LA MANSION DEL PODER





CLASE DE PILATES DURITA...

Ayer tuve clase de Pilates, bastante durilla por cierto. Más que una clase para tonificar y poner las lorzas en su sitio, se convirtió aquello en una preparación para los Marines.

Hay gente que paga gimnasios caros y muy pijos para meterse en unos aparatejos complicados llenos de poleas donde se inserta el cuerpo y empieza uno a posturarse hasta conseguir los resultados apropiados. Pero nuestro gimnasio, que es municipal y no dispone de mucho dinero, ni a nosotras nos lo cobran tampoco hay que decirlo, que nos sale cada clase a menos de dos eurillos, nos conformamos con una colchoneta y unos enormes balones inchables que, además de para hacerse unos chichones horribles al resbalar hacia atrás y pegarse contra la pared o el banquito de abdominales, se supone que son para tonificar bien las zonas de “La Mansión del Poder”. ¿Qué significa esta expresión? ¿Acaso un nuevo restaurante asiático? ¿Un after hour de Chueca? ¿Una nueva perversión sadomaso? ¿La casa de la malvada Angela Channing? Nooooo.

El término este tan sonoro se refiere a la zona del tronco comprendida entre unos cinco centímetros por debajo del esternón, en el hueco del costillar, y el perineo, o sea, todos los músculos abdominales, incluso aquellos que desconocemos que tenemos porque viven bajo capas de panceta, los lumbares y los músculos del perineo (esos que se usan para que no se caigan las bolas chinas o los tampones, para que nos entendamos un poquito). Se supone que el método Pilates sirve para endurecer esa zona de modo que la espalda entera y todas las articulaciones se muevan correctamente, sin deformaciones ni posturas incorrectas.

Las posturas que se deben realizar para fortalecer estos músculos son una mezcla entre los abdominales y las flexiones que hacen los marines, que se tienen que poner rígidos como tablas y con todo el cuerpo contraído como si fueran a defecar un melón entero sin digestión previa, pero unido todo esto a la flexibilidad del yoga. La diferencia con este último, es la forma de trabajar la respiración, que en el caso del yoga implica un descenso más pronunciado del diafragma, relajando los abdominales, y en el caso del Pilates, los puñeteros abdominales se contraen a la entrada del vestuario y no se liberan hasta llegar a casa, para que nos hagamos una idea, y en palabras textuales de nuestra particular “Teniente O’Neill”, que es nuestra entrenadora, y que la muy condenada no tiene ni un solo gramo de grasa ni en los mofletes y hace las posturas como si fueran tan sencillas como levantar un folio…Dios qué envidia!!!!

Pero claro, ella es así porque es su profesión, hay que consolarse pensando en que si yo hubiera entrenado ocho horas al día desde los tres años tendría un cuerpo igual o mejor. Y, además, que ella no es capaz de hacer un diagnóstico del estado de una tarjeta de red de un PC mirando el Led (lucecita) y yo sí. Cada uno es cada uno, lo que pasa es que mi cerebro no se ve cuando voy por la calle y su cuerpo serrano sí. Y, que encima, los hombres y las mujeres somos primates que nos atrae lo que nos entra por los ojos, se chinche Platón y el Mundo de las Ideas…

Cambiando de tema, lo gracioso de Pilates son las posturitas y los nombres que tienen. Yo pensaba que hacer “la foca” era hartarse de donetes de crema, pero no, resulta que es una postura que para que veáis lo sencilla que es os la pongo de ilustración, es la del medio. Ya me diréis si es fácil, para mí lo jorobado está en agarrarme los tobillos mientras giro, porque tengo los bracitos cortos o las piernas muy largas (o ambas cosas) y si me echo hacia atrás la presión en los antebrazos es tan fuerte que parece que se me van a salir el húmero del hombro…

Luego la cosa continúa con nombres como “El cien” que no es echar cien polvotes o que te den cien euros, sino cien manotazos en el aire con el cuerpo semiincorporado, que parece fácil pero no lo es tanto, sobre todo cuando se te queda el cuello dolorido como a “La niña del exorcista”. Claro, que según la profe es porque no metemos bien el ombligo…Yo lo metí tanto ayer que ahora no lo he encuentro, se ha quedado perdido por detrás de una vértebra lumbar, ja.

Os pongo esta posturita de ilustración, la primera de izquierda a derecha.
Y seguimos: “La navaja” no es ir por Pan Bendito pidiendo para tunear el buga, no, es una postura de lo más jorobado, donde, si realmente la haces bien, acabas por tener la nariz entre las rodillas y éstas a paralelas al suelo, mientras los brazos van en sentido contrario, vamos, que pareces más que una persona, la base de una lámpara del Ikea. ¿Fácil, verdad? Yo no tengo más remedio que hacer trampa, y en lugar de esta postura hago una de yoga que se llama “el clavo” y luego echo las piernas un poco para abajo, es más cómoda porque me sujeto los riñones con las manos, pero me amonesta la profa porque tengo que ser capaz alguna vez de levantar el culete sin ayuda. Mis compañeras la mayoría van como yo, y esto no depende de la habilidad, sino del tiempo dedicado a “hacer el monito” de pequeño. Yo es que aprendí a leer a los tres años y desgracié mi oportunidad de convertirme en atleta olímpica, una penita desde luego…

La verdad es que después de 25 posturitas como estas, agradece una que la dejen relajarse con la espalda en el duro suelo, ahora entiendo cómo los yoghis de la india consiguen dormir plácidamente tirados sin colchón ni manta ni nada…Confieso que me quedo exhausta y cuasi somnolienta después de semejante paliza…Y lo malo es que alterno estas palizas contorsionistas de los lunes y miércoles con las sudadas de camiseta de los martes y jueves, donde sólo me consuela el saber que la sangre se me sube a la cabeza porque me suben las pulsaciones por encima de 170 al minuto y no por colgarme boca abajo como un murciélago con el consiguiente peligro de rotura de cuello.. Aquí en Fitness la mayoría de accidentes son estacazos al girar y darte con la compañera, resbalones encima del step con el consiguiente esguince y moratones en el pie cuando se te cae la pesa encima .

Bueno, un saludo a mis compis de ambos grupos. Creo que cuando lleguemos a los ochenta seremos el grupo de ancianas más fibrosas de todo Carabanchel Alto y alrededores…Ay, que ya tengo el bicho fibrososo y todo, que lo que se han podido partir de risa mis amigos con semejante expresión, que ya forma parte del vocabulario de paridas post-mistela del fin de semana (bicho fibroso, verraco celta, carpetovetónico, Miss tela, etc)…Es que con mi profa hasta esa parte del cuerpo se pone dura, que seguro que tiene que ponerse los tampones de goma o los cruje, ay pobre del novio…

Comentarios

Alba y Alvaro ha dicho que…
Chica, solo de oirte, creo que nos hemos cansado. Debe ser muy relajante, y fenomenal para todo, pero la verdad es que debemos tirar a vagos. Pura envidia de que te apetezca, la verdad.

Besos desde el agua

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