ADICCION A LA TECNOLOGIA


EL AVATAR

Originariamente, el término “Avatar” viene del Sánscrito y significa: “Encarnación de un dios” que en el hinduismo es Visnú, del que se dice que se ha encarnado varias veces, una de ellas es por ejemplo Krishna, que sería nada menos que el octavo avatar de este dios Visnú.

Pero los modernos adoradores del dios binario, toman la palabra avatar como la representación en el mundo “cerounado” de una persona de carne y hueso, de modo que puede llevar una vida virtual en este mundo, comer, beber, ligar y hasta reproducirse sin intervención alguna de más átomos que los de la energía eléctrica consumida( que bien se lo recordarán en la factura del consumo eléctrico, que a poco que “segundaviva” más de cuatro horas al día, se va a encontrar con una abultada facturita, por no contar con que el PC se le acabará por cuajar de sobreuso o quedar rápidamente obsoleto y habrá de gastarse sus buenos dineros, reales ellos, aunque en la cuenta corriente de lo escasos parezcan más bien ténues y virtuales, en adquirir una ampliación o un equipo nuevo).

Mucho se habla de la adicción a las drogas blandas y duras( tabaco, alcohol, hachís, coca, pastillas, hamburguesas XXL, píldoras mágicas adelgazantes, operaciones de estética, sexo promíscuo y desenfrenado, chocolate 70%, chicles de regaliz, televisión y prensa “tomatera”), pero nada se habla de la adicción a la tecnología …

De hecho, muchos padres parecen muy orgullosos de que su hijo se pase el día “Pegadito al ordenador”. Antiguamente, cuando se cargaban cintas de cassette con programitas en Cutrebasic, se escribía eso del LOAD “*”, o los POKES con infinitas vidas para los programas más fashion del año 80, cuando yo era una protoadolescente adicta a las nuevas tecnologías, que me tiraba los sábados y los domingos en casa de mi vecina la más rica del barrio, acaparando su flamante Commodore 64 y, de paso, enseñándole cómo crear sus propios programitas, porque la pobre hasta metía la cinta del revés…

Hace 27 añitos no había móviles, los únicos trastos portátiles para hablar los llevaban los marines por la jungla y se llamaban walkie-talkies, eran del tamaño de los del anuncio del “Ron Malibú”, esos de “Se me escucha, se me escucha”, y no todos teníamos teléfono fijo, yo al menos no lo pusimos en mi casa hasta que cumplí los 22 añitos y me ofrecí a pagar su instalación, que entonces y calculando la subida de la vida son como unos 300 euros de ahora, y lo instalé, no para ligar, que para eso bastaba con dejarse caer por la única discoteca de la zona un sábado tarde para encontrarse a todos los yogurines de tu ex instituto, los hermanos plastas de los mismos, tus vecinitos, y alguno más que se había colado por error y que solían ser las piezas más codiciadas..No, yo instalé el teléfono en casa de mis padres por motivos laborales, pues me llamaban para diversos trabajillos urgentes (suplir a un profesor que le había dado un infarto porque los alumnos eran como los “hunos” pero sin Atila que los gobernase, suplir vestida de pingüina gigante con patines a una demostradora de galletas que había sufrido un esguince, quedarme un sábado noche con un bebé con paperas de un año que se esforzaba por vomitarte la papilla en tu blusa nueva o defecarse por segunda vez cuando lo habías cambiado, lavado, secado, empolvado y encremado, hacerle la compra del mes a la abuelita que vivía en un quinto sin ascensor y luego lavarse, secarle y abrillantarle su cubertería de plata de mil piezas…, en fin, los trabajos propios de una jovencita pobre universitaria).

La gente entonces podía vivir sin teléfono fijo. Cuando una empresa quería contactar con mi padre, le escribía una carta, y, si era muy urgente, le escribían un telegrama.
Cuando algún pariente enfermaba o fallecía, otro pariente venía a casa a informarnos. Igual ocurría con las vecinas cuando querían cotorrear con mi madre. Se juntaban a tomar el café de las cuatro en punto en casa de la del tercero que presumía de sillón rinconera y hacía el mejor bizcocho borracho del barrio. Todo funcionaba por comunicación “Radio-Patio”.En el cole, cuando queríamos contarnos nuestros secretitos, las chicas nos íbamos al baño o a algún rinconcito ajeno a los “machos” y chismorreábamos a lo grande. Los chicos, para ligar, se arriesgaban a un buen pescozón y a pasar una hora entera de cara a la pared, y nos enviaban notitas por sistema “Catapulta” o, los más arriesgados, “mano en mano”. Las notitas eran de lo más originales y servían para que luego, en el baño, las chicas hiciéramos una tertulia y comentario de texto. Para quedar, simplemente bastaba con conocer la casa de tu amigo o amiga. Llegabas, llamabas, esperabas, esperabas, salía su madre y te decía si fulanita/o podía salir o estaba castigado o haciendo los deberes. Si era lo segundo pues le decías al amigo por dónde ibais a estar la peña y ya, no había problema. Los lugares de quedada eran limitados: “Los Joaquinillos” eran los billares, donde pasabamos las horas muertas jugando al futbolín, o al billar los más mayores o golfillos. A lo más digital que llegábamos era a una partida de la máquina del tenis, que sólo tenía dos cursores y la pelota era cuadrada…En fin, qué tiempos aquellos, sniff, sniff.

Ahora la gente se afana por llevar vidas digitales y, en vez de personas, se están convirtiendo en avatares, representaciones en bits de sus cuerpos atómicos. Cada uno elige una imagen para mostrar que le represente. Hay gente “original” como yo, que puse una foto mía que es la menos mala creo yo. Pero otros se ponen cosas muy graciosas. Un amigo mío linuxero a tope, se representa con el pingüino Tux, símbolo sagrado de la religión esta que tiene como Padre Creador a Linus Torvald . Otros, eligen imágenes de animales que les parecen graciosos: Hipopótamos, ornitorrincos, cebras, etc. Otros, eligen formas y signos abstractos para identificarse. Y los hay que, adictos al “Anime” japonés, que viene a ser como lo del Mazinger-Z de cuando yo tenía 9 añitos pero en versión siglo XXII, y se ponen dibujos ultramegafashion de héroes que tienen nada de humanos, salvo las de género supuestamente femenino, que salen siempre con el sujetador de plástico y por fuera…

A veces me pregunto, qué tipo de vida pobre y miserable de espíritu deben llevar en el mundo de los átomos la gente que es capaz de tirarse horas y horas al día enganchados literalmente en un mundo virtual hasta el punto de que llega su madre o persona que convive en el mismo apartamento y los llama para cenar por su nombre del Registro Civil y dicha persona no responde porque ha llegado a olvidarse de que tiene un DNI que, aunque ahora lo hagan electrónico, sigue llevando una tarjeta de plástico nada etérea, que ponga su nombre y los apellidos de sus progenitores.

El problema es que llegamos a conocer personas nada reales y, como Don Quijote, llegan a creer que su mundo es áquel y no este. Lo que se llama jocosamente: “Estar más p’allá que p’acá”.

Yo, si fuera la ministra de Sanidad, en vez de vigilar el tamaño de las hamburguesas o la graduación alcohólica de los brebajes que venden en las tiendas de 24 horas, o el calentamiento global y la contaminación, me preocuparía más por la contaminación tecnológica y la deshumanacización que estamos sufriendo en el mundo este de los átomos los humanos, porque se corre el riesgo que, de tanto cuidar de que seamos perfectos, sanos y con sangre libre de tóxicos, lleguemos a convertirnos en estatua de plástico, como la mujer de Lot (bueno, ella se convirtió en estatua de sal, pero sólo porque el PVC no se había descubierto aún en aquellos tiempos de cuando Sodoma y Gomorra eran dos ciudades del Mar Muerto y no el nombre de dos garitos de ambiente…

Bueno, amigos, buen finde a todos. Yo, por mi parte, para desconectar de los bits un poco me voy a la montaña, provista eso sí de mis antihistamínicos, pero como he leído que es peor el polen con alquitrán de la contaminación que sin él, voy a histaminarme de polen de alta montaña, que sólo está contaminado con oxígeno.

Comentarios

Palabrasalbapor ha dicho que…
Me siento reflejada en tus palabras. Yo he vivido también en esa apoca sin moviles, messengers o avatares. A veces pienso como hubiera sido mi vida o mis relaciones si lo shubiera tenido, y siempre llego a la conclusión que no hubiera sido ni peor ni mejor. Los mejores "inventos" siempre han sido el cerebro y el corazón, y por mucho avatar que quieras, esos siguen siendo los mismos.

Espero que te lo pases fenomenal y te oxigenes muchisimo.

Un abrazo desde el agua

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