DE VUELTA DEL VIA CRUCIS

LA BASCULA INFAME

Ya regresé de vacaciones de Semana Santa y a pesar de que el hotel no tenía buffet libre ni nada que supusiese una tentación, he cogido un kilito más. No sé si estoy gestando un bebé elefante, o si la culpa la tiene el kilo de espinacas congeladas y el medio de brócoli que me metí el miércoles entre pecho y espalda para que no se me estropeasen al cortar la luz y dejar la nevera descongelando – Supongo que todos los que no tenéis la suerte o el dinero de tener un frigo nofrost hacéis lo mismo que yo: Aprovechar las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano para descongelar la nevera.

En cualquier caso, desde ya os digo que es mentira eso de que la verdura no engorda. Las vacas comen verde, no toman chocolate ni hamburguesas y mirad lo hermosotas que están. Debería haberme atracado de costillas a la parrilla con salsa barbacoa y a lo mejor hasta hubiera adelgazado...

Lo peor es que en los hoteles no suele haber báscula. En la mayoría de los hoteles – Ojo, hoteles, no tuguríos con jergón y lavabo de abuelita – Suele haber muchas cosas útiles que acaban en el neceser del por si acaso la próxima vez: Gel de baño, champú, jabón de manos, toallitas de zapatos, peine desechable, pañuelos, secador de pelo, espejo de aumento para verte las espinillas a gran tamaño, pero en ninguno, ninguno he visto una maldita báscula.

No, no es un descuido. Lo hacen a posta para que te hinches a comer en su restaurante o en alguno del gremio. Si te pusiesen báscula, al primer atracón te tirarías dos días a chicles y pipas, pero no, al no tener báscula, la única referencia es el pantalón que has traído, que como sueles práctica, es elástico, vaquero y de todo trote, y sólo notas que has engordado cuando acumulas más de cinco kilitos. Así imposible controlarse. Llegas a casa y catapún, de bruces con la realidad: Dos kilitos de más. Que sumados al infame kilito de más que ya tenían hacen la friolera de tres kilitos de más. La cosa se está poniendo seria y ya no valen pamplinadas. Ahora ya hay que cortar por lo sano. El primer problema es que no tengo báscula de cocina ni calculadora de calorías (supongo que un futuro no muy lejano bastará con pasar el plato que te vas a comer por debajo de un escáner y te dirá al segundo las calorías totales, los gramos de grasa, de proteínas, de carbohidratos, de fibra, de colesterol, de hierro, etc.). No sé por qué no se ha inventado todavía, mira que se inventan chorradas como el Tomtom y el mp3, y no se inventa algo tan útil. Es que de verdad no perderían pasta. Salvo Bridget Jones y dos anoréxicas por ahí no veo a nadie que disponga de tanto tiempo y esfuerzo como para pesar, ponderar y calcular cada ingrediente de una comida. Imaginaros lo que es calcular las calorías de una paella: Arroz por un lado, el aceite, la gambas peladas, la carne, los guisantes...Uff, he hecho ecuaciones en derivadas parciales mucho más sencillas...

Sin calculadora de calorías es muy difícil a ojo saber si lo que te vas a comer es mucho o poco. Supongo que existirá alguna norma general y por eso ayer escondí el chocolate, los dulces, las galletitas y el picoteo en general en un armario. Hasta que no pierda los tres kilitos nada de nada. Espero que de hincharme a lechuga y patata hervida no suba encima de peso, que todo es posible, pero al menos sabré que el problema es de cantidad, no de exceso de calorías por gramo de comida...

El otro problema es cómo comer sano comiendo fuera de casa y llegando a las once y pico de la noche. Hay que llevar tupper a la oficina y ser un poco insociable. A ver, todo el mundo se va a comer fuera. Tú no te puedes llevar la tartera al bar, el camarero te pegaría una buena patada y tomar por saco. En USA no obstante, hay gente que va con tartera al restaurante para llevarse las sobras y nadie le dice nada. Se ha puesto allí de moda llevarse las sobras a casa y así se ahorran calorías, ya que de un menú sacas dos y no tienes que cocinar luego. Pero aquí en España esto es imposible. Tú pagas tus doce euracos y como te lleves el mendrugo de pan para dar de comer a las palomas, el del bar te echa cianuro a la próxima que vengas. En otros países la gente tiene muy claro que paga por una comida y lo que haga con ella es cosa suya. Aquí no. Aquí la comida te la presta el restaurante para que la comas allí y como te diga el camarero. Si incumples alguna de las once mil normas no escritas te proscriben y no te dan asiento la próxima o te traen la comida fría. Esto es una mafia. Aquí sanidad no dice nada, al igual que con el botellón, que está prohibido beber en la calle, pero si te tomas veinte copas en un garito pijo nadie te dice nada ni te recuerdan que te estás pasando. Hipocresía. Lo de las hamburguesas porque son baratas. Nadie ha dicho nada sobre el Botillo del Bierzo y tiene más calorías. Claro que el Sr. Prada no es yankie y si le tocan su botillo saca la garrota como la abuela del show de Cruz y Raya y se lía a mandobles con todo el gobierno entero...

En fin, tendré que irme resignando a ser una gordita media o las próximas vacaciones que me tome serán a una gruta con dos mendrugos de pan y un litro de agua para la semana entera.

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