Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2009

El amor en los tiempos de la gripe A

Ayer tuve una conversación muy interesante con una persona que me comentó algo que ya sabía: Que en la vida no hay nada 100% seguro y que la vida en sí misma es riesgo, a lo que cada uno tiene que decidir qué hacer y a qué apostar, que las relaciones y las personas no son medibles como lo son los sistemas informáticos y que debía emplear otro tipo de estrategia para enfrentarme a según qué tipo de problemas y decisiones. Yo, que me considero buena analista de riesgos en temas de proyectos y en tecnología en general, siempre he sopesado el factor psicológico como variable a tener en cuenta a la hora de elaborar un informe con recomendaciones para un cliente. No obstante, como soy de ciencias, intento justificar mis decisiones con números, con costes y con probabilidades. Pero el intentar medir todo es imposible y genera un estrés y una paranoia tremenda. Yo le llamo el síndrome del gato de Schöringer o el del observador que altera lo observado. Fijémonos por ejemplo en esa gente que va

La Amenaza de Andrómeda

Imagen
La amenaza de Andrómeda fue escrita por Michael Chrichton en 1969 (el año que nací yo) y recuerdo que la películoa homónima la vi sin pestañear en televisión años después cuando apenas levantaba más de un metro de altura. Creo que esta es la primera novela de thriller científico de este escritor y, aunque muy chiquitita recuerdo que me quedé fascinada con la imagen del virus de otro planeta que residía tranquilamente debajo de un mantel o tejido similar y que se cargaba a todo un pueblo de Arizona excepto dos personas: un niño y un alcohólico. Desde entonces, no pocos han sido los que han escrito novelas de más o menos éxito basadas en pandemias letales, oscuros políticos corruptos, laboratorios farmacéuticos sin escrúpulos y un sinfín de medicuchos más afines a Mengele que al doctor House. Sin embargo, ésta me parece muy interesante ya que me acabo de enterar por S (y he estado curioseando en Internet) que hace tres años un laboratorio canadiense sufragó una expedición al Polo Norte

Genovevo RIP

Ayer llevé al desguace a mi pobre Genovevo y no pude por menos que acabar llorando, aunque objetivamente salgo ganando con el cambio. Algo hay en mí excesivamente sentimental que me impide acabar los vínculos aunque sean con un pobre coche maltrecho ya por los años y los achaques...Aunque ayer descubrí una dureza nueva en mí no exenta de un corazón que por dentro llora y llora. Bueno, voy a empezar por el principio, por lo poco que he podido desconectar en estas vacaciones. Hoy, tras mi primer día de trabajo a la vuelta del presunto y merecido desde luego descanso estival, he podido constatar que a veces el parón veraniego no consigue que desconectes de todo lo relacionado con el trabajo sencillamente porque los relevos no son tales y no están bien dimensionados. Con esto no estoy diciendo que mis sustitutos no hayan hecho su trabajo sino que la cantidad de tareas pendiente es imposible realizarla por alguien que tiene que realizar varias jornadas de trabajo en una sola al ser a la vez