FIN DE SEMANA EN PAREJA

EL CAZO DE LA DISCORDIA

La verdad es que hasta el sábado no había caído en la cuenta lo problemático que es la vida en pareja.

Resulta que mi chico vino a hacerme la cena el sábado noche con toda su buena intención del mundo ya que yo tenía que estudiar un montón. Y el resultado es que me mosqueé con él. No mucho, pero jolín, que lo que iba a ser una buena iniciativa suya casi acaba en película de Woody Allen.

¿Y por qué? Bueno, no hace falta que se alíen los astros negativos para que las cosas salgan mal. Basta con que se junten un chavalín con una receta sacada de una revista con el título “Hoy cocinan ellos” junto con un cazo muy barato revestido de teflón negro y muy susceptible de ser rayado, junto con un partido de baloncesto, una cuchara de metal, dos huevos, un estropajo, leche caliente y harina de maiz fina…Y voilá: Grumos de huevo flotando en leche con papilla de teflón. Una exquisitez de la que Arguiñano jamás pudo idear.

En fin, y menos mal que me di cuenta de que había cosas negras flotando en los grumos, que al principio pensaba que solamente eran grumos de huevo, pero cuando vi el culillo del cazo todo rayado entré en cólera. Le puse al nene de inepto p’arriba que casi le doy de latigazos. Y no es para menos, porque no sé si nos hubiéramos envenenado del todo pero seguro que una buena indigestión y los dos días con vómitos no nos lo hubiera quitado nadie…Si es que…Luego bueno, la guinda la puso cuando quiso limpiar la encimera llena de azúcar directamente frotando con el trapo y me rayó la encimera de seudomadera…Ay que me dieron ganas de estrangularlo que lo vi todo rojo por segundos…

Y es que esto de las tareas domésticas y la convivencia es imposible cuando una ya ha conseguido el doctorado en cacerolas, estropajo y frotafrota, y el pariente todavía vive bajo las faldas de mamá…Bueno, digamos que su madre es más lista que yo y no le deja acercarse a la cocina más que para trincar cuatro galletas y aún así supongo que se mosquearía viendo todo lleno de migajas…

Recuerdo a una compañera del gimnasio que me decía que la gente que vive sola, o se casa joven o ya no se casa porque se hace a sus hábitos y acaba por ver al otro como un intruso en su casa. Un ratito, un poco de gimnasia sexual, como invitado un día a la semana se pasa todo más o menos bien, pero cuando los días semanales tienden a siete, la paciencia del anfitrión tiende a cero…Una pena, porque cada vez veo más firmemente que tendré que acabar inseminándome o ligándome a un rico que tenga tantas cocinas y habitaciones en su mansión, que no me importe que le dé la vena culinaria y se dedique a guisar, que si quema la cocina a mí me pilla a más de cien metros y hay servicio de seguridad para extinguir el incendio. Y por el tema de la limpieza no hay problema, porque hay suficientes criados como para que yo me exfolie una uña siquiera dándole al estropajo. ¿La comida? No problem, la trae un catering…Si es que para no divorciarse hay que ser rico pero con un buen contrato de separación de bienes, como el Michael Douglas. Así la otra parte está cómoda, pero no se vuelve avariciosa como para pretender partir peras y vivir con la media fortuna en solitario sin cumplir con la gimnasia y viagra diarias…

En fin, creo que compraré un cazo de aluminio y preguntaré al banco si la rotura de la encimera por tener un invitado aprendiz de cocinillas es indemnizable…Si no, creo que empezaré a sugerirle comprar una parrilla e ir a cocinar a la finca de algún amigo… O eso o alquilar un estudio con seguro a todo riesgo…En fin. Me estoy volviendo una vieja casacarrabias y no tengo remedio, me voy a quedar sola solita …