RAYO DE LUNA Y LA FIESTA DE RAFFAELA


Mi relato favorito de adolescencia es la leyenda “El Rayo de Luna” de Bécquer. Cuenta esta leyenda que Manrique, un joven rico y muy introvertido creyó adivinar a una mujer bellísima en el bosque de noche. No llegó a verla del todo, pero se imaginaba que debería ser una diosa de la belleza y del amor y así, cada noche se dedicaba a perseguirla por el bosque – Huelga decir que este jovenzuelo no se levantaba a las seis de la mañana para ir a currar, por supuesto. Ni mucho menos que tuviera que dar el callo para alimentar a seis bocas.

Un día su enamoramiento idealizado y su castillo de sueños se vinieron abajo al descubrir dramáticamente que lo que él creía que era su amada no era más que el reflejo de la Luna en las hojas. O sea, que había estado persiguiendo la nada durante varios años. Y así el rico Manrique se quedó mudo, en estado aún más autista de lo que ya estaba, negándose a salir a pasear o a hablar. Vamos, más tonto aún de lo que estaba.

El por qué era mi relato favorito es por la moraleja, que en mis propias carnes había experimentado ya, de que el amor romántico adolescente no es más que la proyección de tus fantasías sobre el primer pazguato pavisoso que se te cruza por el camino. Al principio todo es ilusión y correr tras el famoso reflejo idealizado con la adrenalina a tope haciendo brincar a mil el corazón, pero luego de caerse “la venda de los ojos” te encuentras de bruces con la realidad y te quedas como el Manrique de la leyenda, sumida en la más profundas de las simas autistas.

Claro que esto que estoy contando es de cuando era adolescente. Al crecer te das cuenta de que es preciso idealizar a pazguatos pavisosos porque el 100% de los hombres lo son, por desgracia. Y aún así si quieres dormir caliente por las noches y tener a alguien que te sujete la mano cuando te mueras de miedo al dar a luz, debes aceptar que el espécimen que está a tu lado se parezca más bien al ogro de Shrek que al Ethan Hawke de “La princesa prometida”. Eso no quita, desde luego, que desde el minuto uno aceptes a pazguatos y pavisosos así sin anestesiarte un poco antes. Porque luego, cuando pasa el tiempo, para cuando descubres que tu príncipe es un ogro pavisoso, al menos hayas descubierto otras cualidades y le profeses un amor sincero (y no de cuento de hadas) que haga que lo lleves estupendamente bien hasta el resto de vuestros días (o hasta que otro pavisoso o pavisosa se cruce por medio).

Además, cuando llegas a mi edad, te das también cuenta de que tú también te pareces más a la Fiona regordeta y gruñona que a Campanilla de Peter Pan. O sea que todo está en su sitio y debe reinar la armonía y el amor en la pareja. ¿O por qué si no al final de Shrek 1 la adorable princesa retorna a su figura de ogrita y se casa con Shrek? Si hubiera conservado su forma de princesa, Shrek no hubiera soportado la presión de tener al lado a un pibón así (esa es la razón de la soledad de las guapas).

Sin embargo, el problema viene cuando uno de los dos vive en una fase distinta de esta realidad emocional y vive, como Manrique, en el limbo de los sueños imposibles. En ese caso tienes a un ser al que, hagas lo que hagas, te va a acabar viendo como una bruja en un par de años y va a huir de ti. O tú de él cuando le hables de hipoteca después de cuatro años de paseos a la luz de la Luna y él te responda con que el ulular de la lechuza está muy bello esta noche...Porque el problema de los jóvenes Manrique que pululan por la vida de las mujeres es que tienen pocas responsabilidades y mucho tiempo para hacerse auténticas “pajas mentales”.

La situación puede llegar a ser trágica si sales con un Manrique de estos creyendo que sales con un príncipe de cuento de hadas (suelen ser muy románticos y suavecitos) y, para cuando se te cae la venda de los ojos y ves al jovenzuelo holgazán y autista, él todavía no te ve como a la bruja que tendrá que ver al fin y al cabo, porque para este tipo de hombre no habrá mujeres de carne y hueso en su vida, sólo diosas o brujas.

En ese caso, tú intentas alejarte de este ser que vive en otro planeta, y él piensa que debe correr más entre las hojas a la luz hechizante, en vez de pensar en ir comprando un dúplex en Fuenlabrada y la bañerita para el bebé. Claramente, en su mundo de fantasía, piensa que la doncella se está tornando inaccesible porque quiere que él corra más en pos de ella.

Lo malo es que corren detrás de la persona que una no es. No sé si me explico. En vez de dirigirse a la cabaña donde vive la bella pastora que es en realidad la que creen que es la princesa hechizada, se dedican a internarse más y más en el bosque de los cuentos de hadas. A veces cambian de pastora, pero nunca de sueño idealizado...En fin, una pena.

¿Y yo que puedo hacer con un hombre así? Pues me vienen a la mente las estrofas de una canción de Rafaela Carrá que para mí tienen una profundidad emocional solamente superable por Kim Africa o Georgie Dann (de verdad, que no es de coña). Así que este jueves me iré a la fiesta de aniversario de Ananda con unos amigos. En fin, al menos habrá baile (

En la verbena de agosto, el día 15, no sé por qué reparé en esta cancioncita y tuve una punzada premonitoria ....Pongo aquí la letra, comentarios de texto necesito. Tiene una segunda parte la letra pero me la guardo como un as en la manga.

FIESTA
Desde esta noche cambiará mi vida
(desde esta noche,
desde esta noche)
no quiero ser más la abandonada,
(no quiero serlo,
no quiero serlo)
cuántas lágrimas he derramado
cuántos besos he desperdiciado
él decía que era culpa mía
que anulaba yo su libertad ...
yo le dije si no estás tú
que voy a hacer si no estás tú
y es sabido que es peligroso decir siempre la verdad
¡¡si!!, un día te has sentido enamorada
¡¡no!!, no digas que le quieres , cállalo
yo le dije si no estás tú
que voy a hacer si no estás tú
y he sabido que es peligroso decir siempre la verdad
por eso aquí tengo yo esta fiesta
pero sin tí
fiesta que es fantástica fantástica esta fiesta
que es fantástica fantástica esta fiesta,
esta fiesta con amigos y sin tí





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