FLUYENDO
"Todo fluye, nada permanece".
Genial frase del filósofo
presocrático Heráclito, que viene a decir que nada se queda para siempre, ni
siquiera, afortunadamente, los meses de septiembre y los terribles comienzos de
curso.
Los que somos padres sabemos de
lo que estamos hablando. Deseamos fervientemente que comience septiembre para
enviarlos al cole y que nos dejen de atosigar en casa, pero luego los gastos
tremendos, la verdadera cuesta del año que deja en pañales a la de enero, y
sobre todo, hasta que la rutina llega y se instaura, todo es un caos.
Si a esto le sumamos mi cambio de
trabajo, que es como un comienzo de curso particular, con un puesto de mayor
responsabilidad, os podéis imaginar qué mes de septiembre he podido tener. Y el
de octubre… Y ya en noviembre la cosa sigue.
Como guinda, cómo no, la
celebración del cumple de mi hija (desde luego más cara que mi comunión de
pequeña) y de aderezo, tres cumpleaños más y un happening multitudinario del
cole con puestos de perritos, solanera, padres y madres cotillas…
Ni qué hablar de Halloween. Eso
ya para nota. De pequeños el 31 de octubre no significaba nada, y el día 1 de
noviembre ibas con tus padres a limpiar lápidas de familiares fallecidos. Nos
premiaban con algún huesito de santo y poco más. Ah, en el cole se leía el Don
Juan Tenorio.
La gente que me pregunta por qué
estoy empezando a desaparecer los fines de semana de la vida social hallen esta
respuesta: Porque mi hija tiene una agenda más abarrotada que la mía y porque
acabo agotada de ser la proveedora de recursos y cuidados de la familia. Porque
todo está muy caro y porque necesito tiempo. Y porque ahora quiero disfrutar
más de mí misma.
El tiempo es oro, el tiempo es un
bien preciado, y si se lo dedico a cualquiera o a cualquier actividad, no voy a
tener tiempo para las actividades y tareas que necesito. Por ejemplo, necesito hacer deporte, necesito
adelgazar, necesito aprender, estudiar, leer, ver películas y series que me
gusten, escribir… Y evitar las que no necesito: Aburrirme en garitos
decadentes. Conocer a gente insulsa, y soportar a hombres pesados y poco
agraciados. Tengo que dar un pequeño resquicio a que Cupido me visite, pero habida
cuenta de lo mal que está todo, y de lo estresada que he estado, creo que
necesito amarme más a mí misma más que amar a una nueva pareja.
Ahora que miro atrás, me doy
cuenta de lo que he sufrido, de la presión brutal que he soportado y de lo
mucho que me he abandonado. No es que todo fuera culpa del trabajo, que no lo
es, ha sido por anteponer el trabajo, ese trabajo a muchas cosas, porque estaba
en un sitio donde se daba por sentado que había que morir en la orilla. Tengo
yo más culpa que quienes me han presionado, porque la gente te aprieta lo que
dejas que lo hagan.
En resumen: Que ahora que parece
que voy tomando ritmo de crucero, voy a empezar a cuidarme yo un poquito más.
Comentarios