El amor es un rayo de luna...

MATRIMONIOS DE CONVENIENCIA

En épocas no muy lejanas o incluso en la actual pero en países lejanos, los padres se encargaban de arreglarles las vidas a los hijos casándolos con el/la candidata/a más conveniente de acuerdo con la posición, cultura, prestigio, etc.

Este hecho producía matrimonios infelices, pero al menos tenían a alguien a quien culpar de su desgracia: A sus padres. Probablemente incluso fueran compañeros de la desdichada suerte, pues ninguno de los dos había escogido su suerte. Y, probablemente, conscientes de que las cosas eran así y no podían cambiarlas, acabasen por llevarse bien y por lo menos hacer lo que la sociedad esperaba de ellos: Formar una familia.

La situación era mucho más injusta para la mujer, ya que a las primeras de cambio, el marido, controlador de los dineros de la casa, se largaba por ahí a buscar “mujeres de afecto negociable” o simplemente, como se las llamaba entonces “querindangas”.

De hecho, la palabreja “querida” ya se la había oído a mi madre respecto a la amante del marido de una amiga suya. La connotación era claramente despectiva, obviamente, desprovista de glamour y llena de culpabilidad.

Volviendo al tema que nos ocupa, ahora la gente se casa o empareja por motivos románticos. Es decir: La nube rosa, patitos rosas y lagos de color azul…Bueno, esta expresión no es mía sino de uno de mi ex, al referirse al estado ese de enamoramiento o, mejor dicho, de embobamiento que dura unos cuantos meses o años…Hasta el día de la caíd de la venda. Porque ese día llega, y según lo que veamos tras la caída de la venda, así nos quedamos con el susodicho/a o lo mandamos a freír monas.

El problema viene por dos factores: 1) El tiempo hasta la caída de la venda. 2) Lo que resulta de valorar al sujeto ahora desprovisto de la deificación inicial.

En algunos casos, el noviazgo es tan corto que la venda se cae cuando uno tiene ya una casa y unos hijos compartidos con la pareja ahora tornada en indeseable espécimen.

En otros casos, por el contrario, el noviazgo es tan largo, que la venda se cae antes de liarse la manta a la cabeza y si el espécimen no es apto para una convivencia normal, se acaba cada uno tirando por su lado, porque no hay nada que retenga a nadie…

En cualquier caso, parece que comprometerse con alguien en medio de un ataque de “Nubes Rosae”, puede traer consecuencias dramáticas en el futuro.

No obstante, la gente vive enganchada al cóctel este de oxitocina como si fuera un buen chute de éxtasis, y claro, así algunos van de flor en flor hasta que las suprarenales se les atrofian y dejan de producirles hormonas de tipo alguno. Entonces, acaban emparejados con la chica que su madre hubiera elegido para ellos. Así se explica el caso de un amigo mío casado con una chica que más que fea, es de “belleza distraída” por decir un eufemismo y más seca que un mendrugo de pan de hace una semana. Sin embargo, el chaval este en cuestión al que he visto pasear de la mano de bellezones de quitar el hipo, ahora tiene tres retoños con la hermana gemela de “Bea la fea” y el tío al pasea a ella y a sus nenes como el mayor tesoro que cualquiera podría poseer.

Un buen día le pregunté por qué había elegido a Aurora por esposa y me contestó:

“Mira, hija. Es buena chica y sabe llevar muy bien la casa. Su familia tiene dinero, es de buen nombre y ella es lista, es honrada, nos llevamos muy bien y además no se ha acostado con medio Madrid como mis anteriores novias y, bueno, en resumen, qué quieres que te diga, porque a mi edad uno, o se casa, o se echa totalmente a perder, y bueno, me entró miedo”.

En toda la parrafada no mencionó en ningún momento ni que le gustara, ni que “se la pusiera tiesa” ni que estuviera enamorado de ella. Simplemente, argumentó las mismas razones que podría haber argumentado su madre para elegirle una novia. Y lo curioso del caso es que llevan diez años casados y parecen felices, aunque jamás los he visto comerse a besos y esas cosas que hacen los novios quinceañeros…

Por otra parte, tengo otra amiga que se casó a los pocos meses de conocerle a él, que pongamos llamaremos Diego. (Obviamente, la mujer de mi amigo tampoco se llama Aurora, pero bueno). Ella salía con otro chico pero cuando conoció a Diego, perdió la cabeza por él, fue a conquistarle y bueno, al año estaban casados y al año y medio tenían a su primer hijo. Ahora llevan quince años casados y tienen otro hijo más, pero apenas se hablan, se llevan a matar, y yo creo que no se separan porque el pequeño todavía no ha aprendido a vestirse él solito, que si no…

El caso de Diego y Silvia (tampoco ella se llama Silvia) es bastante paradójico. Yo les vi muy felices y muy enamorados y parecían la pareja más feliz del mundo. Sin embargo, es claro que ambos procedían de mundos muy distintos. Ella era y sigue siendo muy trabajadora, con los pies en la tierra, muy resuelta y de carácter y él es un niño pijo, acostumbrado a que mamá le diga por donde tiene que pisar, muy encorsetado y muy atolondrado. A buen seguro supondréis que Silvia y su suegra se llevan a matar, y habréis acertado y el padre de Silvia piensa que Diego es poco menos que retrasado y tiene suerte de haber nacido con dinero, que si no, estaba picando piedra en las obras de la M-30 en vez de hacer que hace en un despacho con Fax-Módem.

Personalmente, empiezo a pensar que debería montar una agencia de esas de contactos, pues en Internet están haciendo furor y la verdad es que conozco a algunas parejas que se han conocido de esta manera y les va muy bien. De hecho, una pareja de amigos míos que se conocieron así, se casaron hace poco y les veo muy compenetrados, los dos parecen tener muy claro lo que quieren y, sobre todo, que quieren lo mismo, que ahí es el quid de la cuestión.

Otra forma de conocer gente de manera rápida y eficaz es el famoso Speed-Dating, que viene a ser como: Pasa siete minutos delante de una persona, y así, al primer ojeo, piensa si te interesaría conocer más o menos a la persona. No sé si bastan siete minutos para suponer que alguien nos puede convenir o no, teniendo en cuenta que están prohibidas las preguntas sobre profesión, posición, estudios o creencias. Yo, personalmente, pienso que es un error no poder preguntar estas cosas. De otro modo: ¿Qué le preguntas a alguien en tan sólo siete minutos? Más parece un concurso a lo Gran Hermano que un intento de valorar a la otra persona como potencial pareja. Imaginaros la situación:

Yo, con el pelo sucio (se me ensucia mucho cuando estoy con la regla), con ojeras, la cara llena de eccema( se me pone así la cara con la regla), con el vientre hinchado como un globo sonda (“”””””), con cara pálida (“”””””), en fin, no sigo enumerando, me presento delante de un pollopera con tupé y yo vestida con mi único vestido que me entra en eso días del mes, uno tipo hippie que se anuda por atrás. Por de pronto, el chico ya me ha catalogado como “Grunge” al ver la pinta más el reloj del “Ron Pampero”, la pulsera de plástico tipo tatuaje y los pendientes del todo a cien. Ya está. El tío se debe pensar que soy aspirante a actriz, yonki y que debo de vivir en casa del almigo de una amiga y haciendo castings todos los días. Además, debo estar embarazada del hermano camello del dueño de la casa donde vivo medio okupa, y busco desesperadamente un novio al que cargarle el mochuelo. Y todo esto sin abrir la boquita.

Caso contrario: Un día bueno, de esos que estoy con el vientre como una tabla, el pelo recién salida de la peluquería y mi ropa de ir a hacer entrevistas de trabajo. Toda repija y repuestita, el chico me echa una ojeada y piensa: “Esta es una pija, consultora de alguna empresa de su padre, y busca novio porque es tan creída y tan endiosada que ni Dios la aguanta. Además, su padre es tan rico y famoso, que la gente teme reconocerla por la calle, menos yo, que soy un perroflauta y he venido a este Dating para ver si me ligo a alguna porque llevo siete meses sin mojar el churro… Pero esta me da miedo porque igual su padre me pone a currar de verdad y me veo ya con tres churumbeles y el pelo engominado a lo “Mario Conde”.

Bueno, esta es una de las razones por las que no he recurrido nunca ni a Internet ni al Speed Dating. Válgame, prefiero irme a bailar y de copas a las discotecas, vestida con ropa que me marque bien el trasero. Así, como dije ya hace mil años, no sé si ligaré, pero vacilaré un montón.

No obstante, creo que lo del “Diario de Bridget Jones”, es un desarrollo del tema que acabo de exponer, porque la atolondrada gordita obsesivo-compulsiva se queda al final con el chico que le elige la madre.

Pero en mi caso, el chico que me eligió mi madre cuando tenía doce años, es a día de hoy un patán calvo y horroroso que grima da verlo…Claro, que está forrado en su negocio hostelero de barrio, eso sí. Y dado que tiene ahora cinco hijos, niños no me hubieran faltado…Ni comidas que preparar, claro que bien mirado, a mí me encanta cocinar. ¿Sería que mi madre tenía buen ojo para buscarme marido y yo no lo supe apreciar? En fin. Hoy me ha tirado los tejos el encargado del bar donde voy a veces a comer. Me ha dicho que me ve más delgada (olé, alguien que se da cuenta por fin), y me ha preguntado si quiero la coca-light o la cervecita (madre de Dios, si se acuerda y todo!!!). Además, mientras ponía el segundo plato, me ha estado largando lo de que se había puesto a dieta yendo a un endocrino tal y como le aconsejé en su momento . Sin comentarios.