zen contra la menopausa


Ante los avatares de la vida, hay quien se da a las drogas, al alcohol, al Cristasol, al chocolate con almendras, al fútbol, a la telebasura… Yo me doy al Divinity, qué se le va a hacer, es lo único que me calma las ganas de suicidarme cuando llego a casa destrozada después de un mal día en el trabajo, un mal día en los estudios, un mal día en lo relativo a la salud… (no quiero contar penas pero llevo un mes bastante malo…)
La guinda es que el otro día tuve que escuchar por boca de una ginecóloga que lo tengo muy difícil para tener hijos con óvulos propios porque estoy ya en la perimenopausia, hecho que llegará en promedio entorno a los 48 años, o sea dentro de 6 años, horror… A partir de ahí hasta con óvulos ajenos me será difícil concebir. También he estado viendo que a partir de los 45 años es difícil que te concedan un niño en adopción, más si cabe no teniendo pareja…
Me siento como el pack de cereales caducados que me acabo de encontrar olvidado en la cocina. Tenían muy buena pinta por fuera pero al gusto estaban un poco rancios ya. Sin embargo, como ponen lo de: “Consumir preferentemente antes de …” en vez de “Fecha de caducidad” he creído tontamente que se podían consumir hasta un mes pasada la fecha porque no cambiarían sus propiedades… Pero vaya si cambian!!!!
Pues a mí me ocurre igual con mi sistema reproductor. Básicamente sigo menstruando alrededor de cada 28 días(hoy de hecho estoy menstruando). Ovulo más o menos cada 14 días o al menos eso indican el oráculo de los palitos y las temperaturas, sigo teniendo la líbido altísima como una veinteañera y produciendo todo tipo de fluidos fértiles, pero … Mis óvulos han pasado ya hace diez años o más la fecha de consumo preferente… No han caducado, pero ya no “están buenos” como para formar un bebé sano.
Lo malo es que la donación de óvulos, hecho que nadie se atreve a confesar, hace que muchas famosas anden por ahí alardeando de bombo y haciendo que la mayoría de mujeres que nos centramos en nuestras carreras profesionales nos acabemos creando las falsas expectativas de pensar que con 45 años podremos engendrar un retoño “carne de la carne y sangre de la sangre”.

No, a lo más que podremos aspirar y con mucha suerte es a engendrar el retoño de alguien que nos cede sus óvulos sobrantes. Nos quedamos con el premio, el bebé pero no con la capacidad de perpetuar nuestros genes. Es más, si en vez de vivir en el siglo XXI hubiéramos vivido en la edad de piedra, ya seríamos pasto de comida para los depredadores en vez de estar compitiendo por puestos ejecutivos.
Los hombres salen mejor parados, pero tampoco tanto. Se están tapando también muchos casos de hombres mayores que, con mayores problemas ya en el esperma, recurren a donantes jóvenes. Si bien hay mujeres que no tienen pudor en confesar que recibieron un óvulo donado, no conozco yo a ningún hombre que admita que a sus 70 años tuvo que recurrir a un donante joven porque, no ya que ni con viagra pudiera terminar la cópula de forma natural, sino que ya ni buceando con una aguja de biopsia por sus huevillos encontraban material útil para fecundar a la moza que se había arriesgado a ser la mamá del abuelete alegre.
Por otra parte, no olvidemos que la sociedad es muy moralista. El otro día me enteré de que le habían quitado la custodia de su hija a una pareja italiana porque la madre superaba los cincuenta años. Increíble pero cierto. No hablaban para nada del padre, ni quitan la custodia a padres adolescentes irresponsables que llevan al niño de botellón. No, se la quitan a una madre que encima ha soportado quince años de tratamientos. Todo porque el Ducce sigue gobernando Italia a pesar del baño de modernidad que han puesto para engañara Europa.
Tengo amigos, chicos que pasan de los 35 años, que empiezan a preocuparse por los signos de la vejez. La mayoría por la pérdida de pelo, otros por la barriga cervecera inmune al spinning y la dieta más rica en fibra. Otros empiezan a preocuparse por el “Repris”, ya me entendéis… Pero ninguno se preocupa por la andropausia, a pesar de que dicho concepto existe.
Sin embargo, yo, con 42 años, empiezo a tomarme en serio el impenitente michelín de la barriga que no desaparece ni con doble sesión de gimnasio. Es horrible verte rodeada de grasa donde antes no había más que tersura y lozanía. Al menos no tengo canas, o muy pocas y arrugas casi imperceptibles pero, ay horror, se me está descolgando la papada, signo horrible de vejez…
El otro día en una serie de Divinty, la protagonista, con 43 años, iba al gine porque se le estaba retrasando mucho la regla y el ginecólogo ,un pipiolo de no más de 30 años le relataba el proceso de la menopausia… La pobre salió disparada de la consulta asaltada por el fantasma de esa cosa que te obliga a beber asquerosa leche de soja, subirte a barcos veleros con cara de gilipollas, tomar píldoras para la irritabilidad con hijos adolescentes y maridos calvos dándote besitos bobalicones y anuncios de compresas para las pérdidas de orina…
Aaaaaarrrrrrrrgggggggg!!!!! Pero ,pero, ¿quién le ha dado cuerda tan fuerte a mi reloj biológico?
Hace cuatro años y medio dejé de tomar la píldora pensando que embarazarme sería tan sólo cuestión de seis meses, a lo más un año. Aquí estoy, naúfraga biológica y emocionalmente. Es cada vez más posible que no consiga el sueño de tener una familia propia. Además ,los hombres ya no son lo que eran antes. Están todos o casi todos un poco bastante desorientados y como los baños, a parir de los 35 años, están ocupados o hechos una mierda.
No me resigno, soy cabezona, aunque una ginecóloga experta en reproducción y cien fabricantes de soja me digan que a los 42 años soy una premenopáusica, no me resigno a darles la razón, sobre todo lo más fundamental, porque debajo de 67 kilos de mujer añosa hay un cerebro y un corazón joven e indómito.
Todavía sueño con conocer sitios exóticos, más aún de los que he tenido ocasión de conocer por mi trabajo. También sueño con conocer gente interesante, un premio nobel, un escritor de novelas de misterio, una sacerdotisa griega retirada en Delfos, el profesor de Cábala de Madonna por ejemplo.
Hablando de mi musa adolescente, Madonna es un buen ejemplo de la resistencia a la vejez programada. Lo malo es que cuando llega de golpe, y es algo que llega tarde o temprano, no estar preparado también es un problema. Ante la veje z y la muerte la gente de ahora esconde el ala, como en “Un Mundo Feliz”. Nadie es viejo hasta los sesenta y pico, y luego de pronto plof, desaparecen sin más, como si nunca hubieran existido. Al no tener hijos (los fabrica el estado en tubos de ensayo), nadie recordará que hubo un tal Pepito Pérez que se fue deteriorando hasta morir de viejo. Nadie contará batallitas de la guerra de Vietnam, la del Golfo o la de Libia. No, no habrá historia, ni memoria, ni nada. Sólo existencias vacías dedicadas a producir para los ricos.
Quien olvida el pasado está condenado a reproducirlo, decía Nietzsche con suma razón.
¿Qué voy a hacer?
Pues de pronto asumir las máximas Zen, filosofía de la vida que empecé a cultivar más o menos seriamente hace dos años, que no te sirve para resolver los problemas, pero sí para aprender a ser feliz a pesar de ellos.
Ayer, por de pronto, con mastitis por el nódulo mamario, la cadera hecha polvo por un accidente en la pista de baile el sábado, la tripa hinchada por la hipermenstruación y todo, cuando me entró el dolor agudo sobre el step, en vez de llorar me puse a reir y a decir que creía que este año por seguir la tradición, se me había roto otro ligamento al comienzo del curso. Las chicas empezaron a reírse también y la profe, que encima está embarazadísima también se echó a reir y dijo que ya se me echaba de menos en la clase porque siempre tenía conmigo anécdotas que contar.
Pues seguí la siguiente hora, con el ligamento de la cadera distendido. Hoy me duele menos pero … ¿podrá un ligamento conmigo? El año pasado me rompí el hombro, querían operármelo y al final gané yo. Con el tema de los niños y la menopausia, es algo personal, así que no pienso que me lleven las parcas envueltas en hojas de soja.
Como decía el niño de Matrix: “No tienes que doblar la cuchara, sólo la mente”.
Os dejo con un dibujo (real) de cómo he engordado y de dónde 14 kilos en los últimos 17 años, especialmente en los últimos 5 años y a dónde se han pegado. Esto se llama hacer un gap análisis. Ahora toca ponerse a atacar los puntos débiles.

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