TERAPIA EN EL PUENTE (I)

DE GATOS, PAREJAS Y RELAJOS

Me cogí el viernes de Puente, claro que para no salir fuera. Parece paradójico, pero la mejor forma de descansar en un puente es quedarse en casa o salir cerquita para oxigenarse.

El caso es que tenía cosas que hacer, la gata de la familia malita, mi rodilla y tobillo tenían que ver al médico, etc.

A veces, cuando me he ido 3 ó 4 días fuera, he vuelto agotada y casi deprimida por la cantidad de trabajo casero que ha quedado sin hacer. Bueno, no es que estos días haya limpiado mucho, la verdad es que no demasiado, ya que al estar más libre, todo el mundo te llama para salir, y al final por unas cosas o por otras acaba uno pasando los 4 días sin hacer la macro limpieza esperada.

El miércoles por la tarde fui a acompañar a mi hermana pequeña a recoger a la gata del veterinario. La habían operado para esterilizarla, que se supone alarga la vida de las gatas… Cielos, menos mal que estas putaditas sólo se les ocurren a los veterinarios.
A los niños ya nos hacían bastante picadillo con la operación de amígdalas o cosas peores, como la de la fimosis a algunos amigos míos cuando eran niños…El caso era no dejarnos vivir tranquilos sin que, además de pasar por mil catarros, el sarampión, la varicela, la tos ferina, el moquillo, las paperas y otras pocheces varias, encima nos extirpaban las amígdalas para reemplazar, ya de por vida, una amigdalitits crónica, por una faringitis y laringitis igualmente crónicas… El caso era hacernos pasar por el cuartillo asqueroso ese (a los niños pobres no nos operaban en un hospital, sino en la consulta del otorrino) y salir con una sábana otrora blanca y ahora empapada en sangre. Luego mi madre se admiraba de que no me asustara con “La noche de los muertos vivientes” o “La Matanza de Texas”.. El caso es que no te daban anestesia, creo recordar vagamente un spray que era el mismo que luego vi en la consulta del dentista para aliviarte el dolor de encías de la higiene anual… Sin comentarios. El resto de la operación la voy a dejar para cuando escriba mis memorias más gore, junto con la escabechina que me hicieron hace 4 años en el cuello de útero, que también es digna de un capítulo de los que al señor Iker de los domingos, le encantaría adjuntar al Mito del Sacamantecas…

Los gatos son admirables. La gatita, con unos 15 puntos que vendrían a ser como si a mí me cosen desde arriba del estómago hasta el ano, brincaba al día siguiente de una manera que no sé cómo no se le abría el vientre en canal!!! Pero si a mí me dieron unos puntitos de nada el año pasado en la espalda y andaba con cuidado hasta para coger las bolsas de patatas del Carrefour!!!. Pues nada, la minina por ahí andaba correteando y pidiendo comida, que era lo que más le acuciaba, el haber estado dos días sin ingerir nada en estado mínimamente sólido…

El jueves, como digo, estuve limpiando un poquitín la casa, lo justito, preparé mis purecitos de verdura para congelar en plan amita de casa guay, y luego me fui a ver como seguía la gatita, que estaba más animada que yo, con mi dolor de cabeza impenitente… Por la tarde, aproveché para hacer algo que hacía tiempo que no hacía (malos, íncubos, no penséis en eso…). Me refiero a acudir a las tertulias del Café Madrid, que ahora se habían ampliado a los jueves, y dado que ese era fiesta, parecía animadillo… Allí me encontré con Manuel, el filósofo aficionado, un nieto de un arquitecto famoso que se ha casado en segundas nupcias con una joven alemana y que pregona que, para ser feliz en pareja, hay que ser adepto del “Don’t worry be happy” o, más bien, sospecho yo, del “Ojos que no ven o no quieren ni ver, corazón que no siente”.. No sé, pero el hombre estuvo charlando con otra chica y conmigo. La chica había roto una larga relación de pareja y, aunque alegre, se le notaba todavía el poso de tristeza anterior. El implacable Manuel, reduciéndolo todo a lo mismo, como si eso fuera la Purga de Benito, apostillaba: “Si es que con la pareja no hay que pelearse, no hay que pelearse”. Ja, imagino que cuando se es adinerado, con buen sueldo y ancha y relajada moral por ambas partes, no hay problema. El problema viene cuando ambos son curritos de sol a sol, llegan extenuados a casa, y la pelea viene por a quién le toca hacer la cena. Imagino que también viene porque, si es la mujer la que carga con las tareas domésticas encima de la jornada laboral, luego no tiene ninguna gana de satisfacer al marido déspota en la cama…Y ahí seguro que se acaba uno peleando fijo, fijo…

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