Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2024

BENDITO ABURRIMIENTO

  Tal cual, bendito aburrimiento. Por fin pasó todo y estoy en casa, haciendo cositas, teletrabajando y recuperándome física, pero sobre todo, mentalmente.   He hecho hasta punto crochet, he ordenado mis cosas, he hecho meditación, he terminado dos libros, he imputado por fin todos los créditos profesionales de las certificaciones que tengo, he asistido virtualmente a dos sesiones de formación… Pero aun así siento que estoy vagueando, no tengo remedio… Me operaron del útero, ya sabéis, esas cosas que pasan cuando tienes endometriosis, muchos años y muchos antecedentes malos. Ya ni recuerdo cuántas veces he pasado por operaciones similares. Creo que llevo ya como ocho o nueve, perdí la cuenta ya… Normalmente cuando me empiezan a meter el chute de anestesia no suelo pensar en nada, pero tras lo ocurrido que ahora os contaré me resistí un poco a dejarme llevar y pensé en qué sería si yo ya no fuera… Mi hija, mis hermanas… ¿Quién cuidaría de ellas? Como decía mi padre, que en paz desca

ESTADOS SUPERPUESTOS

  Hace años creía que yo era la reencarnación de Hipatia de Alejandría, por aquello de morir sola, lapidada, casi virgen y consagrada a la ciencia. Y bueno, lo pensé estando casada con O, que al final de la relación era casi lo mismo, sola,   virgen y lapidada por su familia… Pero ahora pienso que mi referente será Marie Curie ya que me encantan las matemáticas, la física y la química, y no sólo teóricas,   sino aplicadas al ligoteo. Ahora me diréis que Marie Curie era una científica nada apetitosa sexualmente, de esas mujeres que parece que se reprodujeran por esporas, como los helechos. Pero nada más lejos de la realidad: Marie Curie, antes de acumular Nóbeles   y dejarse la piel literalmente (murió de cáncer medio desollada) en sus descubrimientos, era una ligona de tomo y lomo y además su marido la amó profundamente hasta que murió, precisamente cuando iba a comprarle un regalo de aniversario después de muchos años de casados, y eso es amor, porque muchos hombres olvidan el a