. Me meto tanta medicación que pensé que si fallaba este ciclo, más que ir considerando si necesito una donante de óvulos, debería ir considerando si voy a necesitar un donante de riñón o de hígado. Es que es tremenda la cantidad de medicación que nos metemos las pacientes de invitro, para convertir un hígado sano y virgen de JB rápidamente en foigras del caro. Luego cometí otro gran error: El oráculo de los palitos. Sí, me hice pipitest usando los de ovulación que son más baratos y detectan la subida de hormona en cuanto el embrión hinca el primer bocado al endometrio. El lunes 17 aparecía una prometedora segunda rayita, y con eso me fui poco después a Málaga, pensando que mis tres embris estarían implantando a pesar de todo. Pero la jaqueca fue de mal en peor y el domingo ya en Madrid tenía cuerpo-escombro. Y el palito blanco nuclear. El fin, el desastre. Vale, la beta en sangre la tengo en dos días, ¿aún hay esperanza? Pues sí. Pero, ¿cuál es mi feeling al respecto? Pues que este ciclo está perdido. Ayer además empecé con el spotting y sé que si no me baja la regla ya es por la cantidad inmensa de progesterona, pero el dolor de cabeza es premonitorio de una mega regla. Mi ánimo está por los suelos, seguro que luego se recuperará, esto es una guerra, y he perdido una batalla, pero jolín, es que lo mismo dijo Hitler en Stalingrado y acabó suicidándose en un zulo luego. Lo positivo de esto es el positivismo de O. El domingo me mimó un montón. Me pidió mi pizza favorita para comer (yo no tenía ganas de comer nada, sólo de sentarme en el sofá a ver como hipnotizada correr los fórmula-1 en Singapur). Luego me fregó los cacharros, tiró la basura, me tendió la ropa, estaba desconocido totalmente. Me ha dicho que no me preocupe, que conseguirá más dinero para la próxima invitro. Y que a ver qué dice el médico, si nos pasamos a donante o no. Yo me resisto, jolín, es que es una decisión tan tremenda, que no quiero pensar que no hice todo lo posible por tener un hijo “carne de mi carne”. No me siento mayor pero debo entrar en razones: 43 años son muchos años para jugar a sacar el óvulo de oro entre cien posibles. Pero me aterra aún más si me paso a donación y tampoco funciona. ¿Y si mi útero mata los embriones? A veces pienso que tengo algo en la cabeza que me sabotea inconscientemente. Igual algo en mi subconsciente está en contra de tener hijos por algún motivo que desconozco y cada vez que hay un embrión en mi útero hace sonar alguna alarma química por ahí y lo liquida. No sé, algo ancestral, como que no me podré quedar embarazada hasta que tenga “un nido seguro”. Leí hace tiempo el caso de Kate Silveston, la periodista, y no sé por qué, me siento identificada con ella. Por cierto, que hoy he decidido que voy escribir un libro. Se llamará “Mujeres Betadesesperadas”. Prometo que será un bestseller, incluiré de todo en él para que se venda bien y con los beneficios sufragaré más ciclos y si me sobra, lo donaré a alguna asociación de mujeres sin recursos económicos para hacerse invitros. Otra cosa: Lo que más odio de la betaespera es estar tan hinchada que la gente crea que estoy embarazada de varios meses y se empeñe en cederme el asiento en el metro. Paso una vergüenza horrible, porque no sé cómo explicar que esa enorme barriga hinchada tiene una explicación que no siempre por desgracia es un bebé. Bueno, además de la vergüenza, es la frustración porque el decirles: “No, no estoy embarazada, es otra cosa médica” me resulta muy triste, porque la “otra cosa médica” también podría ser igualmente un embarazo, pero no me apetece contarle mi vida a cualquiera en el metro. ¿Podrían aconsejarnos en las clínicas que vestido comprarnos para disimular la enorme barriga? Yo mañana voy a sacar una chaqueta enorme para taparme la barriga, aunque muera de calor. Eso o mato al próximo que intente cederme el asiento.

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