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Mostrando entradas de diciembre, 2007

El Muñeco de Plástico

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Esta mañana me he encontrado con un antiguo compañero de trabajo de cuando estuve contratada temporalmente para temas de Defensa. Me gustaría explayarme más sobre este tema pero dado que no sé hasta qué punto daría información por la que me tendrían que cortar los pulgares, diré que el grueso lo dejaré para cuando sea una ancianita de pelo canoso y les dé más pena cortarme los pulgares por escribir mis memorias. Baste decir hoy por hoy que fui a dar por un contrato de personal laboral temporal a un grupo de auditores que parecían sacados de una película de los años sesenta de propaganda netamente franquista del estilo de “Margarita se llama mi amor” con cadetes engolados de la academia naval y servidores de la patria y cómo no, del generalísimo“Paquito Chocolatero y su señora Carmen la perlitas”. Ya me entendéis... Pues bien, ayer pude comprobar que mi sustituto, a falta de personal con inteligencia humana, es un airgamboy de plástico con un chip para andar y hablar, pero que ciertame

Navidades Paparruchas

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El otro día me pasé por la Escuela de Idiomas y hasta me quedé a la clase de alemán. Todo un acontecimiento porque hacía más de un mes que no podía pasarme por la clase, pero bueno, al saber que tenía que hacer un examen de control o me echaban a la calle por absentismo, me convenció definitivamente a pasarme por ahí. Después de cumplir con el test que llevó algo más de una hora, el resto de la clase la dedicamos al tema del Adviento y la Navidad. Parece ser que los alemanes son más religiosos en estos temas que nosotros y tienen sus propios cuentos y leyendas. En Centroeuropa, les trae los regalos a los niños San Nicholaus, y prontito además, el día 6 de diciembre. (Aquí en España también tenemos fiesta ese día pero por algo menos lúdico, por la Constitución, culpable de que tantos y tantos aspirantes a funcionarios y abogados tengan que meeterse empolladas extra). Estos graciosos de los germánicos también añadieron a un tal Knecht Rupprecht, que se encarga de repartir mandobles a l

UN POQUITO DE AIRE FRESCO

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Ya parece que vuelvo a ser otra persona después de terminar el puñetero examen del CISA. No sé decir si me salió bien o mal. Sólo que me salió y pude contestar a las 200 preguntitas en cuatro horas, aunque para ello tuviera que sacrificar hasta mi vejiga que se resintió todo el día por el esfuerzo inhumano de aguantarme el pipí tanto tiempo, que ya no eran sólo las cuatro horitas del examen sino la hora de antes ahí sentada verificando instrucciones y anotando códigos en la hoja de respuestas... El sábado me encontré con todo el mundo. Compañeros de la oficina, ex compañeros, ex compañeros de otros trabajos, de la facultad... Si hubiera organizado una quedada a posta no hubiera venido más gente. En la cola de registro para entrar al examen me tiré como media hora saludando gente y poniéndonos al corriente de nuestras vidas de manera lo más rápido posible. Al final nuestros caminos convergían de algún modo pues estábamos todos haciendo el mismo examen. Algo así como: “Todos los caminos

LA MALA SUERTE

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Yo nunca he creído en el mal agüero, ni en los fantasmas, pese a haber visto uno (pensé entonces que debería dormir más horas y trabajar menos en un inmundo CPD). Tampoco he creído en las meigas, ni en la mala suerte, ni en el gaferío. Yo, como los autores del celebrado libro de los tréboles verdes de “La buena suerte”, como persona racional que soy, pensaba que, si uno es racional y hace las cosas como es debido, todo debería irle bien. Pero no. No. Yo creía pensar que era mi síndrome premenstrual o mi falta de tiempo libre y exceso de cansancio, pero, tras constatarlo con otras personas similares a mí (solteras, con carrera profesional ganada a pulso, con inteligencia y sentido práctico), resulta que tenemos detrás un “genio maligno” que nos persigue. ¿Ejemplos? Me pongo a estudiar el tocho de libraco infumable de mil páginas y entonces a mi hermana le da por liarme con el tema de los restos de la gata. A mi coche le da por estropearse y al taller por querer cobrarme una pasta por la