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ESTA VEZ SI QUE PASA...

  Hace una semana estaba empezando a escribir sobre estos dos meses atrás, la vida dura que me ha tocado y mis miserias, cuando, de repente, creía estar viendo en la tele un remake de “Lo Imposible” pero, por desgracia, no era un remake, era la versión en Valencia del tsunami del Pacífico. Tal cual. Después de una semana lo que estoy es muy cabreada. Ya me caían muy mal los políticos, pero al menos, era un runrún al que no hacía demasiado caso, me molestaba como molestan las moscas alrededor mientras estás comiendo. Pero el otro día me preocupé y mucho. Por supuesto me horroricé, fue un Halloween de verdad terrible y unos días de dolor, incredulidad y sobre todo, de agachar las orejas porque, por muy perra que sea mi vida, tengo una, y mi hija aunque acatarrada y con sus cositas, está bien. Tengo una casa, agua y comida. Hay compatriotas que han perdido a sus familias, su casa, todo. Y lo peor no es la catástrofe. A veces ocurren cosas que no se pueden prever. De pequeña me conmoví

PEREZA POSTVACACIONAL

  Me ha pasado algo a la vuelta de vacaciones que no me había pasado nunca: Me olvidé la contraseña del móvil (del trabajo). Bueno, no el PIN de la tarjeta, ese me lo sé, hasta tanto no he llegado pero me refiero a la contraseña/patrón de desbloqueo del móvil. Suerte que al día siguiente y en el noveno intento conseguí desbloquearlo. Sí, confieso que he mirado poco el correo del trabajo, apenas un par de veces en tres semanas. Eso son vacaciones, ¿a que sí? Pero aparte de la escapada a Benidorm, no he salido de Madrid. He estado con la peque en plan piscina, vagueo, paseo, pelis, dormir tarde (hacía un calor brutal y no tengo aire acondicionado en casa). Ayer volví a la oficina y lo que pienso es… Qué pereza por Dios. Además,  no sólo me refiero al trabajo, también a las rutinas… Además se me ha ido la asistenta, que no es que viniera todos los días, pero algo ayudaba, ahora me toca lidiar yo solita todos los días con la casa y la niña, buff, me salen ya agujetas sólo de pensarlo.

VACACIONES DE VERANO A LO GRAN HERMANO EN BENIDORM

  Acaba de terminar mi segunda quincena de Rodríguez. Ahora me queda una quincena con mi hija pero de vacaciones en Madrid, a ver qué puedo encontrar para tenerla entretenida, fácil no pinta, vendrá asilvestrada además de la quincena con el padre… Y no sólo asilvestrada sino puesta en mi contra… Esta quincena ha sido más intensa si cabe que la anterior, y ha incluido una experiencia de cuatro días y medio a lo Gran Hermano en Benidorm que luego relataré con pormenores. Lo resumo como que ha sido algo así como volver a mis días de compartir piso pero con playa, piscina y bares exóticos. Si tuviera que haber un ganador del concurso ese versión Benidorm creo que sería yo, ya que he sido la más hábil, conciliadora, resiliente y de buen rollo además de ser la que mejor ha organizado el viaje. Venga aquí el resumen de la quincena en términos de tareas, situaciones y lecciones aprendidas: 1.- He aflojado un poco el ritmo del trabajo, en parte porque ha incluido la quincena seis día de v

TAITANTOS...... Y UNO

  Hoy cumplo años. Ya sabéis, taintantos más uno, o sea, de nuevo taitantos, ja,ja,ja. Taitantos es como el infinito, que le sumes lo que le sumes, se queda invariable (chiste para matemáticos). Hace dos días que terminé mi primer período de lo que vendría a ser estar de Rodríguez. Explico para los más jovencitos: Dícese del padre (en este caso madre) de familia que tiene que quedarse en la ciudad trabajando mientras el resto está veraneando. En este caso se trata de que mi hija ha estado con su padre la quincena que le tocaba. En ese tiempo no he podido hacer todo lo que me tenía propuesto, aunque la verdad nunca caigo en la cuenta de que el día tiene 24 horas, no 96 y la lista de cosas por hacer era demasiado larga. No obstante, en 15 días he conseguido hacer lo siguiente: ·          Trabajar, pero trabajar de lo lindo, o sea alrededor de 60 horas la semana. ·          Por si lo anterior no fuera ya suficiente, he asistido a dos eventos profesionales (un almuerzo del club del C

PUNTO Y SEGUIDO

  Hace una semana poco más o menos sufrí una aparatosa caída. ¿Motivo? La vida loca que llevo de madre superwoman, ni más ni menos. Intentar llegar a todo a la carrera, intentar que mi hija vea que su madre la apoya en todo y la cuida, intentar sacar todo lo urgente e importante del trabajo, el cole, las extraescolares, que si vamos tarde, que si luego toca patinaje… En fin, el resultado fue un buen trastazo, todavía me duele el brazo, tengo un moratón inmenso, una herida que casi me tienen que dar puntos y me cuesta todavía usar el brazo como debiera, aunque por suerte no me lo he roto (o eso creo). Además tengo heridas y golpes por las piernas en cantidad no numerable. Por una caída de este calibre, mi madre a la misma edad que yo acabó en el hospital ingresada y tardó más de un año en recuperarse. Tendré que dar gracias y todo a Dios o a mi dieta, o a mi saber hacer, de tener huesos fuertes y buenos reflejos para caer intentando minimizar daños. Y lo peor de todo es que idiota de mí

AÑOS, VINOS Y AMORES

Los italianos, que son grandes vividores, tienen un refrán muy curioso que reza: “Anni, amori e bicchieri di vino non si contano mai”, que viene a decir que es no hay que ir por qué contando estos tres asuntos, es de mal gusto. A mí me pasa algo parecido. Mi hija hace tiempo me preguntó cuántos novios había tenido yo. Y lo primero que me vino a la mente es… ¿Y qué es un novio? Porque a los trece años, el novio es el chico que te coge de la mano y te das un piquito, a los veinte, el chico con el que te has acostado al menos tres veces en estas dos últimas semanas, pero a partir de los treinta te das cuenta que ambas suposiciones anteriores son erróneas y ya, cuando llegas a mi edad actual (que ya como digo, no voy a contarla más, será X sin más), ningún parámetro salvo si acaso algún vínculo como un hijo en común, una casa compartida o una mascota, pueden darte una idea de lo profunda que fue la relación vivida, de modo que hay hombres a los que les daré una letra en mi diario, y ot

TRABAJO VERSUS FELICIDAD

  El que dijo aquello de que el trabajo es salud no trabajaba en una mina ni en mi oficio, de informática todoterreno. Oí no sé dónde que eres feliz cuando puedes desayunar tranquilo y a tu ritmo todos los días. Si no has desayunado o, como yo, te apuras un café de pie mientras te invaden el despacho, de seguro que no vas a tener una microbiota sana, y mucho menos, una sonrisa en la cara. En el año 1972, el rey de   Bután, harto de que lo criticaran por la pobreza extrema de sus súbditos, se sacó de la manga el término “Felicidad Nacional Bruta” por contraposición al de “Producto Interior Bruto”, para justificar que, aunque su gente era pobre de morir de miseria, era la más feliz del mundo (ya tendrá morro el colega…). Pero algo de razón tenía, al resumir con una serie de indicadores, que no es más rico el que más tiene sino el que menos desea. Me he tenido que ir de puente para darme cuenta de que soy feliz con poco: Un poquito de sol en la playa, una cervecitas con gente anim