Fin de Semana de relax rural


OXIGENO PURO

He pasado el sábado y el domingo en un pueblo de Avila, en la sierra, descansando mentalmente pero cansándome mucho físicamente.

Para empezar que el viernes noche y ayer tarde me tocó hacer los mínimos de las tareas domésticas y seguro que el próximo finde se me incrementan dichas tareas en un 50% más, pero bueno, lo doy por bien empleado, ya que ahora luzco una tez sonrosada en vez del color cetrino cadáver que suele lucir los lunes habitualmente, y mi mente se ha oxigenado un montón.

Lo segundo es que, a pesar de que según mis cálculos me sobran un par de kilitos, este es el primer fin de semana en el que he comido de todo: Callos caseros, cazuelita de higaditos de pollo en salsa de ajo y perejil, patatas revolconas, patatas bravioli, bocadillos de queso con salsa de atun, ensalada con salsa césar, varios vasitos de mistela (un vino dulce similar al de Málaga), cuarto kilo de bizcocho de manzana yo solita, media barra de pan de pueblo, tres cañitas, siete banderillas de pepinillo, una porción de dulce almendrado de la tierra, un puñado de cacahuetes, mejillón a la vinagreta, un cuarto de salchichón….Todo ello sin engordar un gramo de más!!! ¿Dónde está el misterio? En que no hemos parado ni de día ni de noche, todo el día pateando y jugando como niños de diez añitos.

Hacía mucho que no hacía el ganso y eso de ir con tres personas más hace que una se envalentone y haga todavía más el indio, animada por mis compañeros de viaje, claro.

Hemos jugado a toreros y toros (he de confesar que no me gustan las corridas ni que se maltraten a los animales, que esto es sólo por hacer un poco el ganso). Yo hacía de toro con mi abriguito de “piel de teleñeco” ya que es de piel sintética y, según mi amigo R: “¿Tú sabes la cantidad de peluches que han tenido que asesinar para que tengas un abriguito así?” Bueno, bueno…Luego mi amiga C se subió a lomos de su novio, haciendo de picador y picando a L, que hacía esta vez de toro, y luego nos íbamos corriendo a escondernos en los burladeros…En fin, una pasada. Al final acabaron esta parejita en una pachanguita con los niños del pueblo, que debe ser que, de vernos en la plaza de toros, reconvertida en parque municipal, se animaron a jugar con nosotros y portaban un balón, un bien preciado del que carecíamos nosotros…A mí la verdad, es que viendo el cuartelillo de la Guardia Civil enfrente, no quería que pensaran que era una proxeneta o algo así, porque viendo lo mal que juego al fútbol…No obstante nos hicimos fotos subidos en los restos de esta antigua plaza de toros, haciendo bien el ganso, desde luego…

Luego nos subimos a un castillo que hay en el pueblo y que está bien cuidado y nos tiramos encima de unos peñascos a tomar el sol, por la parte de atrás junto a las almenas, cosa que aquí en Madrid es difícil encontrar. No me refiero a los peñascos, sino el sol y el aire puro.

La tarde entera nos la tiramos paseando y de tapas, también hicimos algunas compras por el pueblo, porque había unas tiendas de regalos que nada tenían que ver con las del “Todo a cien” que, cual setas, se clonan de barrio en barrio aquí en la capital.

Una de nuestras adquisiciones fue la mistela, claro. En el pueblo este hay una taberna de la que sólo conozco una fiel réplica en Candeleda.

La de allí se llama “El rincón de la Serafina”.Aquí en este pueblo la taberna no sé cómo se llama, es tan pobre que no tiene ni nombre. Consta de una casa muy antigua de dos pisos. El piso bajo es la tabernita, del tamaño del salón de mi casa, con dos grandes ánforas de unos 100 litros cada una, para escanciar la Mistela, y una estufa de esas de carbón con atizador y banquetitas todo de madera. Obviamente, de tapa sólo ponen pipas y cacahuetes como en la de Candelada. Y el bar este lo regenta una señora de mediana edad con un mandil de flores. No tienen lavaplatos y la señora se tira todo el rato lavando los “quintos”que son los vasitos un poco más grandes que los de chupitos donde se sirve este vino tan peligroso, porque se sube con una facilidad…Después de unos cuantos quintos de estos, al final pillamos unos cuantos litritos para casa, pero casi un litro cayó en el viaje en tren a la vuelta, jugando a un juego de memorizar palabras o seguir números, de esos juegos chorra que, cuando te equivocas, tienes que echar un trago. Parece un poco tonto, pero al final, cuanto más te equivoques, más bebes, y cuanto más bebas, más probable es que te vuelvas a equivocar…Así es como nuestra amiga C acabó tomándose más de cuarto litro y llevaba un pequeño “puntillo”…

Como no queríamos gastarnos mucho dinero, el sábado noche cenamos en el hostalito, que dado que estábamos solos en la planta de arriba (es un hostal rústico de esos tipo posada rural), nos apropiamos del saloncito y preparamos allí un picnic. Luego nos pusimos a jugar a adivinar personajes, escenificar películas, etc…Esto mientras hacíamos el “botellón casero”. Después nos recogimos, pero claro, los chicos que ya estaban “verracos” pues nos reclamaron un poco a sus parientas, y como el vino mistela este debe tener propiedades afrodisíacas, nos levantamos el domingo una hora más tarde de lo que habíamos acordado. Y con un hambre que madre mía…

Estuvimos desayunando en una pastelería del pueblo, de esas que no le echan conservantes ni colorantes a los bollos y están de vicio todos, que nos metimos entre cuatro personas una rosca azucarada, un bizcocho de manzana, una trufa de chocolate y un pepito.

Después del buen desayuno y cargados con las mochilas, los litros del mistela y los bocadillos y la fruta del picnic, nos fuimos de excursión hasta un lago que estaba como a unos cuatro kilómetros del pueblo. Antes de llegar, nos tomamos unas cañitas en el bar de la estación, abarrotado de moteros de esos que se tatúan ángeles negros y tunean los cascos y llevan unos peazos de motos que cuando nos pasaban por la carretera nos dejaban sordos…

El lago donde comimos, tomamos el sol, jugamos y retozamos en el buen sentido es un sitio estupendo donde no había casi nadie y donde durante casi una hora sólo se oían los pajaritos y el ruido del viento entre los árboles. No voy a dar pistas del sitio no sea que la gente lo lea y lo invada, por eso he omitido también el nombre del pueblo, aunque por las pistas seguro que muchos ya se habrán dado cuenta del sitio…

Después de comer hicimos una miniexcursión por el campo serrano este donde había vacas, ciervos, etc. No en vano mi chico dijo de meterse por un sitio en vez de por la carretera y menos mal que le dije que no, porque nos hubiéramos metido en un coto de caza y quizás nos habríamos llevado unos cuantos perdigonazos…

No fue mucho de andar, pero unos siete kilómetros cargados con diez kilitos a la espalda se notan. A eso la paliza de los dos días vagabundeando por ahí…En fin, ayer pensaba que la mistela me había reaccionado con el antihistamínico y por eso parecía Heidi de tanto colorido, pero hoy que sólo he bebido café y té rojo, parece que ha sido el sol que como estoy todo el día a la única luz del fluorescente, al darme un poquito de luz estos dos días se me ha quemado un poco el cutis…Ayy…Pero que necesito oxigenarme así todos los fines de semana….

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